domingo, 5 de noviembre de 2017

Las auroras boreales de Neptuno sorprenden a los científicos

la razón.es


Las del norte y las del sur actúan, contra todo pronóstico, de forma independiente, según un estudio.


Neptuno y las lunas que orbitan a su alrededor

Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que Júpiter, el mayor planeta del Sistema Solar, también tiene auroras australes (sur) y que éstas, contra todo pronóstico, actúan independientemente de las del norte (boreales).
El hallazgo, en el que ha participado Raquel Caro-Carretero, de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ICAI) de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, se publica en Nature Astronomy, informa Efe.
Las auroras son fenómenos planetarios que tienen lugar cuando el viento de partículas energéticas de una estrella choca con el campo magnético de un planeta (magnetosfera).
«En el caso de Júpiter, que tiene un poderoso campo magnético, actúa como un imán gigantesco que alberga intensas auroras, pero hasta ahora estos fenómenos sólo se habían observado con rayos X en el polo norte del planeta», explica a Efe Caro-Carretero.
Sin embargo, la investigación publicada hoy y dirigida por William Dunn (University College London) revela que el gigante gaseoso del Sistema Solar también tiene auroras en su extremo sur.
Pero, si los puntos luminosos australes brillan cada once minutos, las auroras del norte son erráticas y «no coinciden ni en comportamiento, ni en intensidad ni en frecuencia con las del norte», un hallazgo altamente inesperado que cuestiona las teorías actuales de cómo se generan las auroras en Júpiter.
«No esperábamos ver los puntos calientes de Júpiter pulsando de manera independiente, sino que creímos que su actividad estaría coordinada por el campo magnético del planeta. Necesitamos estudiar más a fondo este fenómeno para comprenderlo y en ese contexto la ayuda de la misión Juno de la NASA será crucial», sostiene Dunn.
Dunn y sus colegas detectaron las auroras australes utilizando los datos recabados por los observatorios espaciales XMM-Newton (2007) y Chandra (2016), equipados con espectrómetros y cámaras de fotones que, combinados, facilitaron las imágenes de rayos X de alta resolución.
Pero la única herramienta capaz de despejar las dudas de los astrónomos será la sonda Juno de la NASA, una nave no tripulada del tamaño de una cancha de baloncesto impulsada por energía solar y que desde enero de 2016 orbita al planeta gigante para detectar sus auroras y estudiar su formación y su evolución.
Durante 20 meses (hasta 2018), Juno tiene previsto dar 37 vueltas a la órbita de Júpiter.
En el tiempo que lleva de misión, Juno ha ayudado a reescribir casi todo lo que se sabía del planeta gigante pero la nave espacial no está equipada con un instrumento de rayos X a bordo.
Para entender cómo se producen estas auroras, el equipo espera combinar la información recopilada por los observatorios espaciales XMM-Newton y Chandra con los datos recogidos por Juno en su exploración del planeta.
«Si podemos empezar a conectar los rastros de rayos X con los procesos físicos que las producen, entonces podemos usar esa información para comprender otros cuerpos del universo como las estrellas enanas marrones, los exoplanetas o incluso las estrellas de neutrones», sostiene William Dunn.
«Es un paso muy importante para comprender los rayos X en todo el universo y que solo tenemos mientras Juno realice mediciones simultáneamente con Chandra y XMM-Newton», concluye Dunn.

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