Natalia Sancha
Estados Unidos exige que las potencias no usen Líbano para zanjar sus propios conflictos.
Una pancarta del ex primer ministro libanés, Saad Hariri, este viernes en Beirut. AZIZ TAHER REUTERS
La confusión aumenta en Líbano tras la inesperada dimisión desde Arabi Saudí, el pasado sábado, del primer ministro, Saad Hariri, de 47 años El presidente libanés, Michel Aoun, y otras autoridades reclaman que regrese mientras el líder del partido-milicia chií Hezbolá, Hasan Nasralá, ha acusado a Riad de tener “detenido” al jefe del Gobierno, que vive allí buena parte del año. El secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, ha reclamado a las potencias que "no utilicen Líbano como lugar de conflicto de los intereses de terceros" y ha calificado a Hariri como un "gran aliado de EE UU".
La inusual forma en la que Hariri se ha dirigido a sus ciudadanos, a través de un canal de televisión saudí, así como el lugar, desde Riad, ha desatado los rumores en la capital libanesa sobre un supuesto arresto domiciliario: "Se muestra muy parco al teléfono y sinceramente ni siquiera nosotros sabemos lo que está pasando”, dice en Beirut y desde el anonimato uno de sus asesores. La agencia de noticias Reuters citó a tres fuentes oficiales libanesas que refrendan el arresto domiciliario de Hariri impuesto por la monarquía saudí.
El líder de Hezbolá ha declarado que "Hariri está detenido en la capital saudí e impedido de retornar a Líbano". El lunes Nasralá ya sostuvo que “está claro que la renuncia ha sido una decisión saudí impuesta sobre el primer ministro Hariri. No era su intención, no era su voluntad y no ha sido su decisión”. El presidente, el exgeneral Michel Aoun, ha pedido ayuda internacional para "poner fin a la ambigüedad reinante sobre la situación de Hariri y para zanjar los rumores de que Arabia Saudí podría haber exigido" a su partido que "jure lealtad" al hermano de Hariri, Bahaa, según declaraciones recogidas por el diario libanés Al Joumhouria.
Ante el alarmante silencio de Hariri, quien ni niega ni afirma estar retenido, varios oficiales internacionales se han pronunciado. El jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, ha lanzado un aviso a las potencias vecinas: "Estados Unidos exhorta a todas las partes, tanto fuera como dentro de Líbano, a respetar la integridad y la independencia de las instituciones nacionales legítimas de Líbano". Tillerson ha añadido que su país "respeta al primer ministro libanés, Saad Hariri, como aliado sólido de EE UU". El jefe de la ONU, Antonio Guterres, ha advertido de que un nuevo conflicto en Líbano (que sufrió una brutal guerra civil entre 1975 y 1990) tendría "consecuencias devastadoras". Entretanto, cuatro países del Golfo —Arabi Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Bahréin— han instado a sus ciudadanos a abandonar de inmediato Líbano.
A estas declaraciones se han sumado las del portavoz del Ministerio de Exteriores francés, quien ha defendido que "Francia desea que Hariri tenga libertad de movimiento y que sea plenamente capaz de jugar un papel esencial en Líbano". Horas antes, el ministro del ramo, Jean-Yves Le Drian, afirmó, tras la visita del embajador francés a la casa de Hariri en Riad, que creía que "Hariri tiene libertad de movimiento". Hariri ha también ha recibido estos días a la jefa de la delegación europea, el encargado de negocios norteamericano y los embajadores de Rusia, Italia y Reino Unido. Ninguno de ellos ha realizado declaración alguna.
El propio bureau político del partido de Hariri tampoco logra responder a si se encuentra o no en arresto domiciliario en la capital saudí. “El regreso del líder del Gobierno libanés, líder nacional y del movimiento El Futuro, es necesario para respetar el equilibrio libanés en casa y fuera, y en el marco de la legitimidad libanesa representada por la Constitución y por los acuerdos de Taef [firmados en 1989 y que pusieron fin a la guerra civil]”, ha hecho público este viernes en un comunicado y tras una reunión de emergencia, el movimiento El Futuro, que lidera Hariri.
Todas las facciones libanesas han unido sus voces a la hora de exigir el regreso de Hariri. Cuantos más días transcurren en su ausencia, mayor es el cruce dialéctico entre las potencias regionales—Irán y Arabia Saudí— vaticinando un posible colapso del frágil consenso libanés actual que apadrinaron. Este jueves fue el turno del ministro de Asuntos Exteriores y yerno del actual presidente, Gebran Bassil: “Pedimos el regreso a la nación de nuestro primer ministro”, escribió en su cuenta oficial de Twitter.
