M.V.
- SUICAfilms presentó, el pasado 28 de noviembre, su laureado documental en Madrid.
- Rafa Molés, director y guionista de la cinta, desvela sus pormenores a ABC y aclara la controversia que se ha generado a su alrededor.
«El día de las bombas fui a trabajar. De camino, vi que se acercaban tres aviones. Pasaron por mi derecha. De repente giraron y se pusieron en fila. El primero lanzó una bomba que se veía caer. Cuando explotó tiraron otra y otra. Parecían negras, como si fueran un hombre vestido de negro». Con estas palabras explicaba un vecino de Benassal (un pequeño municipio de la provincia de Castellón, en el Alto Maestrazgo) el momento exacto en el que cayeron varios explosivos de 500 kilogramos sobre otros tantos edificios de su pueblo a finales de mayo de 1938. Su testimonio forma parte del documental « Experimento Stuka» (presentado porSUICAfilms en Madrid el pasado 28 de noviembre) y es uno de los muchos que ayudaron a un vecino de la región, un físico llamado Óscar Vives, a corroborar que fue la Legión Cóndor la que perpetró este ataque sobre la población civil y que lo hizo para probar sus nuevos aviones JU87A (o Stuka).
«Experimento Stuka», según afirma a ABC uno de sus directores,Rafael Molés, narra el tortuoso viaje que recorrió Vives desde el momento en el que conoció el vago esbozo de esta historia, hasta que logró corroborar un hecho que se había desdibujado y cuyas causas estaban rodeadas de misterio. La productora cuenta, en definitiva, la gesta de un investigador con estudios en física «que se hizo preguntas» y que «trabajó hasta lograr responderlas». Esa es la esencia que busca trasladar hasta la pantalla la productora a través de un hecho que, aunque en España había quedado oculto tras la Guerra Civil, ya se conocía en otros países y había sido divulgado por historiadores como el popular y afamado ensayista británico Antony Beevor.
Eso no impide, no obstante, que este equipo haya ayudado a desentrañar los pormenores de unos experimentos militares tan trágicos como desconocidos en nuestro país. De hecho, hasta ahora los testigos de estos ataques y sus descendientes estaban convencidos de que el bombardeo de Benassal (así como el de otras tres villas cercanas ubicadas también en Castellón) había sido obra de la fuerza aérea de republicana. «Nunca entendimos por qué eligieron cuatro pueblos insignificantes», explica el propio Vives en el reportaje. Ahora, sin embargo, la documentación que manejan tanto él como la productora demuestra que todo formaba parte de unos ensayos mediante los que los nazis pretendían poner a prueba la precisión y la capacidad de carga de sus bombardeos en picado JU87A. Unos aparatos que, a la postre, demostraron su efectividad durante toda laSegunda Guerra Mundial.
En palabras de Molés, lo que ha logrado «Experimento Stuka» es poner de manifiesto que la verdad ayuda a la reconciliación. No puede tener más razón ya que, gracias a la cinta (ganadora del galardón al mejor documental de los Premios del Audiovisual) ha quedado claro que la culpable de las casi 40 muertes documentadas que hubo en estos pueblos fue la Legión Cóndor nazi. La misma que, en abril de 1937, dejó caer sobre la población de Guernica toneladas de explosivos. Aquel día, sin embargo, lo que se testeaba eran los llamados «bombardeos en alfombra» (o masivos), mientras que en Benassal y en el resto de municipios (Ares del Maestrat, Albocàsser y Vilar de Canes) se intentaba descubrir la efectividad del «bombardeo en picado». En otras palabras, el lanzamiento de un único proyectil sobre un objetivo específico -como un carro de combate- acercándose lo más posible al suelo.
Historia redescubierta
El origen de esta historia hay que buscarlo el día en el que Vives, físico de profesión e investigador de vocación, se topó con un párrafo que le sorprendió en «La Guerra Civil española», uno de los libros de Beevor. En pocas líneas, el experto hablaba de estos bombardeos y citaba, como su fuente principal, un dossier del archivo militar de Friburgo, en Alemania. El vecino de Benassal, picado por la curiosidad, comenzó a tratar de desentrañar esta historia olvidada. Y las primeras respuestas que obtuvo fueron el dolor y el rencor de los testigos. Las víctimas que todavía vivían hablaban de varias explosiones que destrozaron desde la iglesia, hasta algunas casas grandes. La lógica, según dejan claro varios testimonios presentes en el reportaje, dictaba que la culpable había sido la aviación republicana.
