martes, 8 de agosto de 2017

Descubierto en Cádiz el mayor puerto púnico del Mediterráneo. 1º ESO

EL PAÍS HISTORIA
Jesús A. Cañas

Miembros de la Universidad de Cádiz escanean con un georradar el terreno sobre el antiguo puerto fenicio, en el poblado de Doña Blanca. 

Arqueólogos encuentran un gran asentamiento de tres hectáreas junto a la ciudad fenicia de Doña Blanca, gracias a un georradar.


Los últimos rayos de sol tiñen de dorado el pasto de la finca ganadera de Miguel y Manuel Lavi. Las vacas no pierden de vista a un invitado desconocido. Al remolque de una ranchera conducida por el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Cádiz Lázaro Lagóstena, un novedoso georradar escanea el subsuelo en profundidades de hasta cuatro metros. Aunque los terrenos lindan con el yacimiento fenicio de Doña Blanca, situado en El Puerto de Santa María (Cádiz), a simple vista no hay indicios de vestigios en la zona. De repente, el ordenador del georradar comienza a dibujar la retícula de lo que parecen calles y edificios. Lagóstena y su equipo acaban de confirmar lo que ya sabían: bajo esas tierras fértiles se esconde el desconocido puerto púnico de Doña Blanca, “el más extenso y mejor conservado del Mediterráneo”, como apostilla el profesor.
No es la primera vez que Lagóstena, coordinador de la Unidad de Geodetección de la universidad, visita la zona con su georradar. En la primavera de 2016 ya acudió a ese punto, ubicado en la falda de la Sierra de San Cristóbal y cercano al antiguo cauce del río Guadalete, para probar y entrenar su equipo de arqueología no invasiva. Exploró superficies no excavadas, pero sí documentadas del yacimiento. De paso, escaneó cinco hectáreas en los terrenos de los hermanos Lavi, inexploradas arqueológicamente y sin protección alguna, pero donde el conservador del museo de El Puerto Juan José López Amador ya teorizó, en 2008, sobre la posible existencia de estructuras enterradas. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula hasta para el propio Amador. La geofísica permitió averiguar la presencia de un gran asentamiento de 250 metros de largo, 125 de ancho; un perímetro de 700 metros y tres hectáreas aproximadas de superficie. Las estructuras comienzan a aparecer a 50 centímetros de profundidad y alcanzan hasta los 1,80 metros.

“Interpretamos que es el espacio portuario de la ciudad fenicia y púnica”, explica Lagóstena mientras escanea de nuevo, en los últimos días de julio, algunos puntos del terreno que se quedaron por analizar en la anterior campaña. Los hallazgos dejan poco lugar a la duda. Con sus pasadas de dos metros de ancho, el georradar dibuja una amplia e intrincada trama urbanística. “Se identifican diversos edificios con probable funcionalidad portuaria como almacenes, espacios productivos o edificios religiosos”, añade. A eso se suman estructuras como calles y espacios abiertos que permiten plantear “la hipótesis de su identificación con el área portuaria de la ciudad del Castillo de Doña Blanca durante el período púnico-cartaginés" (siglos V-III a.C.).
Tanto Lagóstena, como el profesor José Antonio Ruiz Gil, del área de Prehistoria de la Universidad, tienen claro que el espacio, de una única fase constructiva, se puede asociar a la etapa púnica, ya que presenta una trama “de tipo ortogonal o hipodámica”. “De clara influencia helenística muestra características urbanas conocidas en el Mediterráneo Central (Sicilia y Magna Grecia), sin olvidar sus similitudes con el barrio portuario de Cartago”, añade el coordinador de la Unidad de Geodetección.
La importancia del hallazgo es mayúscula y no solo porque hasta ahora se pensaba que la ciudad fenicia de Doña Blanca era una ciudad portuaria en sí, en lugar de una ciudad con puerto anexo, como se ha descubierto ahora. “La amplia extensión del yacimiento, su buena conservación, y su poca afección por construcciones de épocas posteriores, convierten este espacio portuario probablemente en el más extenso y mejor conservado de los conocidos para la antigüedad púnica en toda la cuenca mediterránea”, añade Lagóstena con rotundidad. De hecho, el doctor da un paso más y afirma que la trama urbana descubierta denota que se encuentran ante “uno de los puertos más importantes de la época”. La infraestructura denota el destacado peso en el comercio marítimo que todavía seguía teniendo la ciudad de origen fenicio, del siglo VIII a. C., durante su etapa púnica.
Detalle de la imagen del georradar que muestra (en blanco) la trama urbana descubierta.
Detalle de la imagen del georradar que muestra (en blanco) la trama urbana descubierta.
Todo lo conocido hasta el momento ha sido posible gracias al georradar y el posterior estudio de las imágenes registradas, sin realizar excavación alguna ni estudio de material arqueológico. Ahora, Lagóstena y Ruiz Gil, junto a investigadores y doctorandos de su equipo, preparan un análisis detallado del hallazgo, con la idea de presentarlo a la comunidad científica a través de artículos en diversas publicaciones.
El nuevo hallazgo confirma el destacado peso del yacimiento de Doña Blanca para comprender la presencia de los fenicios en el sur español. En litoral gaditano están documentados hasta tres núcleos de asentamiento fenicios: Cádiz, el yacimiento del Castillo de Chiclana de la Frontera y la propia Doña Blanca, ubicada donde antes se encontraba la desembocadura del Guadalete. De ellas, la última es la más destacada, dada su extensión excavada y su buen estado de conservación. Todo ello cuando hasta ahora se creía que solo había salido a la luz un 5% (unos 8.500 metros cuadrados) de la ciudad. Sin embargo, este descubrimiento confirmaría que la urbe tiene un tamaño mucho mayor de lo estimado y una historia oculta que depara muchos más secretos por explorar.

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