Guillermo Ferraz/Miguel Sánchez
Los alumnos realizan sus primeras observaciones astronómicas con el sextante.
Llegamos a la tercera semana a bordo de nuestro bergantín-goleta, y hoy traemos algo diferente. Pero primero, vamos a hacer un pequeño resumen de esta semana.
Hemos empezado el curso escolar como tal, además de las guardias que montamos a bordo, en cubierta, derrota, meteorología, puente y máquinas. Así, por las mañanas de 07:30 a 12:30 asistimos a clases impartidas por diferentes oficiales de a bordo. ‘Derecho Marítimo’, ‘Maniobra y Navegación’, ‘Historia Naval’, ‘Ciberseguridad’, ‘Meteorología’ y ‘Astronomía’, son las asignaturas militares con las que hemos comenzado. En esta última hemos empezado con nuestras primeras observaciones astronómicas, con un instrumento con cientos de años de historia, el sextante. Y aunque no es nada fácil de utilizar, poco a poco “nos vamos haciendo amigos”. Tres son las observaciones que realizamos a lo largo del día. Al orto, es decir a la salida del sol a eso de las 09:00 de la mañana, en la meridiana, al mediodía, y al caer el sol, en el crepúsculo vespertino, cuando aparecen las primeras estrellas en el firmamento y tenemos horizonte visible todavía.
Además de estas asignaturas también hemos comenzado la asignatura propia de nuestro grado de ingeniería mecánica, Maquinas de Fluidos, ésta es impartida por un profesor del Centro Universitario de la Defensa de la Escuela Naval, adscrito a la Universidad de Vigo.
Como ve, aburrirnos no nos aburrimos. También esta semana hemos descubierto un pasatiempo, que es más una tradición en el Juan Sebastián de Elcano, los conciertos de la unidad de música.Promociones anteriores ya nos habían hablado de ello, pero es otra historia vivirlo desde dentro. El Subteniente Fraga, el Brigada Martorell, los Cabos Primero, Vázquez, Collazo y Seara y los Soldados Sanz y Rial, componen la magnífica unidad de música de a bordo.
Cada uno procede de un Tercio de Infantería de Marina diferente, pero tocando son solo uno. Los conciertos se realizan en cubierta de lunes a viernes a las 20:00 y tienen una duración de 30 minutos, media hora que hace que la dotación desde oficiales a marineros escapemos brevemente de la rutina de las guardias y pasemos un buen rato. Para nuestra sorpresa y alegría, esta banda toca, además de marchas militares y clásicos españoles, pop y rock como Queen, Mecano o Fito y Fitipaldis. Y los jueves el tradicional Paquito el Chocolatero. Tal es el arte de esta banda que se las apañan para tocar hasta canciones de reguetón, tan populares entre la juventud, como puede ser el tan sonado Despacito. También nos suelen instar a que les pidamos canciones, y hacen todo lo que está en su mano para prepararlas y darnos el capricho. Y, por supuesto, canciones tradicionales del país que vamos a visitar, para ir familiarizándonos con su cultura y aprendiendo canciones de allí.
Por esto y todo lo demás, les estamos cogiendo mucho aprecio, y esto solo acaba de empezar.
Puede parecer un hecho rutinario el asistir a un concierto todas las noches, pero una vez te ves rodeado de semejante atmósfera la cosa cambia. Las sensaciones de estar en un pequeño trozo de España como es este buque-escuela, en medio del Océano Atlántico, cantando estas canciones con toda la dotación es un momento muy gratificante, que hace piña, y que para nosotros, por lo menos, es un subidón de moral y motivación.
Otro descubrimiento sobre la vida a bordo, del que nosotros no habíamos oído hablar, es el “cine en cubierta”. Se suele hacer los sábados en la mar, días que tienen un horario un poco más cómodo, siempre que las condiciones meteorológicas lo permiten. Se monta el proyector, altavoces, sillas y bancos en el Alcázar y asiste todo aquel que pueda y quiera. Este sábado pasado a las 21:00 pudimos disfrutar de una de estas veladas cinematográficas. Vivimos la noche de cine en toda regla, con palomitas y chocolatinas. No sabemos de cuántas noches como esta podremos gozar a lo largo del crucero, pero el recuerdo de estar junto a todos nuestros compañeros y dotación viendo una película con una agradable brisa marina y el suave sonido de las velas quedará siempre en nuestra memoria.
Acabamos de llegar a la altura de Cabo Verde, y aunque quedan unas cuantas millas, esperemos que los vientos alisios nos acompañen en esta primera aventura de cruzar el Océano Atlántico, siguiendo la estela que tantos y tantos marinos han realizado antes que nosotros.
No queremos dejar pasar la oportunidad de agradecer todo el cariño y las buenas críticas que estamos recibiendo. Gracias, gracias a usted por acompañarnos una semana más en esta travesía y esperamos que sea así hasta el final.
Nos despedimos ya, pero como siempre le decimos, siga nuestra estela.
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