J. FERNÁNDEZ MIRANDA/J. GARCÍA CALERO/E. VILLAREJO
Informes confidenciales que el dictador manejó en su despacho así lo indicaban.
«Por lo visto han despotricado contra Franco porque les parece que se aparta de la política falangista y no les gusta la dirección monárquica que está siguiendo»
En 1948 las tensiones entre Francisco Franco y la Falange están a la orden del día. Pero, ¿tenía Franco un plan para sustituir la Falange por otro partido político? Al parecer sí. Al menos así lo explican los informantes de Franco en distintos informes confidenciales que el dictador manejó en su despacho y subrayó con su inconfundible lápiz rojo.
En el «Boletín de Actividades Monárquicas» que Franco recibía en su despacho dos veces a la semana para conocer de primera mano «las actividades y comentarios de los partidarios de Don Juan III» aparecen algunas referencias a la Falange. En concreto, en el informe correspondiente al 24 de mayo (número 287), los confidentes aseguran que destacados monárquicos dan por hecho que «el Caudillo está preparando una nueva maniobra: crear un partido político que se titulará demócrata-cristiano y que le servirá de camuflaje para el tinglado político de la Falange, que quedará agrupada en dicha organización».
El promotor de esta idea es el mismísimo ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo, convencido de que «esto podía ser la salida airosa para disolver la Falange». Es más, los monárquicos se atreven a hacer una afirmación que el jefe del Estado subraya con su lápiz rojo:«Franco por propia voluntad lo hubiese hecho ya, pero no puede hacerlo, porque entonces perdería la poca opinión pública que tiene, y porque los falangistas se convertirían en los enemigos más encarnizados».
«Hay un lío gordo en Falange»
Seis meses después, los servicios de espionaje de Franco detectan el malestar que ha generado entre los falangistas la entrevista de Franco con Don Juan a bordo del Azor. Al menos así consta en el informe nº 2.796, fechado el 9 de noviembre de 1948, un día después de que el Príncipe Juan Carlos llegue a Madrid para iniciar sus estudios en España.
El escueto informe, de una sola página, recoge unas manifestaciones realizadas por uno de los más destacados conspiradores monárquicos, el general Aranda, que en la víspera había dicho lo siguiente: «Hay un lío gordo en Falange». El militar monárquico revela que «han despotricado contra Franco» porque consideran que «se aparta de la política falangista». El motivo es uno: «No les gusta la dirección monárquica que está siguiendo desde la entrevista con D. Juan». Por todo ello, según revelan las palabras de Aranda recogidas en el informe de espionaje, en el seno de la Falange se han pronunciado «discursos de tono levantisco por todas partes», razón por la que Franco «ha destituido a Elola y a Vicen, que es un bicho de lo más malo, así como a otros ciento sesenta».
Tal vez confundiendo sus deseos con la realidad, el general Aranda se atreve a sacar conclusiones de este enfrentamiento entre Franco y la Falange:«Desde luego, Franco no tolera que nadie le dé lecciones y ahora la Falange más auténtica se le pone enfrente. Este es el principio de la descomposición final. Franco acabará enemistado con todos».
No hay comentarios:
Publicar un comentario