Natalia Marcos
La serie basada en la novela de Ildefonso Falcones ha supuesto retos poco frecuentes en televisión.
Los actores Ginés García Millán y Daniel Grao, durante el rodaje de 'La catedral del mar'.
Según Jordi Frades, el director de La catedral del mar, la serie que llevará a la pequeña pantalla el best seller de Idelfonso Falcones pretende ser "humilde". Al fin y al cabo, los protagonistas de esta historia ambientada en la Barcelona del siglo XIV salen del pueblo para ir subiendo en la escala social a lo largo de los años. Pero todo lo que se mueve detrás de esta producción para Antena 3 de Diagonal TV, La catedral del mar A.I.E. y Televisió de Catalunya dista mucho de lo que se suele ver en los rodajes de otras series españolas.
Unos 170 actores, más de 3.500 figurantes, cuatro meses de rodaje para grabar ocho capítulos de 50 minutos cada uno casi de forma simultánea. Dos tercios de la serie se han rodado fuera de plató en localizaciones como Barcelona, Cáceres, Sos del Rey Católico, Toledo o Segovia. Y solo un tercio es lo que se ha rodado en unos estudios en el pequeño municipio madrileño de El Álamo. Allí, actores como Michelle Jenner, Silvia Abascal o Aitor Luna se entrecruzan por los pasillos saliendo de probarse vestuario o preparando las siguientes secuencias. Es la semana antes de Navidad y el rodaje está a punto de terminar cuando EL PAÍS es testigo de todo lo que se mueve detrás de una de las mayores producciones televisivas nacionales.
Aitor Luna, caracterizado como Arnau, protagonista de 'La catedral del mar
"Es una historia de personajes, un melodrama intimista", explica Jordi Frades. "Barcelona está detrás, pero los objetos inertes me interesan poco, me interesa más contar los personajes. Quiero que la gente se enamore de ellos, llore con ellos y ría con ellos", dice quien también estuviera detrás de la cámara en Isabel o La corona partida. Aquí, el referente de la novela no se pierde de vista en ningún momento. "Es una adaptación muy fiel, también porque la novela es muy cinematográfica y porque cuando haces La catedral del mar, tienes que dejar los egos aparte porque estás contando una cosa que la gente ha leído y tiene que reconocer", añade Frades sobre la versión escrita por Rodolf Sierra, Antonio Onetti y Sergio Barrejón.
El telón de fondo de la historia es la construcción de la iglesia de Santa María del Mar. Recrear la ciudad de Barcelona como podía ser en el siglo XIV y el proceso de construcción de la catedral es uno de los grandes retos de la serie. El casco urbano de una Barcelona que ahora es muy diferente a la de antes se recrea en diferentes localizaciones. "Darle una identidad y una unidad, que todo tenga el mismo sabor y el mismo color, ha sido complejo. Y combinar los exteriores naturales con la construcción de plató", explica Marcelo Pacheco, director de arte.
El equipo de 'La catedral del mar', en una reunión de trabajo en los estudios El Álamo.
Santa María del Mar tal como la conocemos hoy solo aparecerá en el último capítulo. Los procesos de construcción de la fachada se trasladaron a Cáceres. En la plaza de la concatedral se situó una copia exacta de la fachada de Santa María del Mar hasta ocho metros de altura, como explica Pacheco. En cuanto al interior, se reprodujo en plató para recrear la construcción, con un corpóreo de cinco metros de altura y la copia de cuatro capillas. Un trabajo descomunal que se acompaña tanto en el interior como en el exterior por efectos visuales.
Además de la evolución de la catedral, dos batallas, una terrestre y otra naval, también marcarán el devenir de esta serie, cuyo proceso de posproducción se espera que esté terminado hacia finales de mayo y que aún no tiene fecha de estreno. "La batalla terrestre la grabamos en una finca con uno de los castillos más grandes de Europa pero del que solo quedan las murallas. Tuvimos que llevarlo todo. Montamos dos carpas de 300 metros cuadrados cada una, llevar caravanas, montar luz... Dar infraestructura total, porque los tres días que estuvimos allí, vivimos allí", rememora Eugenia Peral, directora de producción. Para la batalla naval, aunque entrará en juego mucho trabajo de posproducción, también tuvieron que construir barcos y llevar barcazas por carretera desde Cádiz a la playa de Barcelona.
Otro de los pilares de esta producción es la ambientación, hacer creíble ese siglo XIV de los gremios y las clases bajas que se refleja también en el vestuario, maquillaje y peluquería de los personajes. Pepe Reyes, encargado del diseño de vestuario de la serie, habla de las dificultades para encontrar tejidos naturales que fueran como los de aquella época y el tratamiento y ambientación posterior al que se han tenido que someter. "El campesino no se cambiaba el vestuario casi en décadas", explica. En la sastrería que montaron en el plató se elaboraron decenas de prendas, Reyes es incapaz de calcular cuántas, además de todo lo que aportó la sastrería Cornejo.
Eugenia Peral, Marcelo Pacheco, Jordi Frades y Pepe Reyes.
En el departamento de peluquería, las estanterías alojan archivadores llenos de fotos que retratan los peinados de los personajes en diferentes momentos, una organización clave en una producción en la que, como en este caso, en la última semana se pueden grabar secuencias del primer capítulo y es fundamental mantener la continuidad en pantalla. "Esta es una serie muy del pueblo y para el pueblo", explica Martha Marín, jefa de peluquería. "Mi labor era que no se viese en la serie que han pasado por mi departamento. Llevan pelucas y de todo pero mi trabajo no se tiene que ver", explica. Para ello, la labor de ambientación era fundamental. "Tenemos equipos de gente dedicada solo a manchar a los actores. Los personajes llevan las uñas negras, pero tanto los protagonistas como el último figurante", remata Eugenia Peral.
UN PRESUPUESTO SUPERIOR AL HABITUAL
Aunque no hablan de cifras de presupuesto para la serie, sí aseguran que es superior al que suelen manejar las ficciones televisivas nacionales. "Es una producción que, para lo que hay que contar, había una serie de elementos que era imprescindible tenerlos, y eran caros. Porque hay muchos decorados, muchos actores... y eso encarece la producción. Pero estamos explicando la vida de una gente humilde, con lo que tampoco tienes la sensación al verlo de que sea una gran superproducción. En Isabel teníamos menos dinero, pero como era más fastuosa, lucía más. Aquí se tiene que notar que las cosas pasan donde tienen que pasar", explica Jordi Frades.
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