martes, 9 de abril de 2019

Droga y terrorismo van de la mano en el Sahel

EL PAÍS INTERNACIONAL
Chema Caballero

Varias operaciones policiales prueban un repunte del tráfico de cocaína en África occidental y sus vínculos con grupos islamistas.


Unidad antiterrorista en Mauritania entrenada por la Guardia Civil española, un clon de la que este cuerpo utilizó en su lucha contra ETA. EFE


Más de 10.4 toneladas métricas de cocaína han sido interceptadas en Cabo Verde y Guinea Bissau en los últimos meses. Son cifras récords en la región que hacen resurgir los miedos de la conexión entre el tráfico de drogas en África occidental y los grupos islamistas que ha visto en este negocio un medio de financiación. A principios de febrero las autoridades caboverdianas aprehendían un buque de bandera panameña en el que se encontraron 9.5 toneladas de cocaína. Los 11 marineros, todos de nacionalidad rusa, que componían la tripulación están detenidos, según Record TV Cabo Verde.
El 13 de marzo, sucedía lo mismo en Guinea Bissau. La policía localizaba un camión de pescado en el que se encontraron 800 kilos de la misma droga. Entre los detenidos se haya un asesor del presidente del Parlamento de Níger, informaba Reuters. Sumadas las dos operaciones han localizado más que toda la cantidad de droga incautada en la región entre 2013 y 2016, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) recogidos en el World Drug Report 2018. Este mismo documento afirma que los traficantes de estupefacientes con destino a Europa pagan a los miembros de los grupos islamistas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico para proteger los envíos que cruzan el Sahel y, luego, el Sáhara. Aunque, los autores del mismo no terminan de tener claro el verdadero alcance de esta alianza.
2009 fue el año en el que el tráfico de drogas en la región alcanzó su máximo desarrollo. Fue entonces cuando en noviembre, en mitad del desierto de Malí, cerca del municipio de Tarkint, en el que no había carreteras y escapaba al control de los radares, apareció el fuselaje calcinado de un Boing 272. Había transportado unas 10 toneladas de cocaína desde Colombia. Con la ayuda de camiones la mercancía partió hacía el norte y desde allí a Europa. Al frente de la operación se encontraba Miguel Ángel Davesa, un expolicía gallego que se instaló en Malí tras ser expulsado del cuerpo. En el país del Sahel se convirtió en uno de los cabecillas de la ruta de África occidental del tráfico de drogas, recogía El País. En aquella época, se estimaba que el 60% de toda la cocaína que se vendía en Europa pasaba a través del Sahel. Países como Malí, Níger y Mauritania eran claves en este contrabando. Naciones, precisamente, donde Al Qaeda del Magreb Islámico (AQIM) está bastante arraigado.
Para frenar ese tráfico, la ONU y la policía de varios estados (entre ellos España) intervinieron y reforzaron el poder judicial y las fuerzas de seguridad de los países por donde pasaban las rutas hacia Europa. Desde entonces todo daba a entender que el tráfico de drogas había disminuido notablemente. De hecho, había dudas sobre si todavía por África occidental pasaba alguna de las grandes vías por donde circulan los narcóticos con destino a Europa, pero estas últimas operaciones policiales probarían que sí, que por la región todavía pasa gran cantidad de estupefacientes.
2009 fue el año en el que el tráfico de drogas en el Sahel alcanzó su máximo desarrollo
Existen claros indicios de que el cargamento interceptado en Guinea Bissau estaba conectado con la financiación de AQIM. Esto resulta bastante preocupante, sobre todo, cuando se pensaba que las acciones de la ONU y la intervención militar europea en el Sahel, liderada por Francia, habían puesto fin a esa colaboración.
Un fuerte aumento de la producción mundial de cocaína, liderada por Colombia, en los últimos años podría ayudar a explicar el resurgir de la ruta de África occidental. Los traficantes intentarían diversificar los destinos y se arriesgarían a correr más riesgos para dar salida a toda la mercancía, asegura el informe de 2018 de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA). Este exceso de producto en el mercado ha sido, probablemente, aprovechado por los grupos terroristas que se asientan en el Sahel para cambiar sus fuentes de financiación. Han dejado a un lado los secuestros para pedir rescate y se han adherido a los beneficios que les reporta el tráfico de drogas.
Las últimas operaciones policiales probarían que por el Sahel todavía circula gran cantidad de estupefacientes

No solo en tránsito

Desde hace años, la Comisión sobre el impacto de las drogas en la gobernanza, seguridad y desarrollo en África occidental (WACD) alerta de que bandas criminales, especialmente nigerianas, son las que mueven la droga que llega desde Latinoamérica a África occidental. Estos intermediarios son pagados, normalmente, con parte de la mercancía. Esta es revendida para su consumo. Es así que parte de esa cocaína se queda en la región.
La droga recibida por los intermediarios es muy pura y de muy alto precio y para poder sacar beneficios de su venta tiene que ser convertida en un producto barato que pueda ser adquirido por los consumidores de una de las regiones más pobres del mundo. Por eso se suele mezclar con bicarbonato de sodio que se usa, principalmente, en repostería por lo que es fácil de adquirir. Una dosis de esta droga puede encontrarse incluso por menos del equivalente a 50 céntimos de euro. De ahí, que cada vez más jóvenes de los países por donde pasa la cocaína se enganchen a ella.

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