JUAN FERNÁNDEZ MIRANDA/JESÚS GARCÍA CALERO/ESTEBAN VILLAREJO
La carta comienza con el saludo franquista, «Arriba España», y con un escueto «Mi General» - ABC
«Mi General:No vea Vuestra Excelencia en esta carta una intromisión en asuntos que no me corresponden, sino un deber de conciencia que cuando apremia para algo, no hay más remedio que obedecerle». Con estas palabras, escritas desde el respeto y que revelan obediencia, Pilar Primo de Rivera se dirige a Francisco Francoel 14 de septiembre de 1948.
El motivo de la carta es la próxima visita a España «del hijo de D. Juan», prevista para noviembre y acordada por Franco y el legítimo heredero al Trono en una entrevista celebrada a bordo del Azor dos semanas antes:A sus 10 años, Don Juan Carlos pisará suelo español por primera vez en su vida.
La misiva hay que situarla en un contexto de fuerte pérdida de influencia de la Falange en las esferas de poder del franquismo. El objetivo de la hermana de José Antonio es que la ideología del partido único esté presente en la educación del Príncipe en España. Para ello, Pilar Primo de Rivera no duda en halagar a Franco y ensalzar sus «prodigiosos esfuerzos» por España.
La carta está redactada a mano en seis cuartillas encabezadas por el escudo de la Falange:El yugo y las flechas de color rojo y en relieve no dejan lugar a la duda.
El deber de conciencia que apremia a la hermana del fundador de la Falange e impulsora de su Sección Femenina es intentar que Don Juan Carlos sea educado en esos valores. Por eso, con todas las cautelas, se atreve a hacer una petición al dictador: «Lo conveniente que sería poner cerca del hijo de D. Juan una persona que vaya inculcando en su ánimo de una manera suave y continuada, las razones que tuvo la Falange para aparecer en la vida de España, cuáles son las fórmulas políticas que persigue, cómo por servir a esa fé política, cayeron José Antonio y muchos miles de camaradas antes de la guerra y durante ella, cómo la Falange en el futuro no busca más que servir el destino histórico de España en lo universal, única justificación de su existencia, y completar la revolución pendiente para servir a ese mismo destino y hacer más justa la vida de los españoles».
Pilar Primo de Rivera confiesa a Franco que esta idea surgió durante una conversación con su hermano Miguel, a quien se atreve a proponer como la «persona» adecuada para influir en el joven Príncipe. «Quizás Miguel mi hermano, no por ser mi hermano, sino por las circunstancias que en él concurren, pudiera servir para estar cerca del Príncipe», argumenta.
Sus palabras denotan la trascendencia que se da en España a esta visita, pues el enfrentamiento explícito entre Don Juan y Franco sitúa al legítimo heredero al trono en una difícil situación. Y en ese contexto, el joven Príncipe adquiere protagonismo:«Porque si este niño se educa en la ignorancia de todas estas cosas –continúa Primo de Rivera– a la larga serían inútiles los esfuerzos realizados de una manera tan prodigiosa por V. E.».
En su interés por no importunar al jefe del Estado –«Ya sé que V. E. tiene esta misma angustia que yo»– , la fundadora de la Sección Femenina dedica las últimas frases de su carta a halagar una vez más a Franco y a ensalzar el papel de la Falange:«La Falange significa tanto para mí y para España que me horroriza el pensar que pueda perderse, en el momento, que deseamos todos eternamente lejano, en que V. E. no la lleve de la mano». Transmitido el mensaje, Pilar Primo de Rivera se despide de Franco saludándole «con todo respeto» y quedando «a sus órdenes».
Ironías del destino, 28 años después, en 1976, sería un Miguel Primo de Rivera –en este caso su sobrino– quien defendió la Ley para la Reforma Política que supuso la demolición del régimen franquista.
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