martes, 7 de noviembre de 2017

El fin del Estado Islámico en Deir Ezzor aviva la pugna entre EEUU e Irán por el este sirio. 4º ESO

EL MUNDO Internacional
Lluís Miquel Hurtado

Una columna de humo se alza después de un bombardeo aéreo de las fuerzas gubernamentales sirias, en la ciudad de Deir Ezzor (este de Siria). AFP

La expulsión del IS de la principal ciudad del este de Siria deja a los yihadistas relegados al vasto desierto oriental del país.


Fuentes oficialistas sirias anunciaron ayer que Deir Ezzor "está completamente liberada del terrorismo". La expulsión del Estado Islámico (IS en siglas inglesas) de la principal ciudad oriental de Siria relega a los yihadistas a la vasta zona desértica extendida por el este del país. Un territorio yermo, pero rico en hidrocarburos y de un alto valor estratégico para todos los contendientes, entre ellos milicias apoyadas por Estados Unidos e Irán. Tras Deir Ezzor, la pugna por adueñarse de él se intensifica.
"Tras una serie de operaciones ingeniosas, las unidades de nuestras fuerzas armadas, en cooperación con fuerzas aliadas, han cumplido con la tarea de restaurar la seguridad y la estabilidad en la ciudad de Deir Ezzor", anunció ayer a media tarde el Mando General del Ejército Árabe Sirio a través de un comunicado. Los militares destacaron que la expulsión del IS de las calles de esa localidad "constituye la fase final" de la eliminación del grupo armado en Siria, que ahora sólo controla un tercio de la provincia homónima.
El Gobierno sirio celebró el logro con gran pompa, como viene siendo costumbre ahora que el presidente Bashar Asad se reconoce vencedor de la guerra y las voces en la comunidad internacional exigiendo su retirada se van apagando. La victoria tenía más épica si cabe porque, desde mayo de 2015 y hasta romperse el cerco el mes pasado, un contingente de apenas siete mil combatientes oficialistas había conseguido, con una defensa numantina, mantener a salvo a los 180.000 civiles asediados por el IS dentro de la ciudad.
Debido a esta resistencia a su asedio, el Estado Islámico jamás pudo controlar todo el casco urbano de Deir Ezzor, pero sí una fracción de sus distritos y, sobre todo, la totalidad de la región periférica. Desde su eclosión en 2014, el IS había podido asentarse en la provincia combinando hábilmente el sometimiento violento y la forja de alianzas con los clanes locales, lazos lubricados con los pingües beneficios económicos de la extracción de hidrocarburos de esa zona, donde se concentra la mayor parte de las reservas nacionales.
El declive del IS vino provocado, en gran parte, por la destrucción de su infraestructura energética bajo bombardeos de Rusia y de la coalición anti Estado Islámico, liderada por EEUU, durante los últimos dos años. En Siria, hoy tablero de una guerra subsidiaria, Washington respalda a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una alianza dominada por la hermana siria de la guerrilla kurdoturca PKK. Rusia, junto a Irán, apoya al ejército sirio y a una serie de milicias chiitas, entre ellas la del partido libanés Hezbolá.

A contra reloj por el territorio

El frente EEUU-SDF y el Rusia-Irán-Asad tienen objetivos distintos en Siria, pero un enemigo común en el IS, y ahora ambos compiten en la provincia de Deir Ezzor avanzando sobre los debilitados yihadistas mientras se apoderan de los recursos energéticos que estos dejan atrás. A este doble objetivo se suma el de Irán, que trata de afianzar un corredor terrestre entre la República Islámica y el Líbano que le podría permitir reforzar su influencia en la región, entre otras formas, mediante la transferencia de armamento a sus aliados.
La competición es intensa y se desarrolla a distancias muy cercanas, lo que incrementa el riesgo de choques. Hace dos semanas, las fuerzas oficialistas tomaron Al Mayadín, la ciudad siguiente a Deir Ezzor siguiendo el curso del Éufrates. Casi a la par, las SDF anunciaron la toma de los pozos petrolíferos de Al Omar, lo que equivale aproximadamente a poseer la mitad de las reservas de crudo de Siria y un importante activo para preservar la supervivencia de la autonomía kurdosiria que defienden. Ayer, fuerzas iraquíes - aliadas de Teherán - arrebataron al IS un importante paso fronterizo con Deir Ezzor.
"Estados Unidos quería hacerse con el petróleo y con la frontera Irak - Siria para bloquear el proyecto del corredor iraní, pero no ha triunfado. El ejército sirio fue más rápido", opina a EL MUNDO, Fabrice Balanche, profesor e investigador en el conflicto sirio asociado al Washington Institute, recordando la reciente conquista de Mayadín. La toma de esta ciudad y su acercamiento a menos de 40 Km de Al Bukamal, ha permitido a los leales a Asad cortar el paso de las SDF hacia el sur de Deir Ezzor.
Balanche cree que la dificultad que representa para las SDF extender y consolidar su gobierno autónomo en Deir Ezzor, hogar de clanes árabes tradicionalmente hostiles con los kurdos, puede disuadir a los apadrinados por EEUU y favorecer así a los intereses de Asad. Además, tras ver cómo la autonomía kurdoiraquí perdió Kirkuk hace dos semanas, sin que los estadounidenses interviniesen a su favor, las SDF, quizás desconfiando de sus protectores, se han mostrado dispuestas a firmar acuerdos con Damasco.
"Los kurdos de Siria han entendido bien el mensaje. Por eso no lucharán contra el ejército sirio", zanja Fabrice Balanche. La duda es si la aparente indisposición de las SDF enfrentarse a Asad y a sus socios detendrá a un Trump que culpa a Irán de "apoyar a terroristas", refiriéndose a Hizbulá, y ha sancionado por ello a su Guardia Revolucionaria. Pero el Presidente, imprevisible y contradictorio, ha dado a entender que quiere eso y lo contrario: "En cuanto a Siria, tenemos poco más que hacer allí que matarlo [al IS]".

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