Ángel Luis de Santos
El balance final, pese a los apenas 10 días del conflicto, supuso la muerte de unas 78 personas: 44 muertos en el Ejército yugoslavo, 18 muertos en el lado esloveno y 12 extranjeros.
Tanques yugoslavos repeliendo un ataque esloveno en Rožna Dolina. (Foto: Peter Božič)
El presidente catalán Quim Torra ha reivindicado, primero en la propia Eslovenia el pasado jueves y después ayer en Bruselas, la denominada «vía eslovena» para lograr la independencia de Cataluña. “La vía a seguir es la eslovena, la de la libertad”, dijo Torra en una conferencia en el Ayuntamiento de Liubliana, en alusión al proceso de independencia de Eslovenia respecto a Yugoslavia en 1991.
Pero, ¿cómo consiguió Eslovenia su independencia realmente? Lo que oculta Torra o parece haber olvidado es que se produjo después de un breve conflicto armado entre la entonces región yugoslava y Yugoslavia sucedido en 1991, inmediatamente después de que esta región yugoslava declarase su independencia.
Eslovenia se declaró independiente el 25 de junio de 1991 (con un apoyo del 94% de los diputados de su parlamento regional, frente al escaso 50% del que tuvo en Cataluña), pese a que sus líderes habían anunciado que lo haría el día 26. Este adelanto fue una acción estratégica para tener una cierta ventaja ante la expectativa de una confrontación inevitable con Yugoslavia una vez tuviese lugar la declaración de ruptura. Adelantando en 24 horas la declaración, el gobierno esloveno trastocaba la respuesta de Belgrado, preparada para el 26 de junio.
Esta declaración llegaba después de que el 23 de diciembre de 1990 Eslovenia celebrara un referéndum, con un 93,2% de particpación (frente al escaso 40% que votó en el ilegal de Cataluña), en el que la opción de la independencia recibió un 95 % de respaldo. El gobierno regional esloveno sabía que las autoridades de Belgrado podían decantarse por el uso de la fuerza para acabar con sus aspiraciones independentistas y, en efecto, inmediatamente después del plebiscito, el Ejército Popular Yugoslavo (JNA) anunció que aplicaría a toda la federación yugoslava una nueva doctrina de defensa distinta de la de Tito, la cual estipulaba que cada república mantenía su propia fuerza de Defensa Territorial (Teritorialna Obramba o TO).
Tras el referéndum, el Gobierno regional esloveno promulgó un decreto en septiembre de 1990 por el que se establecía el mando único directo de su TO, creando paralelamente y en secreto una estructura de mando alternativa y oficiosa. Así, se garantizaban una estructura de mando paralelo para su propia fuerza de Defensa Territorial y, cuando los tribunales yugoslavos declararon ilegal el decreto esloveno, la estructura de mando fue “de facto” reemplazada por la paralela. Entre mayo y octubre de 1990 unos 21.000 miembros de la policía y de la fuerza de Defensa Territorial eslovena fueron movilizados por la estructura paralela, fuera del control de las autoridades nacionales yugoslavas.
Aunque la cúpula del JNA estaba de acuerdo en el uso de la fuerza contra las pretensiones independentistas eslovenas, discrepaban en la manera de hacerlo. Mientras que el comandante en jefe del JNA, el general Blagoje Adžić, abogaba por una operación a gran escala dirigida a disolver el gobierno esloveno y sustituirlo por un gobierno militar yugoslavo, su superior político, Veljko Kadijević, proponía una aproximación más cautelosa que no hiciera elevar la tensión. abogando por una mera demostración de fuerza que persuadiese al gobierno esloveno de desistir de sus pretensiones independentistas. Este debate interno dentro del JNA se decantó por la postura de Kadijević.
