EL MUNDO SECCIONES
Luis Alemany
Santiago Muñoz Machado, esta mañana, en la sede de la RAE. JAVI MARTÍNEZ
- El nuevo director de la Real Academia Española asegura que las cuentas de la institución estarán equilibradas en un año.
- "No va a ocurrir, pero lo que deseo y creo que debería ocurrir es que el Estado financiara al 100% a la RAE".
- "Si no existiera la Academia, el español no serviría para que 550 millones de personas se entiendan".
- "La Academia no es tozuda en mantener criterios que impidan una cierta feminización del idioma".
Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949) llegó esta mañana a la sede de la Real Academia con el recuerdo de Antonio Maura, el último jurista director de la Real Academia Española, en la boca. No es el presagio de un mandato conservador. Al contrario, sus palabras abren una nueva etapa en la institución.
P. ¿Querría describirnos lo que va bien y lo que va mal en la Real Academia Española en este momento?
R. No voy a hacer en absoluto una entrevista triste o derrotista. La Academia es una casa llena de cosas maravillosas. Para empezar, sus tres siglos de experiencia que la convierten en una institución rocosa. Es muy dura y muy firme en el cumplimiento de sus obligaciones. Las crisis, como en todas las grandes instituciones, son temporales y efímeras. En nuestro caso, ocurre que la Academia ha crecido mucho, ha crecido también en los servicios que presta. Hablamos de servicios públicos que, si no los ofreciera la RAE, los tendría que dar alguien, no sé si el Estado o las Comunidades Autónomas. Lo harían con menos autoridad y con menos experiencia, eso es seguro. Esa ampliación de los servicios nos ha obligado a ampliar la plantilla. 80 personas trabajan hoy en la Real Academia y para poder retribuirles justamente, necesitamos recursos suficientes. Desde que empezó la crisis económica, éste es el aspecto del que más queja tenemos. Pero estoy convencido de que es un problema efímero. Es un trabajo que asumo personalmente. Me doy un año para equilibrar las cuentas de la RAE.
P. Estamos en un 23% de aportación del Estado, ¿verdad? ¿Qué porcentaje le parece que sería razonable?
R. Un 100%.
P. Pero eso no va a ocurrir.
R. No va a ocurrir, pero yo le he dicho lo que deseo y creo que debería ocurrir. Hablo del 100% del gasto básico de la Academia, la inversión que, si no la hiciéramos nosotros, el Estado tendría que hacer a través de sus organismos. A veces, parece que hacemos las cosas por capricho, porque nos gustan las palabras y la literatura. Hacer un diccionario es un servicio público muy importante que atiende a lo más importante que tenemos y lo que más proyección tiene en el mundo.Leo artículos que dicen, más o menos, que tenemos que ofrecer un servicio público por el método de ir mendigando por las empresas...
P. Ya que habla de "mendigar": si uno es el director de la RAE y llama a una empresa importante para buscar patrocinios, me imagino que la gente se le pone y le atiende.
R. Sí. Pero a mí me gustaría revertir ese juego. Es tan importante esta institución que creo, sinceramente, que son las empresas las que deberían venir a buscarnos. De momento, yo estaré encantado de quedar con los empresarios, por supuesto, y me sentiré muy honrado. Ya he cerrado las primeras citas hoy.
P. ¿De qué dependerá que el trabajo de la Academia durante estos años sea o no un éxito?
R. Si pienso en los directores más importantes que ha tenido la RAE , en lo que han hecho... Me acuerdo de don Ramón Menéndez Pidal que impulsó los estufios filológicos y modificó la manera de trabajar de la Academia. Y justo antes estuvo don Antonio Maura, que fue el último jurista importante en la historia de la RAE. Don Antonio fue un trabajador incansable, puso en marcha publicaciones que hoy aún existen, abrió más fichas que nadie... Dicen que es la única persona que leyó el diccionario entero, revisó cada palabra. El éxito consiste en eso, en trabajar mucho, en mantener el prestigio de la institución, en cumplir con nuestras funciones, en lograr que no haya quebrantos en el idioma...
P. Leí que en Brasil subtitulan las películas portuguesas porque el idioma portugués se disgrega. ¿Es previsible que ocurra algo así con el español?
R. Trabajamos para que eso no ocurra. Si hacemos mal nuestra labor, nosotros y nuestras academias hermanas de América, puede ocurrir. De momento, el grado de comprensión mutua es satisfactorio. Nos entendemos mejor que lo que se entiende un inglés y un estadounidense.
