David Alandete
Fuentes dudosas, titulares alarmistas y tráfico hinchado: así desinforma el Kremlin.
Simonián y Putin, en 2015. M. KLIMENTYEV / AP
La galaxia de medios financiados directa o indirectamente por el Kremlin tiene un objetivo y uno solo, admitido repetidamente por Margarita Simonián, la influyente directora de la cadena RT y de Rossiya Segodnya, la agencia que edita el portal Sputnik. Su filosofía de trabajo quedó patente en una reciente entrevista televisiva en el programa Pravo Znat, en el que describió su idea del nuevo orden mundial, “la realidad alternativa”, como la ha definido.
"El mundo occidental como lo hemos conocido y apreciado, con sus valores occidentales como los hemos conocido y apreciado, ya no existe. No hay valores; no hay mundo occidental. Lo que queda son regímenes autoritarios simplemente cubiertos por los colores de sus banderas nacionales".
Demostrar que occidente y sus valores ya no existen es la razón misma de existir del entramado de medios del Kremlin. A la democracia liberal, con su separación de poderes y su sistema electoral, le ha sucedido, según la propia Simonián, un modelo de Estado autoritario movido por valores como el patriotismo.
Para ello, los medios del Kremlin confían plenamente en las plataformas digitales. No hay diferencia entre cadenas de televisión con audiencias irrisorias, como RT, o agencias de noticias. La idea es difundir y amplificar titulares que describan la descomposición del Estado europeo moderno, con dos audiencias preferentes: los propios ciudadanos rusos, para desinflar su insatisfacción con la deriva autoritaria interna, y grupos radicales de derecha o izquierda dentro de los países donde emiten.
Fuentes dudosas, titulares impactantes
El primer paso es encontrar pseudofuentes, expertos que ningún medio serio occidental se tomaría en serio. El objetivo es que hagan pronunciamientos audaces, impactantes, radicales, que defiendan de forma directa o indirecta los intereses del Kremlin. Estos son sólo algunos ejemplos:
William Mallinson, académico de la universidad online romana Guglielmo Marconi, que trabajó de funcionario, tercer secretario y segundo secretario en funciones en embajadas británicas en destinos como Nairobi. RT le suele presentar como “diplomático británico”, y gracias a él ha publicado titulares entrecomillados como “¿Por qué no bombardea la OTAN Madrid durante 78 días?”, “Las advertencias de EE UU a Rusia son poco profesionales, amenazantes, carentes de tacto y contrarias a la diplomacia” o “El asesinato del disidente ruso Nemtsov es una señal de dios para todos los que se opongan a una Rusia fuerte”.
Craig Murray, embajador británico en Uzbekistán entre 2002 y 2004, relevado de sus funciones después de ser investigado por una larga serie de supuestas faltas disciplinarias, es un colaborador habitual de Wikileaks y Julian Assange. Los titulares que ha dado a RT: “No fueron los rusos: WikiLeaks revela la fuente de los correos filtrados de Clinton”, “Ex diplomático británico: la CIA multiplica sus esfuerzos para derrocar a Rafael Correa” o “La histeria rusófoba lleva a EE UU a programar masivos movimientos de tropas en Europa”.
John Wight se define en sus libros como un novelista que ganó experiencia como extra y doble de cine en Hollywood, además de portero de discoteca. RT y Sputnik –donde tiene una emisión radiofónica– le presentan como analista político, con la relevancia suficiente como para que le dé a esos medios los siguientes titulares: “Tanques en las calles de Barcelona: España y Cataluña al borde de un desenlace violento”, “¡Vienen los españoles!: Tanques del Ejército de España, desplegados en Letonia para disuadir a Rusia” o “¿Saldrán los tanques a la calle el día de la consulta independentista en Cataluña?”.
Máximo impacto en redes
Tras encontrar las fuentes y elegir el titular que se adapte a sus necesidades previas, este entramado de portales a sueldo del Gobierno ruso procede a la distribución en redes, sorteando ya varios vetos, pues Twitter les prohíbe comprar publicidad y YouTube, propiedad de Google, les ha expulsado de su programa de canales premium. ¿Cómo llegar al máximo número de usuarios con esas constricciones? Con tráfico hinchado.
En los días anteriores y posteriores al referéndum ilegalizado del 1 de octubre era muy común que entre las noticias más compartidas en Facebook y Twitter sobre la crisis catalana se encontraran las de RT. No era una cuestión de volumen de noticias, sino de los temas elegidos, viralizados en cuestión de segundos según el seguimiento hecho por este periódico utilizando sus herramientas internas, como NewsWhip, y el apoyo de consultoras con las que colabora como Audiense.
Por ejemplo, la dudosa noticia “El nuevo mapa de Europa: ¿Quiénes apoyan la independencia de Cataluña?”, con un mapa sobre los reconocimientos de un nuevo Estado entre los socios continentales de España. En cuestión de horas superó las 5.000 interacciones en Facebook, de forma vertiginosa. Este es un comportamiento que se suele asociar a la compra de tráfico –pago de publicidad, prohibida para RT solo en Twitter– o a la actividad de redes de bots, cuentas automáticas que comparten un mensaje sólo para viralizar su contenido y que aparezca en los muros de más usuarios.
En contraposición, ¿cuál es el contenido más compartido de RT en la semana pasada? La noticia “El rey de España pide a los políticos catalanes responsabilidad y respeto a las leyes”. En Facebook cosecha sólo 1.100 interacciones, con una evolución más desigual y por tanto menos sospechosa de haber sido manipulada. El tuit apenas ha sido compartido en 71 ocasiones, impulsado únicamente por la cuenta de RT en español.
Entramado mundial
RT y Sputnik abarcan 100 países en una treintena de idiomas. Ambos están financiados al 100% por el Kremlin. El presupuesto de RT, según informa Bloomberg, es de unos 300 millones de dólares anuales.
Estos medios llevan estableciéndose en todo el mundo desde hace aproximadamente una década. RT nació como cadena de televisión en 2005 y comenzó a operar en español en 2009. Su audiencia es eminentemente digital, pues en los mercados en que emite de forma tradicional no suele llegar ni al mínimo del 0,1% de share para entrar en las mediciones.
Sputnik nació en 2014, después de que el Kremlin liquidara la agencia RIA Novosti, ampliamente respetada por su sobriedad informativa, y la sustituyera por Rossiya Segodnya, matriz del nuevo portal de noticias. Según lo definió Dimitri Kiselyov, su fundador, el día de su presentación, Sputnik es un portal para “decir lo que otros callan”. De nuevo, la realidad alternativa de la que hablaba Simonián.
Un ejemplo de cómo Sputnik publica lo que otros no, es la insinuación de la homosexualidad del presidente francés Emmanuel Macron, negada por él mismo. Empleaba, en un patrón ya familiar, una entrevista en febrero a un legislador ultraconservador, Nicolas Dhuicq, en la que este decía que Macron tiene detrás "al empresario Pierre Berge, socio y amante de Yves Saint Laurent, abiertamente homosexual, que defiende el matrimonio homosexual. Hay un poderoso lobby gay tras él". Añadía Sputnik de su cosecha que hay "un persistente rumor de que Macron es gay".
¿El objetivo? Movilizar a los ultraconservadores contra el presidente en periodo pre-electoral. Macron tomó medidas: prohibió a RT y Sputnik que entraran en sus actos de campaña. Y denunció ante Putin que, con esos medios, fomente la desinformación.
La respuesta de Moscú fue burlarse de cualquier acusación con una buena dosis de sarcasmo. Es una reacción que forma parte también de un mismo patrón de comportamiento.
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