Augusto Ferrer-Dalmau
Siempre que abordo un cuadro naval, cuento con el asesoramiento y planteamiento técnico de mi buen amigo Arturo Pérez-Reverte, escritor y periodista, pero también Veterano Capitán de yate, sin límite de eslora y con más de treinta años de navegación por todos los mares con sus riesgos y circunstancias
Arturo suele darme ideas en las obras complicadas que pinto, pero cuando me “embarco” en empresas marítimas, se transforma en un duro y exigente Capitán. Él se convierte en un elemento imprescindible. Sus conocimientos de la mar y la navegación son vitales para mi trabajo… Un servidor se desenvuelve mejor en tierra firme entre cuadrúpedos y bípedos .
Cuadro “El Malagueño en acción” 100 x 100
La gran dificultad que encierra pintar este tipo de cuadros queda compensada por nuestro entusiasmo e ilusión, en devolver a la vida las fascinantes historias de los viejos navíos españoles olvidados, que yacen en los libros de su extensa biblioteca.
Solemos estar horas buceando en los libros y planos de barcos. Su exhaustivo perfeccionismo es como el de aquel maestro que le tiraba una tiza al alumno y le decía “repita usted lo que he dicho”, drástico pero necesario para aprender y hacer las cosas bien. He de confesar que me sigue sorprendiendo como recuerda el sitio exacto del libro que busca, entre miles y miles de ejemplares.
La completísima biblioteca del experto Capitán es clave para acceder a la información sobre las embarcaciones, uniformes, mares y escenas, así como el relato de la historia o ficción basada en hechos reales, que me relata como si lo estuviera viviendo y que el mismo titula.
Con Arturo estudiando el cuadro
Con Arturo estudiando el cuadro
Relato de “El Malagueño en acción” por A. Pérez-Reverte:
En la mañana del 2 de abril de 1801, con viento del Nordeste y marejada, el bergantín de la Real Armada española “Malagueño” de 16 cañones, hallándose de patrulla en la costa norte de Portugal, avista al barco mercante británico “Eva Livesey” de diez cañones que ha salido de Oporto con destino al puerto de Londres cargado con vino y especias.
Cuando avista el bergantín español, el británico vira de bordo para refugiarse en Oporto. Sin embargo, el español lo alcanza en una persecución con el viento por la aleta de babor, llegando a su altura y cortándole el viento por barlovento. El “Malagueño” dispara una andanada con su batería de estribor que causa daños en la jarcia y velamen del británico.
Más veloz que su presa, adelantándose, el español le corta la proa y dispara una segunda andanada con la batería de estribor.
Ante la superioridad artillera y tripulación del bergantín español, el capitán del “Eva Livesey” arría bandera.
Marinado por una dotación de presa, el “Eva Livesey” se dirige al puerto de El Ferrol donde hará su entrada tres días más tarde.
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