Natalia Sancha
El mandatario "reconsidera" su renuncia a petición del presidente del país, Michel Aoun.
Tras dos semanas de suspenso que han mantenido a Líbano al borde de la crisis política, Saad Hariri ha regresado a Beirut este miércoles. Hariri anunció su dimisión como primer ministro por sorpresa, el pasado 4 de noviembre y desde Riad, la capital saudí. Este miércoles regresó a Líbano en su avión privado y el señalado día coincide con el que el país celebra el 74 aniversario de la independencia del mandato francés. Hariri retorna tras finalizar una breve, pero intensa, gira internacional en la que se ha encontrado con los mandatarios de Francia, Emmanuel Macron; Egipto, Abdelfatá al Sisi y Grecia, Nikos Anastasiades. A su llegada, Hariri ha anunciado que “mantiene en suspenso su dimisión” tras participar en una reunión tripartita con el presidente libanés, el exgeneral Michel Aoun, y con el portavoz del Parlamento, Nabih Berri.
“Hoy [este miércoles] he ofrecido mi renuncia al presidente, quien me ha solicitado postergar mi dimisión con el fin de abrir nuevas consultas sobre las causas políticas de mi decisión. He aceptado”, ha dicho Hariri en un comunicado oficial. En su discurso de renuncia, Hariri alegó, hace 18 días, temer por su vida y arremetió contra la injerencia iraní en los asuntos del país.
Una vez aterrizado en Beirut, Hariri ha visitado la tumba de su padre, el asesinado ex primer ministro Rafik Hariri, desde donde se dirigió a los presentes. "Gracias, libaneses", dijo en alusión a la movilización general que le ha brindado su pueblo durante estas semanas de ausencia. Sin embargo, Hariri no ha roto el mutismo para despejar las extrañas circunstancias que han rodeado su renuncia y su tardío regreso al país. Para unos, Hariri fue secuestrado por Riad. Para otros, se fugó temiendo por su vida.
El primer ministro libanés ha reiterado este miércoles "la necesidad [para Líbano] de mantenerse alejado de los conflictos regionales". Un deseo difícil de materializar en la coyuntura regional actual. Líbano está enmarcado al este y al norte por la frontera con Siria, sumida en una cruenta guerra desde hace más de seis años. Igualmente, alberga a 1.5 millones de refugiados sirios, que suman una cuarta parte de la población total del país. Al sur, comparte frontera, patrullada por las tropas internacionales de la ONU, con su archienemigo, Israel.
La guerra siria recrudece la confrontación irano-saudí en Líbano
Tras la reunión que mantuvieron este martes en Sochi (Rusia) el presidente ruso, Vladimir Putin, y el sirio Bachar el Asad, el mandatario ruso anunció que la operación militar en Siria “está llegando a su término”. Tras la victoria bélica, se abre la fase de negociación política, a la que Damasco acudirá reforzado al haber recuperado el control de la mayoría del territorio sirio. Una victoria que entraña no solo la expulsión del ISIS de Siria, y la debilitación del remanente de grupos insurrectos en el país, sino que da al traste con el proyecto político saudí de convertir Siria en un poder suní aliado en la región. En las últimas semanas, la monarquía saudí ha tildado a Líbano de “enemigo, puesto que su Gobierno responde a las órdenes de Hezbolá”.
El espectro político libanés se partió en dos en 2005, año en que fue asesinado Rafik Hariri y en el que tuvo lugar la consiguiente retirada de las tropas sirias tras 28 años de permanencia en el país. Los dos principales bloques políticos se sitúan de lado del Gobierno de Bachar el Asad. Desde el fin de la Guerra Civil libanesa en 1990, los sucesivos gobiernos han sido bien formados o destituidos con el beneplácito y consenso de sus tutores regionales. Lo que ha provocado que el país se convierta en terreno predilecto para la guerra regional que libran la principal potencia chií, Irán, contra la suní, Arabia Saudí.
Los primeros han nutrido las arcas del partido-milicia Hezbolá, miembro del gobierno y de la coalición 8 de Marzo, y abastecido en armas gracias a la continuidad territorial que provee Siria. Los segundos han respaldado económicamente, hasta hoy, el liderazgo de los Hariri a la cabeza del bloque 14 de Marzo y aquellas instituciones de seguridad afines.
Tras el regreso de Hariri al Líbano, los presidentes francés y griego han expresado su preocupación por la estabilidad del país. "Deseamos que resulte en un funcionamiento normal y equilibrado de las instituciones, dentro del respeto de la Constitución libanesa", señalaron fuentes oficiales de El Elíseo. Aliado tradicional de Líbano, los expertos consideran que Macron intenta aprovechar la crisis abierta en Líbano para reforzar su posición en el país y por ende en la región. El presidente francés ha mantenido un perfil más bajo que el que sostuvo su predecesor Jaques Chirac, amigo personal de la familia Hariri.
"Nuestro objetivo común es la estabilidad en Líbano, la estabilidad en nuestra zona. En este contexto (...) el presidente de la república llevará a cabo iniciativas precisamente para promover este objetivo, la estabilidad en Líbano", ha anunciado por su parte el portavoz del Gobierno griego, Nikos Christodoulides.
Sin haber despejado aun las extrañas circunstancias que han rodeado los vaivenes de Hariri durante las dos últimas semanas, las especulaciones están al orden del día en los debates callejeros. En los círculos cercanos al poder de Damasco aseguran que Riad mantiene retenidos a los dos hijos menores de Hariri, “para asegurar su regreso”.
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