domingo, 5 de noviembre de 2017

Humo de buen derecho

EL PAÍS España
Rafa de Miguel

Frente a leyendas y posverdades se ha respondido con la historia; frente a la arbitrariedad, con la ley.


Puigdemont comparece ante la prensa en Bruselas.  REUTERS


A diferencia de las artes, de los escritos académicos, de la literatura y especialmente del periodismo, que aspiran todos a la originalidad o a la novedad, los escritos y decisiones judiciales deben ser todo lo contrario, decía Renata Adler. "Lo que hoy decimos es lo que siempre hemos dicho; lo que nuestros ciudadanos han acordado tácitamente; lo que quiso decir la Constitución; lo que es obvio", escribió una de las periodistas y ensayistas estadounidenses más brillantes de su generación para explicar los fundamentos de una sentencia judicial.
La mayoría de la cúpula del Govern -a excepción de los huidos, entre ellos, Puigdemont- y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, junto a los miembros de la Mesa de esa asamblea que impulsaron la declaración de independencia, comparecerán ante los jueces este jueves y este viernes. Son ya muchas las voces que reclaman prudencia y templanza para no echar más leña al fuego. Y sobre todo, para no añadir elementos que distorsionen una campaña electoral que, de facto, ya ha comenzado en Cataluña.
Causa pavor que unas medidas cautelares gravosas -todo el mundo piensa en la prisión incondicional- refuercen el martirologio independentista. Y se sugiere no acelerar las decisiones o adecuar su proporcionalidad al contexto de una crisis de Estado aún no resuelta.
Lo que se espera de los jueces, sin embargo, es que sean capaces de abstraerse del clima frenético y delirante que los protagonistas de todo esto han creado y decidan sobre la posibles medidas de aseguramiento solicitadas por los fiscales de un modo particular, investigado por investigado. Dos son en derecho los principios con los que empezar a calibrar la necesidad de dar este paso. El primero, Fumus Bonis Iuris, o "humo o apariencia de buen derecho", es básico y depende mucho del criterio subjetivo del juez. Se trata de discernir si, en un primer vistazo, las cosas son lo que parecen y los investigados son sospechosos de haber cometido el delito concreto. El segundo, Periculum in Mora, o "riesgo de demora" apunta al posible riesgo de fuga, la ocultación o destrucción de pruebas o la ocultación de los bienes que se pretenden restaurar.
Cada persona investigada acude ante el juez con sus circunstancias únicas. Unos han protagonizado un esperpéntico viaje de ida y vuelta a Bruselas; alguno, como Puigdemont, ya ha dejado claro su intención de no acudir a declarar; otros sí acudirán. Es de desear que solo en base a estos hechos, y no al ruido que los ha rodeado, se tomen decisiones.
Frente a leyendas y posverdades se ha respondido con la historia; frente a la arbitrariedad, con la ley. Si de verdad se cree en el Estado de Derecho, lo mejor es dejar que actúe. Da la impresión de que al final creen más en su eficacia aquellos que lo han burlado. Bien porque ahora se acogen a su paraguas, bien porque saben de verdad en qué consiste y prefieren huir de él.

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