Las rencillas tribales de la casa real saudí parecen solaparse con las familiares de la neo dinastía Hariri, ante una monarquía que pretende unificar bajo un solo mando el control de su país y el de la oposición al eje Irán-Siria-Hezbolá en Líbano. Entre los bastidores del partido El Futuro, la sorpresa inicial ha dado paso a la indignación conforme sus miembros debaten un posible doble golpe orquestado desde Riad. Un revés que implicaría desplazar la derrota saudí sufrida en la guerra siria, para retornar a Líbano como tablero tradicional de enfrentamientos írano-saudíes.
Según varios miembros del movimiento El Futuro consultados, La purga saudí anti-corrupción que se ha saldado con más de 200 personas en la cárcel se simultanea con otra posible purga en Líbano para forzar un cambio de liderazgo dentro de la familia Hariri. En pleno terremoto de arrestos desatado en Riad, Hariri podría estar también vinculado a la purga palaciega saudí, país del que dispone de la nacionalidad y cuya multimillonaria empresa de construcción Saudi Oger ha caído en bancarrota dejando una enorme deuda con sus, hasta ayer, valedores saudíes.
Al igual que Bachar el Asad en Siria, Hariri no estaba predestinado a suceder a su progenitor en Líbano. El turno era el de su hermano mayor, Bahaa Hariri. El Asad fue llamado a heredar el poder en Siria tras la inesperada muerte en un accidente de tráfico de su hermano mayor, Basil el Asad. En el caso de Hariri, este tomó las riendas del partido tras que las discordias internas levantadas por el magnicidio de Rafik Hariri en 2005 acabaran por apartar a su hermano mayor de la política. Fue precisamente el mismo Riad, desde donde ha renunciado Hariri, el que le devolvió a la silla de primer ministro en 2016 tras tres años de autoexilio.
Entre los posibles remplazos familiares se baraja el retorno de Bahaa Hariri, para tomar las riendas del tándem El Futuro- Bloque 14 de Marzo. Por otro lado, se baraja también aupar a la cabeza del partido a la más popular Bahia Hariri, tía del actual primer ministro y miembro del parlamento libanés. Esta última, más afín a la agenda regional del nuevo príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, en lo que respecta a una guerra contra Hezbolá u otra nueva en la frontera sur contra el Ejército israelí. Una opción que Nasralá se ha apresurado a abordar en su discurso: “Israel no trabaja al servicio de Arabia Saudí y una agresión israelí solo depende de sus propios cálculos”.
Según fuentes citadas por el diario libanés Al Akhbar, a Saad Hariri se le ofertaría una prematura jubilación de la vida política con vistas a mudarse a su residencia en París.
SAAD HARIRI, ATRAPADO ENTRE BEIRUT Y RIAD
N.S-BEIRUT
Nacido en 1970 en Arabia Saudí de padre libanés y madre siria, Saad Hariri mantiene la doble nacionalidad líbano-saudí. Padre de tres hijos, saltó a la política en 2005 como líder del partido El Futuro y de la coalición 14 de Marzo tras el asesinato de su padre y ex primer ministro Rafic Hariri. En tanto que primer ministro no heredó el poder político de una dinastía feudal anclada durante décadas como la drusa de los Jumblat, o la suní de los Karame. Se trata de un neopolítico en la clase gobernante y heredero de una carrera inaugurada por su padre, aquel hombre de negocios que entró en política a través del imperio económico que edificó en el ámbito de la construcción en el reino saudí.
“Rafic Hariri conocía muy bien sus límites y desarrolló una amplia red de contactos en Siria y Líbano que le protegían”, dice en Beirut y amparado en el anonimato un importante hombre de negocios sirio. “Supo contrarrestar el poder chií encarnado por las armas de Hezbolá con el económico de los suníes. Pero su hijo no respetó las reglas del juego y se quemó”, acota. Los Hariri han construido su fortuna primero en Arabia Saudí tras ganarse la confianza de los Seud, y la ampliaron más tarde en Líbano al hacerse cargo de gran parte de la reconstrucción de posguerra.
Tras ejercer como primer ministro entre 2009 y 2011, Saad Hariri se autoexilió de Líbano durante tres años alegando temer por su vida. A caballo entre París y Riad, dejó atrás un bloque suní libanés, por segunda vez nuevo huérfano de líder. Un vacío que intentaron colmar sin éxito líderes radicalizados por el auge de Hezbolá. De nuevo Hariri dice temer por su vida, y lo hace desde Riad. Los paralelismos se repiten en la historia libanesa. Fue precisamente la injerencia siria en Líbano y ese mismo temor por su vida el que alegó en 1990 el actual presidente Michel Aun, cuando se autoexilió a Francia. Para regresar 15 años después convertido en el principal aliado de Hezbolá y Damasco en Beirut.
Hariri aparece hoy más débil que nunca con un dilapidado capital político, social y financiero.
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