sábado, 26 de enero de 2019

Alemania pone fecha al fin del carbón: 2038

EL PAÍS SOCIEDAD
Ana Carbajosa

Una comisión designada por el Ejecutivo llega a un acuerdo para eliminar la fuente de energía contaminante.


Central energética alimentada con carbón en Bergheim, al norte de Alemania.  EFE


Alemania se ha propuesto poner fecha a la eliminación del carbón. En 2038 como máximo Berlín deberá haber acabado con su fuente de energía más contaminante, que ahora suministra el 37% de su electricidad. A primera hora de la mañana de este sábado, una comisión designada por el Gobierno alemán ha llegado a un acuerdo, tras meses de deliberaciones y una última sesión maratoniana de casi 24 horas. Gobiernos regionales, industria, sindicatos y organizaciones ambientales forman parte de la comisión, cuyas conclusiones se prevé que asuma el Ejecutivo de Berlín.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha tenido un papel destacado en las labores de diplomacia para luchar contra el cambio climático. Sin embargo, la adicción a un carbón contaminante y barato de la mayor economía europea ha ensuciado irremediablemente hasta ahora la imagen de Berlín como potencia ambiental. Y sobre todo ha impedido que Alemania cumpla sus compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Berlín se ha comprometido a reducir en un 40% sus emisiones en 2020 respecto a los niveles de 1990. "Este es un día histórico", se felicitó en conferencia de prensa en Berlín Roland Pofalla, presidente de la comisión alemana para el futuro del carbón.
El acuerdo para la eliminación del carbón ha sido posible en parte gracias al compromiso de una financiación multimillonaria. 40.000 millones de euros en trasferencias a las regiones y 20 años le va a costar a Alemania acabar con esta fuente de energía, según la hoja de ruta pactada ayer. La comisión prevé un cierre paulatino de las centrales, que podría culminar en 2035 y a más tardar en 2038. Pero dentro de tres años una serie de centrales, las más viejas, ya deberán haber echado el cierre.
Las regiones recibirán ayudas estructurales de hasta 40.000 millones de euros para paliar las consecuencias sociales de una transición energética que se adivina especialmente problemática en el este del país. Es precisamente en esa región donde la extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), es más fuerte, y donde no duda en exprimir políticamente las tensiones socioeconómicas propias de la transformación energética. En total, unos 20.000 puestos de trabajo dependen del carbón en el país, lo que había dificultado hasta ahora poder alcanzar un acuerdo para su eliminación progresiva.
El cóctel energético alemán es especialmente complejo, ya que el Gobierno alemán se comprometió tras el desastre de Fukushima a cerrar la última central nuclear en 2022. La idea ahora es que hasta la fecha máxima pactada, las energías renovables, que ya representan en Alemania cerca de un 36% de la electricidad generada, hayan alcanzado la cifra estimada del 65%.
Una de las consecuencias que tendría el plan, de salir adelante, podría ser la preservación del bosque de Hambach, al oeste de Alemania, parte de él destinado a una explotación minera y convertido en el símbolo de la lucha contra el carbón de toda Europa.

A LA ESPERA DE ESPAÑA

MANUEL PLANELLES
Que Alemania lleve el cierre total hasta mediados de la década de los treinta no coloca a Berlín entre las potencias europeas más ambiciosas. Reino Unido (donde la generación con carbón prácticamente se ha sustituido por gas) prevé el cierre total en 2025; Francia, donde la nuclear sigue reinando, anunció hace un año que en 2021 se habrá despedido completamente del carbón; y el último compromiso de Italia es completar su cierre en 2025. Sin embargo, la dependencia de estos tres países del carbón no tiene nada que ver con Alemania, el principal consumidor europeo de este combustible y donde se ubican siete de las diez térmicas más contaminantes de toda la UE.
Tras el anuncio de Alemania, las miradas se dirigen ahora a España, el sexto país dentro de la UE por volumen de emisiones de gases de efecto invernadero y que aún no ha fijado un calendario para sus centrales. En España aún hay abiertas 15 centrales de carbón, que emiten alrededor del 15% de todos los gases de efecto invernadero del país y generan el 14% de la electricidad. Nueve de esas 15 térmicas cerrarán en 2020 en aplicación de las normas europeas sobre contaminantes. Y España debe comunicar a Bruselas qué ocurrirá con el resto dentro del plan de energía y clima que debe remitir ya a la Comisión. Fuentes del Gobierno español indican que el cierre total en España se producirá en la próxima década.
España se alinea así con la declaración internacional que ya han firmado Reino Unido, Francia e Italia, en la que advierte de que, para poder cumplir con el Acuerdo de París contra el cambio climático, se necesita terminar con el carbón antes de 2030 en los países de la OCDE y antes de 2050 en el resto.
La gran discusión en España es qué hacer con las cinco centrales nucleares; es decir, si el Ejecutivo permite que alarguen su vida más allá de los 40 años. De no hacerlo, a mediados de la próxima década se producirá el cierre total. Está previsto que en unos días el Gobierno presente su plan energético para los próximos años y despeje la incógnita.

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