EL PAÍS ECONOMÍA
Sandro Pozzi
La presidente de la Reserva Federal hace un alegato firme a favor de las medidas adoptadas tras la crisis y pide que solo se hagan cambios modestos en las normas.
Janet Yellen a su llegada al simposio de banqueros centrales MARTIN CRUTSINGER AP
Los bancos centrales mundiales hicieron todo lo que pudieron durante los últimos diez años para reactivar la economía, asumiendo todo el riesgo. Ahora parece que llegan al final del proceso, al menos en Estados Unidos, donde la política monetaria entra en un territorio más normal. Pero como en el idílico enclave de Jackson Hole, a las puertas de Yellowstone, conocido por sus fuentes termales, algo inquietante se mueve bajo la superficie.
Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, ha realizado su esperado discurso en la reunión anual que se celebra en el enclave de Wyoming y reúne economistas, banqueros centrales y gurús de la economía. Yellen no ha abordado temas candentes de la política monetaria ni sus decisiones a corto plazo, como si estuviera tratando de preservar esa tranquilidad aparente que domina los mercados. Pero eso no evitó, sin embargo, que aprovechase para marcar el terreno con una defensa firme de la regulación adoptada tras la crisis y para decir que le preocupa el riesgo de que se esté creando un “optimismo excesivo” en torno a los cambios que se plantean. Las lecciones de la crisis, dice, no deben olvidarse.
La ponencia de Yellen, de hecho, giró entorno a la estabilidad financiera. Tras varios años comprando deuda en masa, los bancos centrales parecen estar listos para empezar a transferir el riesgo a los mercados. La Fed está lista para iniciar el proceso que le llevará a reducir los 4,5 billones de dólares (3,8 billones de euros) en activos que acumuló durante la crisis. Pero el temor a una corrección en los mercados invitaba a que la presidenta del banco central más poderoso del mundo fuera cauta con sus palabras.
"El balance del análisis sugiere que las reformas básicas que hemos puesto en marcha han impulsado sustancialmente la resistencia sin limitar indebidamente la disponibilidad de crédito o el crecimiento económico", ha defendido. "Cualquier ajuste al marco regulatorio debe ser modesto y preservar el aumento de la resistencia en grandes distribuidores y bancos vinculados a las reformas implementadas en los últimos años", ha pedido.
El objetivo, insistió, es evitar un episodio como el que derrumbó Lehman Brothers y abusos como el de las hipotecas subprime. La Dodd-Frank Act y otras normas, insiste, hicieron el sistema “sustancialmente más seguro”. Admite que se puede mejorar pero considera que los cambios deben ser modestos, centrados en los pequeños bancos. Esta afirmación va en sentido opuesto a la idea de la administración de Donald Trump, que defiende una reforma más amplia en su plan para reactivar la economía.
Lecciones pasadas
Janet Yellen viene a decir así que el sistema está listo para afrontar una nueva etapa en la que el apoyo de la política monetaria ya no será tan relevante. Pero la memoria de la pasada crisis está aún “fresca” y por eso considera que se debe actuar de manera acorde con las lecciones aprendidas durante los últimos diez años, para que haya menos crisis en el futuro y la economía pueda recuperarse más rápido.
La presidenta de la Fed evitó dar indicaciones concretas sobre el curso de su estrategia a corto plazo. Solo dijo que se avanzó hacia el pleno empleo y que se está cerca de cumplir el objetivo de estabilidad de precios que fija el mandato de la Fed. Eso se interpreta como que el mecanismo para vender bonos está lo suficientemente afinado para empezar a funcionar ya a final de septiembre.
La Reserva Federal empezó a bajar tipos en septiembre de 2007, cuando estaban en el 5,25%. De ahí cayeron a una banda de entre el 0% y el 0,25% en diciembre de 2008. En paralelo compró deuda para dar liquidez al mercado, sostener la inflación y mantener bajo el precio del dinero. Yellen tomó las riendas en febrero de 2014. Los tipos empezaron a subir en diciembre de 2015. Ahora están entre el 1% y el 1,25%.
La estabilidad financiera es vista como un elemento del mandato de la Fed, como lo son la creación de empleo y la estabilidad de precios. Se esperaba, sin embargo, que Yellen elaborara un poco más su discurso al hablar de la inflación, porque eso determinará el curso paralelo que seguirán los tipos de interés a corto plazo. El mercado daba un 25% de posibilidades a un alza de tipos en la reunión de la Fed del 19 y 20 de septiembre.
Retirada gradual
La mayoría de los miembros veía posible hasta ahora una tercera subida este año, por lo que se aplazaría a diciembre. Janet Yellen considera que la retirada de estímulos monetarios es necesaria para apoyar el crecimiento económico, pero reitera que se hará de una forma gradual, en base a la evolución de los datos económicos disponibles en cada reunión, y de manera predecible para los mercados.
El discurso de Janet Yellen, por tanto, le sirve para marcar lo que podría ser el fin de su legado al frente de la Fed y con el que pone el colofón a una década destacada en la historia del banco central de Estados Unidos. El presidente Donald Trump debe decidir aún si le ofrece un segundo mandato. Si optase por relevarla, el sucesor tendrá todo listo para afrontar la siguiente fase.
La impresión es que no seguirá. El nombre que más suena para sustituirla es el de Gary Cohn, el principal asesor económico de la Casa Blanca. Wall Street, sin embargo, ve posible que sea alguien del entorno de la Fed, como el exgobernador Kevin Warsh. Por eso su discurso se interpreta más como una especie de hoja de ruta para cuando se vaya que una revisión de lo que se hizo en el pasado.
MARIO DRAGHI ALERTA: “EL LIBRE COMERCIO SIGUE AMENAZADO”
LUIS DONCEL
Aquellos que esperaran de la reunión de Jackson Hole, en las montañas del Estado de Wyoming, cualquier indicio sobre los próximos movimientos del BCE debieron sentirse decepcionados. El presidente del Eurobanco, Mario Draghi, dio ayer un discurso centrado en la necesidad de impulsar la productividad; y en asuntos tan relevantes como el efecto de la demografía en el crecimiento. Pero ni rastro de la más mínima mención al calendario de la retirada de estímulos financieros por parte del BCE, lo que más interesa a inversores, banqueros y políticos.
“La apertura comercial está amenazada”, aseguró el italiano en las conclusiones de su discurso. Draghi considera que este es un peligro real que amenaza el crecimiento a largo plazo de la economía mundial.
“Para inyectar más dinamismo necesitamos incrementar nuestro crecimiento potencial. Y para ello las sociedades envejecidas deben impulsar la productividad, algo que en las economías avanzadas, cerca de alcanzar sus fronteras tecnológicas, depende básicamente del comercio”, dijo Draghi, en lo que supuso una dura crítica a las tendencias proteccionistas que en EE UU han recibido un fuerte empujón tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Fue aquí, en Jackson Hole, donde hace tres años Draghi empezó a perfilar su programa de compra masivo de deuda. Es difícil imaginar que el discurso de ayer vaya a tener un efecto ligeramente parecido.
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