domingo, 20 de noviembre de 2016

Mohamed Surur: la muerte de un ideólogo clave del islamismo más violento. 4º ESO

ABC INTERNACIONAL
F.J. Calero

Este teórico salafista, uno de los más citados por líderes yihadistas, se nutrió del wahabismo de Arabia Saudí hasta que tuvo que dejar el país por instar a derrocar a los líderes «corruptos e injustos» del mundo árabe-musulmán.




















Tras los coches bomba y los atentados suicidas hay una ideología rumiada durante décadas. Como el resurgir de una suerte de fénix islamista, el extremismo violento se ha normalizado en los últimos años con el auge de los grupos yihadistas Al Qaida y luego Daesh, cuya narrativa ha bebido del manantial ideológico de influyentes pensadores radicales: ambiguos en el uso de la violencia, pero firmes en su idea de «reislamizar» el mundo musulmán por todos los medios posibles. Medio siglo después de la ejecución en Egipto de Sayyid Qutb, padre del fundamentalismo islámico en el siglo XX y acusado de conspirar contra Gamal Abdel Nasser, la reciente muerte en Doha de uno de sus sucesores, Mohamed Surur, ha pasado tan desapercibida en Occidente como ensalzada en portales y foros religiosos en árabe. El extremismo violento y la propaganda de los «bárbaros» de la bandera negra no pueden entenderse sin el legado de ambos.
Hassan Hassan, afamado islamólogo y autor del libro «ISIS: dentro del ejército del terror», reseñó en The National, medio anglófono de Abu Dhabi, la vida y obra de Surur tras su muerte el pasado viernes 11 de noviembre en Doha. «El legado de Surur es tan controvertido que su nombre es utilizado a menudo por yihadistas y antiyihadistas para calumniarse entre unos y otros. Fue pionero de la fusión de ideas revolucionarias del islam político y los conceptos tradicionales suníes tomados del salafismo. Esta unión ha engendrado el salafi-yihadismo mediante marcas como Estado Islámico y Al Qaida», escribe en inglés.
Surur, en una entrevista con Al Yazira
Surur, en una entrevista con Al Yazira- Al Yazira
Surur nació en Siria en 1938. Entró muy joven en la rama de los Hermanos Musulmanes de ese pais al calor de los años de expansión de su doctrina por Oriente Medio desde el epicentro de las universidades cairotas, primero con Hasan al Banna y luego con el propio Sayyid Qutb. La Hermandad, escribe Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, no es ni ha sido yihadista, pero «según la época, ha sido más o menos radical, y de sus filas sí han salido yihadistas de renombre». Qutb militó también en la organización islamista suní creada en Egipto por Banna en 1928. Durante una estancia en Estados Unidos para completar sus estudios, Qutb observó horrorizado el día a día en la 'meca' del capitalismo y la democracia, que anteponía el individuo al colectivo. La hegemonía de EE.UU., a su juicio, exportó a las sociedades musulmanas la decadencia de su comunidad debilitada y enferma por el secularismo y el individualismo. Con políticas laicas, los gobernantes en el mundo árabo-musulmán retrotraían a sus pueblos a la «época anterior a la aparición del islam, la Jahiliyyah, una etapa oscura» que amenazaba con volver y mimetizar Occidente con Oriente. «Dado que la sociedad en que vivimos es violenta y que no es posible islamizarla de una manera pacífica, es lícito recurrir a la violencia», escribió el que es el ideólogo islámico más citado por los intelectuales y militantes yihadistas. «El vínculo entre los Hermanos Musulmanes de Egipto y Siria, con prioridades nacionales particulares, es el legado de Qutb», apunta el director de la consultora Stractegia, Barah Mikail.
La muerte de Surur, que desarrolló las ideas de Qutb, en Qatar representa el fin de una era para el extremismo religioso suní, escribe Hussein Ibish, del Instituto de Estados Árabes del Golfo en Washington. Este texto, de los pocos en inglés sobre el intelectual sirio estos días, destaca su legado como una figura seminal en la transición de modelos tradicionales y esencialmente apolíticos del salafismo -rigidez religiosa que se resiste a las normas modernas- con el surgimiento del movimiento salafi-yihadista, más notoriamente encarnado en los grupos rivales de Al Qaida y el Estado Islámico en Irak y el Levante. A mediados de los años sesenta, denunció la tolerancia de los Hermanos Musulmanes sirios a los sufíes y otros supuestos «herejes». Su ruptura radical con la Hermandad y la incompatibilidad con cualquiera de los regímenes sirios que surgiera de la Independencia le llevó a Arabia Saudí, huyendo de forma preventiva a la cárcel sistémica que construiría Hafez al Assad para este grupo.

