Mario Herráez
La marca ha desarrollado junto con el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) una carrocería de fibra de carbono que se repara por sí misma.
Eléctrico, autorreparante... pero no autónomo: seguiremos al volante.
El mundo de los superdeportivos está tan concurrido que ahora, para destacar, no basta con ser el más rápido del mundo o tener la mayor potencia. Para sobresalir respecto al resto hay que aportar algo diferente, algo que en Lamborghini tienen muy claro, motivo por el que se han aliado con el Massachusetts Institute of Technology (MIT) para desarrollar su última creación: el Lamborghini Terzo Millenio.
Su nombre nos emplaza al año 3001, pero no habrá que esperar tanto tiempo para que veamos aplicadas a modelos de calle las tecnologías que propone. Se trata de un vehículo 100% eléctrico cuyo sistema de propulsión se basa en cuatro motores, uno acoplado a cada rueda y de potencia desconocida. Hasta ahí nada que no se haya presentado antes, pero el aspecto clave del Lamborghini Terzo Millenio se encuentra en su carrocería.
Dejando a un lado sus agresivas formas, marca de la casa de Sant’Agata Bolognese, lo importante es que está hecha de fibra de carbono, pero no de la manera habitual: está formada por nanotubosultrarresistentes que mejoran su rigidez y ayudan a aligerar peso, y además dejan espacio para el elementos clave como unas baterías ultrafinas que pueden moldearse para adaptarse a la forma del coche. En resumidas cuentas, la propia carrocería actúa como sistema de baterías, que se comportan como supercondensadores y reducen los tiempos de carga.
El problema de estos materiales es que en caso de romperse acarrean un elevado coste de reparación por lo caros que son. Por suerte, en el MIT están trabajando en la solución: una fibra de carbono que se autorrepara. El deportivo monitoriza de manera constante el estado de los diversos paneles y, cuando encuentra pequeños desperfectos o daños, un sistema de microcanales los arregla.
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