Laura L. Caro
Desde agosto de 2014 han sido detenidas 23 mujeres. Otras 21 ya se fueron al califato.
Una mujer arrestada en Ceuta en 2014 en una operación contra el yihadismo - EFE
Un atentado perpetrado por una mujer tiene posibilidad de ocasionar cuatro veces más víctimas y de multiplicar por ocho la repercusión mediática. Su capacidad para pasar inadvertidas y la menor vigilancia que hay sobre ellas, unida al impacto que causa el activismo femenino en un universo tan masculino como el del islamismo violento, las ha convertido en arma furtiva de las organizaciones terroristas, muy a tener en cuenta en el caso de un Daesh en declive que va a necesitar mostrar su fuerza. En España, la primera detención de mujeres asociada a la órbita del yihadismo –dos jóvenes de 14 y 19 años que salían de Melilla rumbo a Siria e Irak– no se produjo hasta agosto de 2014. Desde entonces, han sido arrestadas 21 más, lo que representa un 14,6% de los 158 capturados por vinculaciones con el Daesh en nuestro país. Tres han sido ya condenadas. Se sabe además que de las 208 personas con nacionalidad o residencia española que han viajado al territorio del pretendido califato, 21 son también mujeres.
Dada esta eclosión, conviene no menospreciar «la potencial amenaza a la seguridad que para países como España pueden suponer las mujeres incorporadas desde Occidente al movimiento yihadista global» y adoptar, en consecuencia, medidas antiterroristas y para evitar su radicalización violenta «con esta perspectiva de género». Es una conclusión de Carola García-Calvo, investigadora del Real Instituto Elcano, que esta semana organizó en Madrid un seminario para abordar el papel femenino en el terrorismo islamista y en la prevención de la radicalización. En sus intervenciones expertas españolas, de EE.UU., Reino Unido y Canadá constataron que, si no aún en primera línea de combate, la implicación de las mujeres con el terrorismo de esta naturaleza no se limita a tareas restringidas a la intimidad del hogar, ni mucho menos al ámbito geográfico de Oriente Próximo.
Víctimas o terroristas
Muy por el contrario, en suelo europeo donde el control social sobre ellas no es tan rigorista, adoctrinan y reclutan a otras, procuran financiación a la organización, desempeñan tareas logísticas o se preparan para grandes atentados suicidas, como se pudo ver en septiembre en París con la detención de tres sospechosas que tenían listo un coche cargado de bombonas de gas a metros de Notre Dame.
De este fenómeno trasladado al marco de España dio cuenta la fiscal contra el yihadismo en la Audiencia Nacional, Dolores Delgado, que mencionó las dificultades que se encuentran a la hora de enfocar las investigaciones judiciales que afectan a mujeres «por que primero son víctimas y luego algo cambia y pasan a ser terroristas».
Conocedora de un ingente material probatorio, innumerables periciales y partícipe en los juicios referidos a esta materia, la fiscal explicó así que la experiencia con las detenidas muestra que al principio son «muy interactivas en las redes sociales», donde –afirmó– «hay mucha poetisa que justifica la violencia». Y son precisamente esas expresiones las que luego son aprovechadas por organizaciones como el Daesh para atraerlas hacia una ideología radical. El contacto se traslada en algún momento del facebook abierto al llamado «Internet oscuro», de acceso restringido, donde se les ofrecen todo tipo de salidas, soluciones y respuestas y se inicia el «camino a la violencia», con propuesta matrimonial incluida y casamiento a distancia si es necesario, gracias al que pueden viajar solas a Siria o Irak.
«Son más idealistas, combativas y determinantes, cuando dicen que se van a zona de conflicto, se van», indicó Dolores Delgado para ilustrar la enorme decisión de las mujeres involucradas en yihadismo, también con el ejemplo de una de ellas que retornó a España, arrepentida en principio, «fue testigo protegida y luego se volvió a integrar».
Más allá del rol de esposas, la fiscal abordó también el rol de estas mujeres en cuanto a madres, una circunstancia que en el caso de las más jóvenes puede servir para arrastrarlas fuera del fanatismo, ante la perspectiva de acabar en prisión y perder a sus hijos. Pero en otros casos, son las propias madres de los muyahidines quienes se muestran «orgullosas de ellos» y «les educan en el radicalismo», lo que retrata su «importancia cualitativa» clave en el rumbo que tome la familia.
Martirio
Si las organizaciones terroristas recurren a mujeres por razones como las ya expuestas –su invisibilidad y manipulabilidad, el eco de sus acciones...– cabe también descifrar nuevas motivaciones que han llevado a algunas de ellas a caer en los círculos del yihadismo. La profesora de la Georgia State University Mia Bloom, conocida por haber penetrado en las redes privadas del Daesh con identidades falsas, apuntaba el caso de mujeres desplazadas a Raqqa, en Siria, por el afán de «ayudar a huérfanos» que veían en fotos y vídeos, «enganchadas por su altruismo».
En el caso de las españolas, el estudio de García-Calvo constata que la motivación prioritaria sigue siendo «emocional y afectiva», –matrimonio y futuro familiar– o así al menos se detectó en el 61% de las detenidas, y solo en el 11% de los detenidos, a los que empujan ante todo objetivos ideológicos y utilitarios, entre los que se encuentra lograr el sueldo que el Daesh paga por combatir. No es en lo único que se diferencian de los hombres, de promedio ellas son siete años más jóvenes, un 87% tiene estudios secundarios y un 77,3% voluntad de irse a Siria o Irak (en el caso de ellos, solo lo expresó así un 47,7%).
El mismo informe pone de relieve el dato esencial de que todas estas arrestadas hicieron patente su aceptación de la violencia, incluidas las prácticas más salvajes y extremas, como forma de alcanzar el califato, lo que enlaza con la reflexión hecha por Ana María Cardona, del Center for the Prevention of Radicalization Leading to Violence de Canadá, de que «saben muy bien lo que están haciendo» y, como apuntaba la fiscal, que hoy «no pueden ser vistas únicamente como víctimas».
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