Pero, en lugar de quedarse con las habladurías, Vives empezó a llamar a una puerta tras otra. Como bien narra el reportaje, una de sus primeras paradas fue el archivo de Friburgo, y allí fue donde encontró el premio gordo: un informe titulado «Imágenes de las bombas de 500 kilogramos en los pueblos de Albocàsser, Ares, Benassal y Vilar de Canes desde los JU87A». La carpeta incluía decenas de fotografías aéreas de aquellas villas antes de los ataques y otras tantas realizadas a la postre sobre el terreno para desvelar la efectividad de las bombas. Las primeras instantáneas, a pesar de haber sido realizadas desde las alturas, eran -según Molés- «sorprendentemente detalladas». Lo suficiente como para que no quedase duda alguna de que no había «ni largas columnas de carros de combate ni de camiones» en la zona y de que dispararían contra población civil desarmada.
A partir de entonces, su trabajo y el de la productora consistió en tejer de nuevo la historia a través de los informes de época, de los testigos que todavía quedaban con vida, de documentación privilegiada y de la ayuda de historiadores como el propio Beevor o Stefanie Schüler-Springorum. Los primeros fueron los más esclarecedores. Gracias a ellos descubrieron que, además de venir a España para combatir a los republicanos junto a Francisco Franco y para saber cómo se desenvolvía la recién formada Luftwaffe (fuerza aérea nazi) en batalla, los germanos también trajeron hasta nuestro país algunas nuevas armas como el mencionado JU87A. El aparato, como bien explica la reputada editorial «Osprey» en su libro « El bombardero en picado Junker Ju 87 Stuka», arribó a nuestras costas de forma clandestina.
«En un posterior envío de material en noviembre [de 1936], se incluyó un contenedor que se trasladó a Tablada para su ensamblaje, y cuyo contenido se mantuvo en el más absoluto secreto. Se trataba de un único aparato sacado de la cadena de montaje de preproducción del Ju-87A-0», explica Osprey. En una entrevista concedida a la productora para el documental, Beevor confirma este hecho: «Los tres Stuka Junker JU87 que enviaron eran prototipos. Los trataban con gran secretismo. Ni siquiera los oficiales franquistas podían acercarse a ellos. Los alemanes los tenían apartados y escondidos». Aunque Molés subraya que eso no significa que no se conociera su existencia. Solo implica que la Legión Cóndor (entre cuyos mandos destacóWolfram von Richthofen) no quería que los españoles se inmiscuyeran en los asuntos teutones.
En los documentos oficiales de la Legión Cóndor también descubrieron que esos primeros Stuka fueron modificados para que pudieran transportar bombas mucho más grandes que aquellas para las que habían sido ideados. Y todo, gracias a unas escuetas líneas firmadas por el Estado Mayor de la unidad: «Dos servicios de caza libre en el sector de Sagunto-Sarrión-Castellón. JU87 servicio contra Benassal, 1,5 toneladas, bombas en el blanco». Los informes republicanos, en los que se afirmaba que este ataque había sido realizado «a las 14 horas» por «tres aparatos de bombardeo» terminaron de demostrar las suposiciones. Sobre la base de estas líneas y las instantáneas de los alemanes quedaba claro que los explosivos que habían equipado eran de 500 kilogramos cada uno, cuando lo recomendable para este aparato eran 250 kilogramos.
Además de otros tantos mapas e informes, uno de los documentos que más ayudó a desvelar el objetivo de estos bombarderos fue el diario personal de Wolfram von Richthofen. Sus palabras sobre un cuaderno que creía privado le dejaron retratado para siempre: «Poder arrojar por fin nuestras bombas sobre verdaderas ciudades permitiría averiguar los efectos de nuestras bombas ya que, dado que los pueblos están muy cerca del frente y su conquista es inminente, es de suponer que podremos examinarlos». Sus palabras también ayudaron a explicar otro de los grandes enigmas de esta historia... ¿Por qué fueron estas cuatro villas las que tuvieron la mala suerte de ser elegidas? Simplemente, porque se encontraban cerca del principal aeródromo de la Legión Cóndor en España, el de La Cenia. «Cogían el avión y en 20 minutos estaban en el pueblo, Podían volver para tomar una cerveza, hacer la siesta e ir a bailes», explica el investigador. Beevor es de la misma opinión.
Finalmente, otro de los documentos que llamó la atención a Vives fue una orden dada por Francisco Franco en la que impedía que se llevasen a cabo bombardeos aéreos sobre las poblaciones civiles. Quizá una forma de limpiar su imagen tras Guernica. Este documento hace que exista la posibilidad de que el alto mando franquista desconociera la existencia de estas operaciones. Una razón más para que, a la postre, haya cundido el caos histórico. En todo caso, los germanos obviaron la norma. «Richthofen no iba a seguir órdenes. Despreciaba a los militares españoles y también al propio Franco», explica el propio Beevor en «Experimento Stuka». Y más, sabiendo que podíaesconder estos ataques durante los avances del ejército nacional en plena batalla del saliente del Maestrazgo.
Sin embargo, Molés insiste en que la finalidad del reportaje no es en ningún caso «entrar en consideraciones militares» y pormenores. «En ese caso hubiéramos elaborado un ensayo histórico. No es eso lo que buscamos. Queremos contar la historia de unos pueblos que desconocían lo que había pasado en realidad y cómo lograron saberlo», añade. Así pues, para ellos el centro del foco debería estar en tragedias familiares como la de Carmen Bono, entonces una niña que vivía en Ares y que, cuando se encontraba en una cueva protegiéndose de los Stuka, vio con sus propios ojos como metían en su interior a un «chico sin piernas» que gritaba desconsolado y pedía a Dios que su madre no supiera que se encontraba en aquel estado. Poco antes, muchos de ellos no habían estado frente a una bomba en su vida. «Salió una cosa muy grande del avión y no sabíamos qué era. Pensábamos que era un saco de trigo», afirma otra de las supervivientes en la cinta.
Controversia
Sin embargo, el documental ha recibido la luz de unos focos bastante desagradables: los de la polémica. Todo comenzó con una serie de artículos que trataban de minar su prestigio. En las últimas semanas, algunas voces han cargado contra este documental enarbolando para ello lo que Molés considera «falsedades». La vertiente más crítica con «Experimento Stuka» afirma, entre otras cosas, que es imposible que el bombardero utilizado fuese «secreto» debido a que el JU87 ya era conocido en Alemania. El director suscribe esta afirmación, aunque añade que no hablan «en ningún momento de aviones ultrasecretos». «No lo eran porque en los partes de guerra se explican sus intervenciones. Pudimos ver archivado hasta el manual de instrucciones. Lo que decimos es que entró de manera clandestina en España», señala.
Esta idea la corroboran en un extenso comunicado que han colgado en su Facebook y que explica todos los puntos que provocan controversia: «Estamos de acuerdo con los citados escritores Carlos Mallench y Blas Vicente en que no lo son. No eran “supersecretos” y por ello no se dice nunca que lo sean en el documental. De hecho, en el film se muestran sus partes de operaciones e incluso el manual original del avión, depositado en Friburgo, donde se ve, en sus especificaciones técnicas, que están diseñados para soportar, únicamente, una bomba de 250 kilos. Hecho clave, ya que como afirma Beevor, las pruebas que se pretenden hacer con los aviones es si pueden ser utilizados con una bomba de mayor tamaño. Óscar Vives sí se refiere, en concreto, al secretismo con el que llegaron a España».
Otro tanto sucede con la segunda crítica que reciben: la que afirma que mienten al incidir en que el experimento era secreto. «”Experimento Stuka” no afirma, además, en ningún momento, que se trate de un “experimento secreto”. De hecho, el film parte de la base de que el experimento ya era conocido desde 2005, cuando el prestigioso historiador británico Antony Beevor lo describe ya en la primera edición de su obra la ‘Guerra Civil Española’. En el documental aparece el propio Antony Beevor argumentando su investigación», completa el mismo informe.
Sus críticos («minoritarios, apenas tres personas», en sus palabras) también cargaron contra ellos afirmando que en un congreso de la Universitat Jaume I sobre la batalla de Levante todos los historiadores presentes se habían mostrado contrarios a la versión de Vives. Una falsedad, tal y como han afirmado la productora y la misma organizadora del evento. «La coordinadora del congreso de la Universitat Jaume I, Rosa Monlleó, desmiente que todos los historiadores estuviesen en contra del investigador Óscar Vives», explica SUICAfilms en el comunicado. A su vez, y para corroborar este hecho, la productora ha contactado con varios expertos que, presuntamente y solo según sus detractores, se habían declarado en contra del documental (por ejemplo Stanley G. Payne, Ángel Viñaso Vicent Grau). Y todos les han dicho que sus declaraciones habían sido sacadas de contexto, tergiversadas o exageradas.
Otro de los puntos que más controversia han suscitado es la carga que estos aviones podían llevar (250 kilogramos) y la que, tal y como se narra en «Experimento Stuka», cargaban aquel día (500 kilogramos). Los críticos señalan que es imposible que portasen ese peso ya que, para hacerlo, debían despegar con varias modificaciones. Entre ellas, menos equipo para enfrentarse al enemigo. «Afirman que los aviones iban totalmente equipados para la batalla, pero se ha demostrado que no. Ellos arguyen, por ejemplo, que despegaron con copiloto porque debían defenderse de los cazas republicanos. Lo que no sabían cuando afirmaron esta teoría en el congreso de la Universidad Jaume I es que, desde el día 22, toda la aviación republicana se había trasladado a Cataluña. Eso, que está documentado por historiadores, les permitió volar a placer», añade Molés.
Molés también carga contra las voces que afirman que el documental ha recibido de forma ilegal casi 180.000 euros de dinero público. «Tenemos la misma financiación pública que tendría cualquiera en nuestras mismas circunstancias y condiciones. No hemos recibido dinero de un partido político, hemos recibido dinero de los fondos de ayuda a la cinematografía que existen en España», añade a ABC. En este sentido, también considera absurdo que acusen a SUICAfilms de encontrarse cerca, por puro interés económico, de los partidos de izquierda. «Esta película ha recibido dinero del Instituto de Cinematografía del Gobierno Valenciano, entonces bajo un tripartito formado por PSOE, Compromís y Podemos. Pero también hemos tenido ayudas del ICAA, y en ese momento en el gobierno estaba el Partido Popular. Entre otras, tenemos además un patrocinio de la Diputación de Castellón, que está dirigida por el PP», completa.
Todos y cada uno de estos organismos, así como la misma TVE (que participa como coproductora) entendieron que «el objetivo no era político, sino todo lo contrario, el de la reconciliación» y por eso les ayudaron. «También nos han pedido que expliquemos la cantidad de dinero que hemos recibo. No hace falta que lo digamos nosotros porque se puede comprobar. Cuando se conceden ayudas públicas a la cinematografía se publican y cualquiera las puede buscar. No hay que pedirlas a nadie», completa Molés. Sin embargo, creen que todas estas críticas (así como otras a las que responden en su cuenta de Facebook) provocan que «se pierda el foco» y se hable de temas accesorios. «Lo importante son las historias personales», afirma.
Con todo, el director cree que la sociedad ha entendido que su objetivo es reconciliar a las dos Españas a través de la verdad histórica. «Ahora, cada vez que vamos a una presentación, a veces hay gente que nos dice que en su pueblo pasó algo parecido y que no saben por qué no se ha investigado. Ese es nuestro objetivo, que podamos hacernos preguntas y, como Óscar, busquemos las respuestas», añade Molés. Al resto, a los que tengan dudas o no se fíen, les aconseja ver el documental, ya que entonces entenderán que las historias personales deben estar por encima de polémicas.
Pinchando en el enlace se accede al reportaje.
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