Sandro Pozzi
El Fondo señala en un estudio que el avance tecnológico ampliará más la brecha entre los trabajos cualificados y los básicos.
La precariedad del empleo y de los salarios reflejan un cambio estructural en la naturaleza del mercado laboral. Es la conclusión a la que llega el Fondo Monetario Internacional tras analizar la pobre evolución de los sueldos, en un intento por anticipar las desigualdades que se derivarán de nuevas dinámicas en el empleo como la baja productividad, la automatización y la pérdida de poder de negociación de los sindicatos. El incremento de la parcialidad y la temporalidad, anticipa, meterán presión a la estructura del sistema de cobertura social.
Christine Lagarde, directora generente del FMI JEENAH MOON REUTERS
El incremento de los salarios continúa siendo marcadamente más bajo en las economías avanzadas que durante la etapa previa a la Gran Recesión. Los técnicos del FMI recurren a varios factores para explicarlo. Los dos más evidentes son la atonía que se vive en el mercado laboral en potencias como la de EE UU y la tendencia generalizada a una moderación en la productividad.
El FMI señala que el empleo involuntario a tiempo parcial es mejor alternativa que el paro. Pero es evidente, añade, que pasa factura del lado de las remuneraciones. Por eso anticipa que la presión inflacionista del lado de los sueldos continuará baja “hasta que no se reduzca la proporción de personas forzadas a trabajar a tiempo parcial y no repunte la productividad”. La reducción del paro, por tanto, no basta.
Los economistas vuelven a señalar que las rigideces en los mercados laborales de algunos países impiden a las empresas a contratar empleados a tiempo pleno. Al mismo tiempo indica que el empleo a tiempo parcial, la temporalidad y la reducción de horas laborales reflejan, en parte, un cambio en el empleo desde sectores que suelen firmar contratos tradicionales hacia otros más flexibles.
Poder de negociación
Malhar Naber, autor del estudio, explica que se tomaron como referencia 29 países avanzados para entender las fuentes que lastran la evolución de los salarios. Los factores tradicionales valen para explican la situación. Pero le sorprende que durante los últimos dos años se haya producido una desconexión entre la evolución del desempleo y los salarios, porque ha surgido nuevas fuerzas.
En este sentido hay un factor estructural adicional que alimenta esta tendencia. El FMI apunta a un cambio en la naturaleza de la relación de los empleados y las empresas para las que trabajan, vinculado con el cambio tecnológico. El impacto en el poder de negociación de los salarios dependerá de la complementariedad que haya entre las nuevas tecnologías y la cualificación.
En un extremo, la automatización puede sustituir a empleos rutinarios que requieren de baja formación. “Eso puede llevar a términos menos atractivos para el asalariado”, indica. Por el contrario, los empleos de alta cualificación técnica en ingeniería y diseño se considera pueden elevar la productividad de las empresas y, por tanto, les da más margen para negociar al alza los sueldos.
La competencia internacional también puede tener un efecto en el poder de negociación de los salarios, tanto por vía del comercio como de las empresas que tienen cadenas de suministro globales. “Eso puede alimentar la amenaza de la relocalización de las fábricas en economías donde los costes son más bajos”, explica. Si se combina con la automatización, el papel de los sindicatos merma.
Dilema inflacionista
La debilidad con la que crecen los salarios explica, en parte, por qué la inflación no termina de tomar cuerpo. La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, dedicó un discurso este martes al dilema que está planteando a los bancos centrales la dinámica de precios. Como dice la jefa de la autoridad monetaria estadounidense, la tendencia actual es un misterio y admite que pueden estar malinterpretando los datos.
El informe técnico del FMI señala en este sentido que “la inflación permanecerá baja mientras que el incremento en los salarios no se acelere más allá del crecimiento de la productividad de una manera sostenida”. La laxitud de la política monetaria, añade, puede contribuir a estimular la demanda y rebajar el paro. El resto, señala, está en definir el momento preciso para abandonar los estímulos.
A partir de ahí hace una serie de recomendaciones para hacer frente a las vulnerabilidades que afrontan los empleados forzados a trabajar con contratos a tiempo parcial. Las iniciativas que propone incluyen reforzar los programas de formación o medidas que permitan equilibrar estos contratos con los beneficios que se negocian en los contratos a tiempo pleno, como pagas mínimas, bajas y ayudas familiares.
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