Antonio Maqueda
“En 2018 el sector industrial, tanto en magnitud como en empleo, ha moderado su crecimiento en mayor proporción que la economía española en su conjunto”, reza el decreto de apoyo a la industriaaprobado en el Congreso el pasado viernes. Los datos certifican que la producción industrial crece, pero también que ha perdido pujanza durante el último año. Al mismo tiempo, por primera vez desde el comienzo de la crisis, las exportaciones españolas pierden peso en el PIB. Es decir, crecen menos que el resto de la economía. Y todo indica que esa ralentización está perjudicando a las manufacturas españolas. Los nuevos estándares medioambientales para fabricar coches también han tenido un efecto, si bien solo temporal y menor que en otros países.
Contenedores en el puerto de Valencia, el pasado mes de noviembre. MÒNICA TORRES
“Si bien la producción industrial continuó creciendo en el tercer trimestre del año, su tendencia muestra una suave desaceleración”, afirma un informe de la consultora Equipo Económico. El Índice de Producción Industrial registró en agosto un crecimiento anual del 1,1%; en septiembre cayó un 0,2%, y en octubre avanzó un 0,8%, todos ellos valores “claramente por debajo de los incrementos del año pasado en esos mismos meses”, explica. Y lo mismo ocurre con la cifra de negocios de la industria, que sumó en septiembre un 2,7% interanual, muy por debajo del 6,3% y el 5,9% contabilizados en los dos meses previos. Aunque el índice PMI manufacturero sigue por encima de los 50 puntos que implican expansión, los 52 puntos de diciembre están lejos de los 56 anotados entre enero y marzo. La ralentización es evidente.
También se percibe en el empleo industrial. Según la EPA del tercer trimestre del año pasado, solo entre julio y septiembre de 2017 se crearon 34.000 puestos de trabajo en la industria. En aquel momento la tasa de creación de empleo anual progresaba a ritmos del 5,5%. Un año más tarde, en el mismo trimestre apenas se han generado 2.800 ocupados y la tasa anual cae a menos de la mitad: el 2,06%. En los datos de Seguridad Social de la industria manufacturera, el empleo en el régimen general crece al 2,57% anual frente al 3,72% al que avanzaba doce meses antes.
“La desaceleración de la actividad es generalizada. Pero además falta dinamismo en la economía global y buena parte de las exportaciones de bienes son productos industriales. Influyen la mayor ralentización en Europa, la incertidumbre sobre el comercio global, el Brexit y las nuevas exigencias medioambientales en la fabricación de automóviles, que han afectado sobre todo a Alemania pero tangencialmente también a España porque producimos mucho componente”, afirma Camilo Ulloa, economista de BBVA.
Las cifras de exportaciones españolas se antojan inequívocas. Las ventas de bienes y servicios al exterior aumentan una tercera parte de lo que lo hacían el año pasado y la mitad de lo que engorda el PIB nominal. Esto significa que, por primera vez desde el inicio de la crisis, las exportaciones perderán peso en el conjunto de la economía tras haber estado elevándose ininterrumpidamente desde el 23% del PIB que suponían en 2009 hasta el 34% que representan en la actualidad. Solo las de bienes, las cuales tienen un alto componente industrial, han pasado de crecer un 9% el año pasado a un 3% este año. Y si antes subían más que las del resto de países, ahora crecen menos.
“La internacionalización constituye un hito muy positivo, pero también significa que la economía es más vulnerable que en el pasado a lo que suceda fuera. Por eso, hay que seguir reforzando la competitividad”, señala Gregorio Izquierdo, profesor de la UNED.
Pérdida de competitividad
Tras años de conquistas a fuerza de duros sacrificios, ¿qué está ocurriendo con la competitividad? Aunque las exportaciones no dependen solo de los precios, estos son un indicador indirecto, y la inflación española ha superado ligeramente la europea en buena parte de los últimos dos años, lo que implica cierta pérdida de competitividad. Si además se examinan los índices de precios de exportación elaborados por el Gobierno, también se acumulan dos años de ligeros retrocesos en la competitividad por precio a pesar de que por costes laborales se sigue ganando. En su último informe trimestral, el Banco de España detecta “un posible agotamiento de los efectos positivos del proceso de ganancia de competitividad observado tras la crisis”.
Al preguntar a la industria, se pone especial énfasis en el aspecto energético. No solo por el pasado encarecimiento del petróleo. También por los derechos de emisión, cuyos precios han disparado el coste de la energía en el último año. Empresas como Alcoa, Vestas, Cemex, La Naval o Tubos Reunidos han anunciado cierres de fábricas, y el elevado coste de la energía figura entre sus quejas.
“Los costes de la energía en nuestras plantas han subido este año a tasas de dos dígitos, y van directamente contra el margen de la compañía. Además, ante la perspectiva de aranceles, los proveedores chinos están trasladando su comercialización de EE UU a Europa”, resalta un industrial español.
Otra razón esgrimida es la puesta en marcha del nuevo protocolo de revisión de emisiones en los coches, que ha entorpecido la producción sobre todo en Alemania, donde alcanza el 7% del PIB. En España supone el 3%. Según el Banco de España, la adaptación aquí ha tenido un cierto impacto pero ha resultado transitorio.
Y existen motivos estructurales: “En los países desarrollados la industria lleva años disminuyendo peso a favor de los servicios. En 1995 era el 16% del PIB. Ahora, entre el 12% y el 13%. En la crisis destruyó menos empleo, pero su recuperación es más gradual. No obstante, las tensiones arancelarias podrían frenar algo las deslocalizaciones”, dice Ulloa.
FUERTE DETERIORO DEL SALDO EXTERIOR
Al menor ritmo de las exportaciones se añade que las importaciones crecen casi el doble que las ventas, de modo que el saldo positivo con el exterior empeora significativamente durante el último año, desde el 2,1% al 1,4% del PIB. El Banco de España lo atribuye al pasado encarecimiento del crudo, la apreciación del euro, la atonía de la demanda externa y la recuperación de destinos turísticos competidores.
Pero también ve otros factores: “Este comportamiento algo menos favorable vendría explicado porque las ganancias de competitividad respecto al exterior han tendido a frenarse y porque las empresas españolas experimentan una necesidad menos imperiosa de buscar nuevos mercados en un contexto de fortaleza de la demanda interna”, dice. Un 65% del deterioro lo achaca a bienes y servicios no energéticos; un 20% a la energía, y un 15% al turismo. Si bien aprecia una mejora muy reciente que podría estabilizar el superávit en el 1% del PIB.
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