jueves, 31 de agosto de 2017

INFRAESTRUCTURAS. Se cumplen dos años de su ampliación Canal de Suez, de "gran sueño egipcio" a pesadilla económica. 4º ESO Economía

EL MUNDO ECONOMÍA
Francisco Carrión

Un grupo de egipcios observa cómo un portaaviones estadounidense atraviesa el Canal de Suez. EFE

Los ingresos del Canal de Suez siguen lejos de los anteriores a su faraónica ampliación.
El canal presume de cuántos buques lo utilizan a diario, pero esconde sus ingresos.
El Canal de Suez ha ingresado 447 millones en agosto, lejos de los 510 que registraba en 2014.
Lo vendieron como «el regalo de Egipto al mundo» y la feliz culminación del «gran sueño egipcio». Dos años después de la rimbombante ampliación del Canal de Suez, las cuentas no salen.
El megaproyecto, ejecutado en el tiempo récord de 12 meses, supuso la construcción de una hendidura paralela a lo largo de 35 kilómetros y el incremento de la profundidad de un tramo de 37 kilómetros. Convertida en una de las panaceas que debían salvar la ruinosa economía local, las cifras recientes están muy lejos de las expectativas.
El mes pasado los ingresos del canal superaron los 447 millones de dólares, a gran distancia de los 462,1 millones registrados en agosto de 2015 o de los 510 millones contabilizados un año antes.
La obra de ingeniería buscaba reducir el tiempo de tránsito de los navíos -de las 18 a las 11 horas- y multiplicar así la capacidad de una vía marítima por la que transita el 7% del comercio mundial.
«Los ingresos se han visto afectados por la debilidad del comercio internacional y la caída del precio del petróleo», arguye Marwa Maher, una de las portavoces del canal, en declaraciones a EL MUNDO.
«Hay compañías navieras que han optado por rodear el continente africano, una ruta mucho más larga. Ante esta coyuntura estamos adoptando una política más flexible ofreciendo descuentos a las empresas que usan el canal». Un panorama global del que ya alertaron los analistas hace dos años para tratar de rebajar los desbocados fastos gubernamentales.
Según sus planes, la ampliación lograría doblar las ganancias en menos de una década, de los 5.300 millones de dólares cosechados en 2014 a los 13.200 millones calculados para 2023. «En estos dos últimos años, los ingresos no han aumentado ni en términos absolutos ni relativos. El Gobierno nunca fue claro a la hora de explicar cómo haría posible un aumento del 250% en el plazo de nueve años», admite el economista egipcio Amr Adli, investigador del centro de estudios Carnegie.
«Los ingresos actuales», agrega, «se han estancado debido a la desaceleración del comercial mundial. Si las cosas mejoran en los próximos años, es posible que los números se incrementen pero cuesta imaginar el estallido que pronosticó el Gobierno».
En un intento de disfrazar el fiasco, la autoridad del canal -dirigida por el general Mohab Mamish- informa a través de su página web del número mensual de barcos y toneladas que transitan la hendidura pero obvia los ingresos, aireados por la prensa local.
Desde el comienzo, el pinchazo estuvo jalonado de malos augurios. Los más críticos denunciaron la falta de un estudio de viabilidad previo a la construcción y censuraron una inversión faraónica -unos 8.500 millones de dólares, captados por el Estado a través de bonos con un atractivo 12% de interés anual durante cinco años» que las cifras de tránsito desaconsejaban a corto y medio plazo. Los científicos advirtieron, además, de las graves consecuencias medioambientales con la llegada de especies invasoras al Mediterráneo.
«El tiempo está demostrando que, al menos a medio plazo, fue una mala inversión. La extensión fue sufragada con la colecta de 64.000 millones de libras egipcias [unos 3.000 millones de euros al cambio actual] que tienen que ser devueltos por el Tesoro en un momento marcado por los problemas de las finanzas públicas», subraya Adli.
Sin los réditos esperados, las autoridades han hallado refugio en otro proyecto estrella, el desarrollo de la zona económica del canal, un ambicioso plan para levantar un nudo industrial y logístico a orillas de una vía que en la última década ha aportado el 2,5% de las divisas que llegan a las arcas estatales.

«Es un proyecto confuso. Sigue sin estar claro cómo se logrará atraer la inversión extranjera», concluye el economista.

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