P. Hablemos de eso del desprestigio de las élites, que también le ha tocado a la RAE.
R. Todas las instituciones grandes tienen críticos. A veces salen como las setas, cuando llueve. Tampoco me parece que sean muy importantes. Conozco la opinión de algún filólogo, de algún político, no mucho más.
P. Entonces, ¿la presión externa no ha enrarecido la vida de la Real Academia?
R. Esta casa conoce poco esa presión. Las críticas son minoritarias. Nos llegan, pero no las hemos debatido en pleno. Por supuesto que nos preocupa mantener nuestro prestigio, siempre sobre la base de hacer bien nuestro trabajo.
P. Yo he leído a filólogos que sostenían que se puede vivir sin academia de la lengua. ¿Qué ocurriría si no existiera la RAE?
R. Probablemente no tendríamos un idioma común para 550 millones de personas en todo el mundo. La RAE, junto a las academias hermanas, ha logrado que nos entendamos todos los hablantes de español.
P. ¿Será más flexible la Academia sobre el lenguaje inclusivo?
R. La Academia no es tozuda en mantener criterios que impidan una cierta feminización o, mejor, un cierto alivio de la excesiva masculinización del idioma. En enero veremos en el pleno el informe sobre el tema y puede que la gente interprete que va a haber una apertura. En realidad no es eso: la Academia no inventa el idioma: lo guarda, lo cuida y es su depositario. Los cambios van poco a poco.
P. ¿La RAE debería tener una función diplomática?
R. Sí. Aunque no la haya ejercido aún. La Academia recibe un afecto y tiene un prestigio extraordinarios en América; lo natural es que sea una buena embajadora en cualquier misión de Estado. El Diccionario panhispánico , por ejemplo, ha sido muy celebrado por todos los países latinoamericanos.
P. ¿Y cuál debería ser el papel político/cultural de España ante América Latina?
R. Eso trasciende un poco nuestra misión. Le diré que el error que debemos evitar los españoles es considera un patrimonio común, la lengua, como si fuera propio y exclusivo. La lengua es tan de un peruano o de un chileno como de un español. Debemos operar como iguales, sin orden jerarquizado. Podemos aceptar un liderazgo entre los países, pero no aspirar a obtener ventajas de ello.
P. Santiago, usted ha dedicado su vida la universidad y al conocimiento. ¿Le parece justo que la medida de todas las frustraciones de la España moderna sean la educación y la cultura?
R. No sólo es justa: me parece muy importante que se tome conciencia. Durante muchos años, lamentablemente coincidentes con el periodo constitucional, España ha despreciado el valor de la educación y la cultura. Yo soy, básicamente, un universitario y soy muy consciente del deterioro de la universidad. Todos en la universidad estamos de acuerdo en eso. La universidad es también una institución vieja y resistente que supera todas las crisis, pero la desatención que ha sufrido es tan grande que va a tardar mucho en superarla. Bienvenido sea que, al menos, haya una preocupación, una conciencia. Lo contrario es destruir un país. Que instituciones culturales importantes no tengan recursos suficientes es lamentable. Que haya políticos que no entiendan cuál es la importancia del Prado, de la Biblioteca Nacional o de la RAE, es desolador y además es injusto porque nuestras demandas son mínimas dentro del presupuesto del Estado.
P. Del Museo del Prado se dice que encontró la estabilidad gracias a un liderazgo fuerte y a un nuevo estatuto legal que le dio seguridad y flexibilidad. ¿La RAE necesita un nuevo derecho?
R. Tal vez algún día haya que madurar ideas, afianzar la posición de la Academia. Esta institución ha defendido siempre con mucho énfasis su origen privado. Toda su historia ha luchado por no ser demasiado público ni demasiado privada. Sus estatutos no la definen jurídicamente, yo podría definirla pero está en una situación compleja. Quizá hubiera que mejorar esa situación, lograr una regulación más blindada.
P. Antes hablaba del deterioro de la educación. ¿Es peor el español que hablamos hoy que le de hace 40 años?
R. Yo creo que no. Depende de con qué lo comparemos. Decimos siempre que los políticos hablan peor que los extraordinarios oradores de la República. Pero hoy nos gustaría la elocuencia de un Castelar. Claro que ahora también hay políticos que hablan fatal, que tienen una educación mucho peor. ¿En las redes se habla peor? Bueno, es un lenguaje privado, ahí no podemos pretender ser normativos. En general, no creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor. Yo creo en el progreso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario