lunes, 21 de agosto de 2017

Todos somos Cataluña, salvo los que dice el Govern

EL PAÍS OPINIÓN


Si la Generalitat se atreve a clasificar a los muertos como españoles o catalanes insulta a las víctimas y a la verdad.


Un hombre, ante el homenaje improvisado a las víctimas.  REUTERS


Todos somos Cataluña, como todos fuimos Niza, Mánchester, Nueva York o Madrid en el monopoly de terror al que nos están obligando los yihadistas. La solidaridad se contagia sin esperar instantes ni que nos paremos a analizar previamente si Madrid es una nación, como sugiere ahora el PSOE, si Cataluña es una autonomía que aspira a mucho más o si unos quieren votar y otros no. O no así. Terrorismo es terrorismo y verdad es verdad.
Lo que sorprende en medio de esta fusión contagiosa gracias a los valores y el respeto que compartimos es que el Gobierno de la Generalitat haya decidido que los fallecidos identificados son por ejemplo de Italia (pero no de Milán o Sicilia), de Portugal (sin que conste si de Sintra o las Azores) y las víctimas españolas sin embargo se dividan en dos: los dos catalanes y los dos españoles. Aquí su verdad ya no es verdad.
¿Se refiere el conseller de Interior, Joaquim Form, que así habla, al granadino que tan lamentablemente murió en la Rambla con un sobrino nieto y que estaba afincado en Cataluña desde los sesenta? ¿El que vino de fuera es siempre de fuera o llega un momento en que es de dentro? ¿En qué momento un catalán es catalán y no español? ¿cuando ha nacido allí, cuando suma ocho apellidos catalanes? ¿Clasificarán a la pobre víctima de nacionalidad belga como procedente de Flandes o de Valonia? ¿Y cómo habría querido ella ser clasificada? ¿Alguien lo ha pensado?
Repaso la lista de fallecidos y, entre los españoles confirmados e identificados siento dolor por Francisco López Rodríguez, tornero fresador, nacido hace 57 años en Lanteira (Granada) y emigrado a Cataluña, hasta el jueves residente en Rubí. Por su sobrino nieto, Xavi, de tres años. Por la madre de éste, por la esposa de Francisco y por otra menor, que resultaron heridas. Por Pepita Codina, mujer de 75 años vecina de Sant Hipòlit de Voltregà (Barcelona) que paseaba por ahí. Por Silvina Alejandra Pereyra, hispano-argentina de 40 años, vecina de Barcelona desde hace diez. Por Ana María Suárez, mujer de Zaragoza fallecida en Cambrils. Etcétera. Gente de aquí y de allá, migrantes, turistas, propios, ajenos. ¿Se atreve Form a clasificarlos por alguna otra consideración distinta a la que figura en su pasaporte? Parece que sí. Y sin pedir permiso.

Triste es escribir esto en días de dolor, pero más triste es escuchar lo que escuchamos. Hay personas que nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad y esta vez Form la ha perdido. La oportunidad de sumar sin dividir. De no insultar a las víctimas ni a la verdad. Ojalá ni él ni nadie pierda las siguientes. Y diga lo que diga, todos somos Cataluña.

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