El caldo de cultivo saudí

En los años que estuvo en Arabia Saudí, de 1965 a 1974, «Surur empezó a predicar un islamismo radical por el que se debía resucitar el salafismo, no solo desde el lado teórico, sino acompañándolo de un movimiento político y social de cambio. Uno de los elementos más importantes que defendió fue el de oponerse a la idea de obedecer al mandatario en el islam aunque fuera injusto y corrupto. Esta lucha le obligó a irse a Kuwait: los jeques saudíes se enfadaron», explica a ABC Waleed Saleh, profesor de Estudios Árabes y Musulmanes de la Universidad Autónoma de Madrid. Saleh junto al periodista Eugenio García Gascón confrontaron recientemente en Casa Árabe su legado con el de Muhammad Abduh, intelectual religioso, jurista y reformador liberal egipcio.
Pedía levantarse contra los líderes que no seguían el islam de la sharia
La propaganda de Daesh ha amenazado de muerte a Erdogan, Al Sisi y otros líderes de Oriente Medio. Los considera malos musulmanes, ignorantes de la sharia, como también a los Hermanos Musulmanes("cáncer apóstata"), es decir, todos aquellos que no siguen los designios del «califa» Bagdadi. Autores como Surur le vienen de perlas al ISIS (por sus siglas en inglés) porque desarrolla una ideología más extremista en la línea de Qutb y su libro Jalones en el Camino de eliminar toda tolerancia de aquellos que no aplican lo que a su juicio son las enseñanzas del islam», apunta Saleh. Según cuenta, en sus años en Arabia Saudí, que sirvió a los intereses del wahabismo hasta que se volvió demasiado peligroso para el régimen, adoctrinó a «cientos y miles de jóvenes en esa ideología extremista en contra de los opositores», agrega. Después de abandonar Arabia Saudí en 1975, Surur se dirigió a Kuwait, luego al Reino Unido, a Jordania y finalmente falleció en Qatar.
Abu Mohamed al Maqdisi, posiblemente el más influyente de los ideólogos salafista-jihadistas vivos, aunque despreciado por Daesh por la crítica de sus excesiva violencia, se sintió atraído por la doctrina de Surur: «la combinación de crítica a los líderes gobernantes y el uso de fuentes salafistas», escribe Joas Wagemakers en «El yihadista quietista». Aunque Maqdisi encontró más tarde a Surur «demasiado cerca de los regímenes árabes y musulmanes existentes, así como falto de compromiso revolucionario», añade Ibish.
Como reacción a la «Revolución de los Ayatolás», Surur publicó su libro anti-iraní «Ahora viene la era de los magos», que, según Ibish, fue sin duda uno de sus textos más influyentes en el mundo árabe, tanto que fue citado de manera frecuente por Al Zarqawi, fundador de Al Qaida en Mesopotamia y precursor inmediato de Estado Islámico. «Otro de los temas que combatió con toda energía fue el 'jomeinismo', cuestionando incluso el chiísmo como rama del islam», subraya el profesor de origen iraquí de la Universidad Autónoma de Madrid. «En Daesh hay líderes muy conocedores de la religión; Abu Bakr al Bagdadi es un hombre formado al que no se puede tachar de ignorante como a los miles que se han lanzado ahí sin tener ni idea del islam».
Para inspirar ataques terroristas no tiene que decir «coged las armas», solo que hay que cambiar la sociedad como sea
De la influencia de Surur, surgió una corriente en el extremismo suní conocida como Sururismo: rechazar la supremacia del mandatario musulman, si es corrupto, combatirlo como una obligacion religiosa, y reislamizar las «sociedades de la ignorancia». «Para influir en ataques terroristas o necesariamente tiene que decir oye, coged las armas y empezad a bombardear, con que diga que esta sociedad hay que cambiarla y utilizar todos los medios… Viene recogido en sus escritos, en cientos de entrevistas de televisión. Luego ha dirigido varias revistas, como en Inglaterra La Sunna («las tradiciones y prácticas del Profeta»), dice Saleh.
Para Waleed Saleh el sururismo ha formado parte de un conjunto de tendencias con un papel importante en las revueltas árabes. «Como los Hermanos Musulmanes, él y sus seguidores han sabido jugar al gato y al ratón desde las sombras, siendo más listos que otros movimientos que se han enfrentado al poder y han salido derrotados». Surur desempeñó un papel importante en los primeros años del levantamiento en Siria por su vinculación como líder intelectual del en inspirar gran parte del liderazgo del Consejo Sirio Islámico respaldado por Turquía y Qatar. “Tanto él como otros intelectuales del islamismo más radical no han sido ni mucho menos amigos de la modernidad, ni de la democracia y ni mucho menos de los Derechos Humanos. No quieres leyes humanas, solo las dictadas por Dios», concluye Saleh.
Al final de su vida se moderó. Surur no defendía los atentados suicidas ni los coches bomba, ni mucho menos la ultraviolencia de Al Qaida ni el extremo bárbaro de Daesh, pero sí cocinó una ideología y una base programática, moral e intelectual que han impulsado la ola yihadista que sacude Oriente Medio.

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