Durante las primeras horas del 26 de junio de 1991, unidades del 13º Cuerpo del Ejército Popular Yugoslavo salían de su acuartelamiento en Rijeka (Croacia) para dirigirse a los puestos fronterizos de Eslovenia con Italia, lo que provocó la reacción de la población eslovena, que levanta barricadas y muestra su rechazo a la demostración de fuerza del JNA. En estos primeros momentos del conflicto, ambos bandos parecen seguir una política tácita de no ser los primeros en abrir fuego.
Al mismo tiempo, el gobierno esloveno pone en marcha su plan para tomar el control efectivo de su territorio empezando por los puestos fronterizos y el aeropuerto internacional de Brnik, en las inmediaciones de Liubliana, capital del país. La mayoría del personal de los puestos fronterizos eran eslovenos leales a su gobierno, de manera que estas acciones pudieron desarrollarse pacíficamente, simplemente cambiando los uniformes y la bandera. El control de los pasos fronterizos con Italia y Austria suponía en la práctica que hasta el 40% del intercambio comercial de entrada en Yugoslavia quedaba virtualmente en manos del gobierno independentista esloveno.
Al finalizar el segundo día, sin embargo, el Ejército Popular Yugoslavo había capturado ya todos los puestos fronterizos con Italia, todos los pasos con Austria salvo tres, y buena parte de los nuevos puestos fronterizos establecidos en los límites con Croacia. Además, se produjeron las primeras víctimas mortales: cuatro entre las filas del Ejército yugoslavo y una en el bando esloveno.
A partir del tercer día se intensificaron los combates, el Ejécrito esloveno lanzó una ofensiva militar en toda regla. Se produjeron incluso ataques aéreos, la destrucción de carros de combate y el levantamiento de barricadas con camiones. El número de muertos se fue incrementando.
El Ejército yugoslavo se vio superado por las fuerzas eslovenas que contaba con el apoyo de la población y al final del octavo día de conflicto se declara un alto el fuego por el que el el JNA se retira a sus acuartelamientos. En los dos días posteriores, con el alto el fuego ya en vigor, los dos bandos se retiran. Las fuerzas eslovenas tenían el control efectivo de todos los pasos fronterizos del país y a las unidades del JNA se les permitía retirarse pacíficamente a los cuarteles y cruzar la frontera hacia Croacia.
Así, la Guerra de los Diez Días tocaba a su fin con el acuerdo de Brioni, firmado en las islas croatas del mismo nombre. Los términos eran claramente favorables a Eslovenia; se aceptaba una moratoria de tres meses sobre la independencia eslovena y la policía y las nuevas fuerzas armadas eslovenas eran reconocidas como soberanas en su territorio.
Se aceptaba que todas las unidades militares yugoslavas saldrían de Eslovenia, fijando con el gobierno yugoslavo un plazo hasta finales de octubre para completar el proceso. El gobierno esloveno insistía en que la retirada tendría que continuar en sus términos; no se permitió al JNA retomar mucho de su armamento pesado y equipamiento, que más tarde fue desplegado localmente o vendido a otras repúblicas yugoslavas. La retirada empezó aproximadamente diez días más tarde y se completaba cerca del 26 de octubre.
El balance final, pese a los apenas 10 días del conflicto, supuso la muerte de unas 78 personas: 44 muertos y 146 heridos en el Ejército yugoslavo, 18 muertos y 182 heridos en el lado esloveno y otros 12 extranjeros, principalmente periodistas y camioneros de Bulgaria que se habían cruzado en la línea de fuego.
Paralelamente, 4.692 soldados del JNA y 252 policías federales fueron capturados por los eslovenos. Según evaluaciones de posguerra del JNA, sus pérdidas materiales equivalían a 31 tanques, 22 transportes blindados de personal, 6 helicópteros, 6.787 armas de infantería, 87 piezas de artillería y 124 armas de defensa aéreas estropeadas, destruidas o confiscadas. El daño material era bastante ligero a causa de la corta duración de la guerra.
¿Están dispuestos los catalanes a una guerra con España que suponga la pérdida de decenas de vidas humanas?
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