Manuel Ansede
El descubrimiento, en Argelia, aleja la visión del este de África como cuna exclusiva de la humanidad.
Excavación arqueológica en el barranco de Ain Boucherit, en Argelia. MOHAMED SAHNOUNI
Hace un año, un hombre barbudo con una túnica blanca típica de los salafistas se encaramó a la estatua de una mujer desnuda en una fuente de la ciudad de Sétif, al norte de Argelia. Con un martillo y un cincel, el fanático destruyó la cara y los pechos de la escultura, un monumento emblemático de la urbe desde 1898. Semanas después, en medio de la polémica, una diputada islamista, cubierta con un velo, exigió tapar la estatua con un pañuelo o esconderla en un museo. “Lo que hay que meter en un museo no es la escultura, sino a las personas que sugieren una idea semejante”, sentenció el ministro de Cultura, Azzedine Mihubi.
“Toda África fue la cuna de la humanidad”, opina el arqueólogo argelino Mohamed Sahnouni
En el museo de Sétif, efectivamente, no se custodia la estatua de la mujer desnuda, que sigue en la fuente pública, sino un hallazgo que encaja muy mal con las creencias ultrarreligiosas, ya tengan a Alá o a cualquier otro dios como protagonista. Se trata de piedras talladas y huesos de animales con marcas de cortes, que demuestran que ya había humanos arcaicos con herramientas toscas en el norte de África hace 2,4 millones de años, 600.000 antes de lo que se pensaba. El descubrimiento dibuja un escenario evolutivo muy complejo, cada vez más alejado de la tradicional visión de África oriental como cuna exclusiva de la humanidad. “Toda África fue la cuna de la humanidad”, opina el arqueólogo argelino Mohamed Sahnouni , del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos.
Las piedras talladas comenzaron a aparecer en 2006 en el yacimiento de Ain Bucherit, un barranco situado a unos minutos en coche de Sétif. Son cantos de río que los primeros miembros del género Homo golpearían para lograr bordes afilados con los que descuartizar animales similares a antílopes y a cebras. Es el origen de la conducta humana. “Ahora la gran pregunta es quién fabricó estas herramientas”, reflexiona Sahnouni , director del proyecto de investigación de Ain Bucherit. Su hallazgo se publica hoy en la revista Science.
Durante décadas, África oriental se ha considerado la cuna exclusiva de la humanidad y el lugar de invención de las primeras herramientas de piedra. Allí hay yacimientos con cantos tallados de hace entre 2,6 y 1,9 millones de años, como los de Gona, Omo y Hadar, en Etiopía, y los de Turkana Occidental y Kanjera, en Kenia. La primera cultura humana, la Olduvayense, caracterizada por estos cantos tallados, se llama así por la Garganta de Olduvai (Tanzania), nido de estas herramientas de piedra.
La gran pregunta ahora es quién fabricó las herramientas de piedra halladas en Ain Bucherit
A juicio de Sahnouni , los artefactos argelinos de 2,4 millones de años sugieren una rápida expansión por el continente o incluso “un origen múltiple de la cultura humana” en diferentes puntos del norte y el este de África. Los humanos modernos, los Homo sapiens, surgieron mucho después, hace unos 300.000 años. Los restos fósiles más antiguos se han encontrado, precisamente, en el norte de África, en el yacimiento de Jebel Irhud (Marruecos).
En el barranco argelino de Ain Bucherit, junto a las piedras talladas, se han encontrado huesos de elefantes, rinocerontes e hipopótamos. Pero ningún resto humano de la misma época. En Etiopía, en 2013, apareció media mandíbula con cinco dientes de 2,8 millones de años, perteneciente al primer miembro conocido del género Homo, una especie todavía sin clasificar que sería medio millón de años más antigua que el Homo habilis. Sahnouni cree que esta especie es la mejor candidata a ser la autora de las primeras herramientas del norte y el este de África. El arqueólogo, nacido en Argel en 1956 y vecino de Burgos desde 2010, está convencido de que pueden aparecer restos fósiles de 2,8 millones de años en el entorno de Ain Bucherit. Buscarlos es su próximo objetivo.
La arqueóloga Isabel Cáceres, de la Universidad Rovira i Virgili, ha participado en el análisis de las marcas de corte en los huesos animales. Son surcos imperceptibles e insulsos para un profano, pero se convierten en un libro de texto bajo la mirada de Cáceres. “Si hay marcas de corte en la cara interna de las costillas, significa que evisceraban ellos a los animales. Por lo tanto, no eran meros carroñeros pasivos. Ellos llegaban antes que los carnívoros. Tenían acceso prioritario a la carne”, apunta la arqueóloga, también investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, en Tarragona.
El prehistoriador Manuel Domínguez Rodrigo, codirector de un proyecto de investigación en la garganta de Olduvai y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, aplaude el nuevo estudio, en el que no ha participado. A su juicio, las marcas de corte y el gran tamaño de los animales de Ain Boucherit sugieren posibles “estrategias de emboscada”, que implicarían una organización social en proceso de sofisticación. “Es lo mismo que estamos viendo en yacimientos de África oriental de la misma época: los homínidos ya están llegando los primeros”. Era el comienzo del dominio humano del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario