La sostenibilidad es uno de los principales reclamos de esta nueva sociedad, no solo con el medio ambiente sino que este término que se ha colado dentro del lenguaje inmobiliario y está en pleno auge. Cada vez hay más demanda y más legislación… pero no es suficiente. La innovación va mucho más rápido y a veces, es insólito descubrir cómo desde organismos públicos no facilitan el acceso a ellos.
Crece la demanda de energías renovables y sobre todo es el consumidor quién prefiere colocar en su casa elementos que se las proporcionen. Los más conocidos son las placas solares, pero los avances en este campo nos dan muchas nuevas alternativas.
De entre todos estos avances, hoy queremos destacar uno de nuestros favoritos: las tejas solares. Es sencillo: un techo lleno, o parcialmente cubierto de estas tejas, satisface las necesidades energéticas de una familia.
Las tejas solares fotovoltaicas y térmicas son una solución y alternativa a los paneles solares tradicionales para aprovechar las ventajas de energías libres y sostenibles.
Imagen de las tejas solares de la empresa italiana REM S.p.A PLEXIGLAS®
Hay muchas variedades pero en esencia, es un sistema que mejora la estética de las convencionales placas solares y que por suerte se está extendiendo en Europa. Permiten obtener energía renovable sin afectar la estética del edificio, gracias a su parecido con las tejas convencionales, y lo más importante: además de cubrir el techo de la casa, producen electricidad pudiendo ser aprovechada para generar calor.
La inversión inicial es alta, pero en muy pocos años, está más que compensada debido al ahorro en electricidad.
Imagen de las tejas solares de la empresa italiana REM S.p.A PLEXIGLAS®
En las imágenes os hemos mostrado algunas de las tejas solares de la empresa italiana Plexiglas, pero esta no es la única compañía que ha mejorado las conocidas placas solares. Diversas empresas estadounidenses y europeas han desarrollado modelos que pueden ser instalados en cualquier tejado aunque hoy os hemos realizado una pequeña selección para mostraros la variedad de modelos que se están desarrollando.
Este es el caso de otra empresa italiana llamada Area Industrie Ceramiche. El modelo se llama “tegolasolare”, y esta teja roja esta fabricada con cuatro células solares y se puede instalar de manera convencional, conectándole los paneles solares para crear un campo fotovoltaico.
Para que os hagáis una idea: un área de 40 m2 cubierta con estas tejas tiene una capacidad de generar 3 KWh de energía.
Imagen de la teja modelo “tegolasolare” de la empresa Area Industrie Ceramiche
Otro modelo novedoso lo presenta la compañía sueca SolTech Energy que se dedica a la obtención de energía solar. Esta compañía de largo recorrido obtuvo el premio al “Mejor Nuevo Material 2010” por su sistema único de calefacción con tejas echas de cristal transparente. Estas novedosas tejas dan un aspecto moderno a tu techo debido a que son tejas “vidriadas”.
Pero no solo es estética, estas tejas están fabricadas con vidrio común y pesan lo mismo que las tejas de barro. Lo que las hace especiales es que no calientan el agua, como habitualmente estamos acostumbrados, sino el aire limpio. Se instalan sobre un lienzo negro, donde se dejan los espacios para el aire. El color negro atrae el calor y por lo tanto el aire que circula por debajo. Este aire luego se utiliza para calentar agua o directamente una habitación.
El sistema de tejas vidriadas genera alrededor de 350 kWh de calor por metro cuadrado, dependiendo del clima.
Tejas solares de la compañía SolTech Energy
La conocida empresa líder en energía solar Solarcentury, posee el prestigioso galardón Rushlight Award for Solar Power por sus tejas solares. Para ello consiguió crear un sistema que combina energía solar fotovoltaica y térmica en una sola teja. Su teja C21t facilita la producción de energía solar térmica gracias a su rápida y sencilla instalación, así como a su adaptación con cualquier tipo de teja.
Imagen de las teja “C21t” de la compañía Solarcentury
Ya no tienes excusas para sumarte a la sostenibilidad. Hay alternativas para todos los gustos. Estas tejas solares, junto a otros recursos para obtener energía renovable pueden hacer autosostenibles nuestros los hogares. Ahora solo queda que los políticos entiendan que son el futuro… del planeta.
La marca de Volkswagen estará junto al resto de fabricantes el próximo viernes en Paris, ¿significa eso que aterrizarán en la F1?
Víctor Serrano.
Han centrado la mayoría de críticas que se han hecho los últimos cuatro años a la Fórmula 1 por hacerla un deporte desigual y poco competido debido al gran dominio de Mercedes, por despojarla de su sonido más característico o por traer coches poco exigentes. Lo último se ha remediado este año con el aumento de prestaciones que ha impulsado el nuevo reglamento, pero el motor V6 Turbo híbrido sigue sin convencer. La FIA se reunirá en Paris este viernes para hablar de los motores que llegarán en 2021 y tendrá un invitado inesperado: Audi.
"No sólo estarán los fabricantes que actualmente participan en F1", afirma Toto Wolff, dando una pista que en 'Motorsport-Total.com' han seguido hasta asegurar que la marca a la que se refiere el jefe de Mercedes no es otra que Audi. Dicen que la marca del Grupo Volkswagen va a estar representada por Dieter Gass, su nuevo director deportivo y uno de los que más apuesta por aterrizar en la F1, algo que parece complicado después del escándalo del 'Dieselgate' que, entre otras cosas, les llevó a abandonar el WEC tras 18 años.
Además de Mercedes, Ferrari, Renault, Honda y Audi, también informan de que estará otro fabricante japonés y un proveedor privado, pero no dan nombres. "El objetivo de la reunión es tener una opinión de los fabricantes sobre cómo deben ser los motores del futuro, tenemos que desarrollar un producto emocionante", declara Wolff, que ve con buenos ojos el cambio a pesar de lo bien que les va con los actuales propulsores y que tiene claro lo que perseguiría: "Combinar una gran tecnología asequible con mucha potencia y un buen sonido".
Los jefes de todo también se pronuncian sobre lo que hay que mejorar. Primero, la FIA con Jean Todt: "La F1 debe estar en línea con los desarrollos tecnológicos y ser sostenible. Ahora, los motores son demasiado sofisticados". Y luego, Liberty con Ross Brawn:"Son una gran obra de ingeniería, pero demasiado caros y complicados". Un punto de vista con el que coincide Zak Brown: "¡Vamos a reducir costes!". Mientras, Christian Horner apunta a otro lado: "El coche que mejor sonaba en Melbourne era un Minardi de hace 12 años…".
El País ha informado en exclusiva del acuerdo que convertirá a la multinacional española en el nuevo patrocinador del club blanco.
FOCKE STRANGMANN-EFE
El Real Madrid y Telefónica han llegado a un acuerdo para que la multinacional española se convierta en el nuevo patrocinador del club blanco durante las dos próximas temporadas por 15 millones de euros.
Según esta información, el acuerdo será presentado el próximo jueves en el palco de honor del Santiago Bernabéu y en el acto estarán presentes Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, y José Mª Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, además de las plantillas madridistas de fútbol y baloncesto.
Telefónica es el primer patrocinador de España. En la actualidad los patrocinios del grupo Telefónica están presentes en diversos ámbitos, principalmente en el deportivo y cultural. En el primero destacan el fútbol con el Real Madrid, Barcelona y la Selección Española mientras que en baloncesto, Movistar apoya a la ACB, Movistar Estudiantes, Real Madrid, Valencia Basket, Baskonia, Manresa y Juventut Badalona. En la vela, con deportistas medallistas olímpicos como Iker Martínez, Támara Echegoyen, Marina Alabau y las 10 veces campeona del mundo, Gisela Pulido. Otro medallista apoyado por Movistar es el triatleta Javier Gómez Noya.
En el ciclismo, con el Movistar Team, en el motociclismo con Movistar Yamaha MotoGP, en el fútbol sala con el Movistar Inter y en la nieve, con el mundial de Snowboard de Sierra Nevada y en las estaciones de esquí de Sierra Nevada y del Grupo Aramón. Además, este año Telefónica ha entrado en los eSports con el equipo Movistar Ryders y el patrocinio de la liga ESL. Sus cuatro grandes embajadores son Rafa Nadal, Ferrán Adriá, Juan Diego Flórez y Javier Gómez Noya.
El Monarca, conocido como «El Animoso» por sus extraños cambios de humor, desarrolló con la edad el comportamiento de un maníaco depresivo. Al trastorno bipolar se sumó un delirio nihilista de Cotard: «A veces se creía una rana».
Retrato de Felipe V, por Louis-Michel van Loo - Museo del Prado
La mañana del 4 de octubre de 1717, como si fuera una locura programada para estallar de golpe, Felipe V sufrió un ataque de histeria cuando salió a cabalgar: creía que el sol le atacaba. Aunque el carácter del primer Rey de la dinastía Borbón siempre había oscilado con preocupante rapidez de la euforia a la depresión, nada hacía prever el comportamiento extraño de aquel día. A partir de entonces, el Rey inició un lento viaje hacia la locura extrema. No se dejaba cortar por nadie el cabello ni las uñas porque pensaba que sus males aumentarían. Así, las uñas de los pies le crecieron tanto que llegó un momento que ya no podía ni andar. Creía que no tenía brazos ni piernas. Y que era una rana.
Felipe V de Borbón fue el sucesor elegido por el último monarca de la casa de Austria, su tío-abuelo Carlos II, para convertirse en el primer Rey de la casa de Borbón en España, tras imponerse en la Guerra de Sucesión española. No obstante, su larguísimo reinado de 45 años y 3 días –el más prolongado en la historia de España– quedó marcado por el deterioro de su salud mental y la fallida abdicación a favor de su hijo Luis I, que falleció 229 días después de ser coronado víctima de la viruela. Finalmente, Felipe V, llamado «el Animoso» por la oscilación de su humor, falleció con la corona todavía en su cabeza y sumido en un estado de locura tan evidente que «hasta los pintores de cámara habían tenido que reflejar la decrepitud del Rey, hinchado y torpe, con las piernas arqueadas y la mirada perdida».
Desde la juventud, el carácter melancólico de Felipe V siempre fue conocido entre sus consejeros más cercanos. El futuro Rey de España –un adolescente tímido, abúlico e inseguro– caía continuamente en breves periodos de depresión. De este estado pasaba a uno de euforia en cuestión de minutos, como hizo gala en varias batallas contra los austracistas en la Guerra de Sucesión. Pocos años después del final de la guerra, cuando se vio enclaustrado en el viejo y oscuro Alcázar de Madrid, empezaron a aparecer con mayor frecuencia los «vapores melancólicos», que le obligaban a encerrarse y a confesarse de continuo. Un extraño comportamiento que recordaba al de su madre María Ana Victoria de Baviera, la cual pasó la mayor parte de su estancia en el Palacio de Versalles encerrada en sus aposentos a causa de una persistente depresión.
«Solo la guerra lo sacó por breves momentos de su apatía congénita, lo que le valió el sobrenombre de “animoso”. Toda su vida estuvo dominado por sus familiares», sostiene la historiadora francesa Janine Fayard sobre el perfil psicológico del Monarca. Ciertamente, el final de la guerra y la vida en los despacho le sumieron en un estado de aburrimiento, donde nunca fue capaz de encontrar aficiones e intereses que le sacaran de la apatía. Quizás fue su adicción incontrolada al sexo –aderezado por sus temores religiosos– lo único que consiguió mantener ocupada la mente del Rey. Su primera mujer, Maria-Luisa Gabriela de Saboya, que se casó con 14 años, supo satisfacer hasta su prematura muerte las exigencias de un hombre muy fogoso en el lecho real. La Reina falleció en 1714, después de darle dos herederos varones, los futuros Reyes Luis I y Fernando VI. Su muerte coincidió con los primeros compases de la enfermedad mental que consumió poco a poco la salud del Rey.
Un maníaco depresivo, en la Corte
El año 1717 es señalado por todos los historiadores como la erupción de su locura más primitiva. Empezó a protagonizar ataques de histeria en público, a sufrir terribles pesadillas –en la más recurrente trataba de ensartar a un fantasma con una espada– y en ocasiones creía ser una rana. Además, el deterioro mental vino acompañado de dolencias físicas: graves cefaleas, astenias, trastornos gástricos y se convirtió en un gran hipocondríaco sentándole mal cualquier cosa que comía.
Un punto recurrente en sus episodios de locura durante este periodo fue la relación con su segunda esposa. Siete meses después de la muerte de la Reina, contrajo matrimonio con la italiana Isabel Farnesio de Parma. Una mujer hacia la que desarrolló una fuerte dependencia sexual y afectiva, que se asentaba en el carácter férreo y autoritario de ella. Ambos se hicieron inseparables y engendraron al que sería el futuro Carlos III, pero la Reina tuvo que sufrir la fase más dura de la enfermedad del Rey. A principio de su matrimonio, el Monarca se obsesionó con que su ropa y la de su esposa irradiaba unaa luz mágica. Como respuesta, estableció vigilancia permanente sobre su ropa personal y encargó a monjas que la elaboraran exclusivamente a partir de entonces, como medida para espantar al diablo. Pese a todo, Felipe V no tardó en mostrar un grave problema de higiene personal: no se cambiaba de ropa interior hasta que quedaba hecha jirones y nunca se ponía ninguna camisa que su esposa no hubiera utilizado antes.
El Rey empezó a vivir durante la noche y a dormir durante el día
El hispanista Henry Kamen, que ha estudiado de forma amplia la figura de Felipe V y ha revisado su cuadro médico, concluye, en la biografía que le dedicó en 2001, que el Monarca sufría un trastorno bipolar. El diagnóstico de esta enfermedad, comúnmente encuadrado como Trastorno Bipolar Tipo I, responde a muchos de los síntomas que padeció desde joven el Monarca. Así, dentro de período depresivo que registran estos enfermos se incluye un sentimiento constante de tristeza, desesperanza, pérdida de interés por actividades de las que la persona antes disfrutaba, timidez, irritabilidad, dolor crónico y desórdenes del sueño. De hecho, a partir de 1728 el Rey empezó a vivir durante la noche y a dormir durante el día. Recibía a ministros y embajadores después de la medianoche en sesiones que duraban horas.
Por su parte, la fase maníaca depresiva de Felipe V explica los episodios paranoicos, la exagerada actividad en el plano sexual y las alucinaciones que aparecieron a raíz de la muerte de su primera esposa. No en vano, el médico psiquiátrico Francisco Alonso Fernández precisa, en un estudio para la Real Academia de Medicina, que fue en la tercera etapa de su reinado (1726-1746) cuando se mostraron los peores y más violentos síntomas de la enfermedad. La causa que pudo desencadenarlo fue la fallida abdicación que protagonizó a favor de su hijo Luis I.
Quizá guiado por los estragos de su enfermedad o porque el Monarca albergaba la ambición de reinar en Francia si fallecía prematuramente Luis XV, Felipe V firmó el 10 de enero de 1724 un decreto por el que abdicaba en su hijo Luis, de diecisiete años, casado con Luisa Isabel de Orleans, dos años menor que éste. A continuación, los Reyes padres se retiraron al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, pero la reina estuvo siempre perfectamente informada de lo que sucedía en la Corte de Madrid. No obstante, Luis I enfermó ocho meses después de viruela y murió el 31. Y aunque al haber abdicado el sucesor tendría que haber sido el otro hijo varón, la rápida actuación de la Reina Isabel de Farnesio devolvió la Corona a Felipe V. Todo ello haciendo frente a ciertos sectores de la nobleza castellana que apoyaban la opción de Fernando, argumentando que no cabía la marcha atrás en la abdicación de un rey.
El Rey que Reino dos veces
Precisamente por ello, se dice que Felipe V es el único Rey que reinó dos veces en España. Pero tras la muerte de su hijo Luis, su depresión no le permitió hacerlo de la misma manera. «Este segundo reinado estuvo dominado por los repetidos episodios melancólicos, cada vez más graves y continuos, complementados con pequeños brotes hipomaniacos (episodios destructivos), casi siempre provocados por estímulos externos positivos, que operaban a través de un sistema hipersensitivo emocional», explica en su texto Francisco Alonso Fernández. Asimismo, al trastorno bipolar se añadió un delirio nihilista de Cotard (delirio de negación), que se reflejaba en la negación de tener brazos y piernas, o de mantenerse vivo, «o de conservar la identidad humana al creerse convertido en una rana».
Desde el punto de vista político, este segundo Felipe hizo las veces de Rey consorte de su mujer, Isabel de Farnesio. Una muestra del poder de su esposa se refleja en que los documentos y cartas del periodo contienen la frase «el Rey y yo», como emblema de una singular monarquía dual en la que quien tomaba las decisiones era la Reina.
«Hacía muecas y se mordía a sí mismo, cantaba y gritaba desaforadamente»
En sus años finales, Felipe V se recluyó en el palacio de El Pardo, donde vivía de forma huraña. «Se había empeñado en llevar siempre una camisa usada antes por la Reina, porque temía que le envenenasen con una camisa; otras veces prescindía de esa prenda y andaba desnudo ante extraños; se pasaba días enteros en la cama en medio de la mayor suciedad, hacía muecas y se mordía a sí mismo, cantaba y gritaba desaforadamente, alguna vez pegó a la Reina, con la cual se peleaba a voces y repitió tanto sus intentos de escaparse que fue preciso poner guardias en su puerta para evitarlo», relata el historiador Pedro Voltes en «La vida y la época de Fernando VI».
A la muerte del Rey, Fernando VI –el único hijo varón vivo de su primer matrimonio– ordenó a su madrastra, la Reina viuda Isabel de Farnesio, que abandonara el palacio real del Buen Retiro y se marchara a vivir a una casa de la duquesa de Osuna. Más tarde ordenó su destierro como castigo a los desprecios que había aplicado, desde su posición de poder, a los hijos y consejeros de Maria-Luisa Gabriela de Saboya.
Sus asistentes eran constantemente agredidos y tenían miedo de su propia integridad física. Una grave demencia empañó el buen reinado del hijo de Felipe V.
Los años finales del reinado de Felipe V estuvieron marcados gravemente por sus problemas psicológicos, probablemente sufría un trastorno bipolar, y la Corte se convirtió en un lugar extraño, donde las reuniones con los ministros se celebraban a altas horas de la madrugada y el Rey se creía a veces una rana. La cuestión es que Felipe V ya había abdicado una vez, en la figura de su hijo Luis I, pero después de un reinado de apenas seis meses, la Corona le había vuelto como si fuera un bumerán afilado. El 15 de enero de 1746, sin embargo, al morir de forma sorprendente después de tragarse la lengua, el cetro pasó al fin a su siguiente hijo, Fernando VI, quien paradójicamente iba a vivir un proceso de derrumbe igual de pronunciado.
Nacido el 23 de septiembre de 1713, el futuro Fernando VI era el cuarto hijo de Felipe V con María Luisa de Saboya, teniendo por delante en la sucesión al reino a Luis, Felipe Pedro y otro hermano que fallecido al poco de nacer. El joven infante creció sin madre, fallecida a los cinco meses de su nacimiento, y con la desconfianza de la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio. De hecho, el Rey apenas se preocupó por los hijos de su segundo matrimonio, absorbido como estaba por la autoritaria Isabel.
Fernando, el Príncipe de Asturias invisible
La educación de Fernando vivió algunos altibajos dados los desprecios de su madrastra y su condición de segundón en la línea sucesoria. Era en esencia un niño melancólico, amante de las artes y la música. El Conde de Salazar ejerció como su tutor, pero ni él ni su camarilla pudo mejorar su posición en la Corte. El ascenso al trono de su hermano Luis I sí lo hizo durante unos meses, pero a su muerte la Corona no pasó a Fernando sino que volvió al Rey, por insistencia de Isabel de Farnesio, ante las críticas de una nobleza que entendía que una abdicación nunca es reversible. Ese mismo año, 1724, las Cortes de Castilla proclamaron a Fernando Príncipe de Asturias, si bien Farnesio bloqueó su derecho a asistir a las reuniones del Consejo de Estado como heredero del reino.
En enero de 1729, Fernando se casó en Badajoz con Bárbara de Braganza, hija del Rey de Portugal y perteneciente a la dinastía que, en tiempos de los Austrias, se había alzado contra el Imperio español para lograr la independencia del país luso. Al igual que él, la princesa portuguesa era culta, de agradable carácter, dominadora de seis idiomas y gran amante de la música desde niña. Su rostro marcado por la viruela y su figura voluminosa no impedían que los encantos de su personalidad causaran una grata impresión.
Fernando y Bárbara se enamoraron profundamente y vivieron aislados de la Corte durante el reinado de Felipe V por voluntad de la madrastra regia. Cuando en 1733 pudieron residir en Madrid se les impuso un férreo marcaje que incluía la limitación de que solo podían ser visitados por cuatro personas al día, y no podían comer en público ni salir de paseo. Tal vez creía Farnesio que si se le ignoraba Fernando simplemente desaparecería en algún momento dado.
No obstante, a la muerte de Felipe V en 1746 la situación se volteó por completo, de modo que Isabel Farnesio tuvo que abandonar las dependencias palaciegas y quedó aislada del mundo político. Un año después Isabel se quejaría de que el cordón sanitario en torno a ella cada vez era más grande: «Desearía saber si he faltado en algo para enmendarlo». A lo que el nuevo Rey, en una muestra de carácter, contestó: «Lo que yo determino en mis reinos no admite consulta de nadie antes de ser ejecutado y obedecido».
Durante los 13 años que duró su reinado, Fernando siguió con el programa de reformas iniciado por su padre. Su apuesta por la neutralidad en Europa ayudó a dar un respiro a las arcas públicas: «Paz con Inglaterra y guerra con nadie», usó a modo de guía política. Además, en esos años se materializó la recuperación económica tras los años de derrumbe de los últimos Austrias y se creó el Catastro para conocer la realidad del país. Solo la reforma fiscal impulsada durante su reinado se topó con el rechazo directo de la nobleza. No obstante, su medida más polémica fue la gran redada contra los gitanos autorizada en el verano de 1749. En un mismo día fueron apresados unos 9.000 gitanos españoles, que fueron sometidos a todo tipo de abusos.
La reforma fiscal impulsada durante su reinado se topó con el rechazo de la nobleza
A nivel cultural, el amor del Rey por las artes quedó patente es que fue durante su reinado cuando se impulsaron realmente las academias estatales. En 1752 se creó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Así y todo, ningún rey puede dar por acabada su obra hasta que asegura su descendencia, lo cual resultó un fracaso para Fernando puesto que era impotente, como el trastámara Enrique IV o el austria Carlos II. Una afección genital le impedía eyacular y tener hijos. El asunto no era tan grave, en tanto, que contaba con hermanos todavía jóvenes que podían hacerse con las riendas del país, como así fue a través del futuro Carlos III.
Que su hermano heredara la Corona entraba en sus planes, no así el proceso de demencia que vivió en sus últimos años.
Fallece la Reina y el Rey pierde la cabeza
Si bien los Reyes nunca habían gozado de buena salud, no fue hasta 1758 cuando el deterioro en la salud de la Reina Bárbara de Braganza obligó a la pareja a trasladarse al Palacio de Aranjuez en un intento de que mejoraran sus problemas respiratorios. Lejos de este propósito, ese mismo verano falleció la Reina a consecuencia probablemente de un cáncer abdominal y dejó a Fernando solo, con un comportamiento cada vez más errático. A lo largo de su vida había sufrido varios periodos de inactividad con ánimo deprimido, pero ese verano se aceleró su carácter melancólico. Aquello marcó el principio del conocido como el año sin rey.
Pero, ¿qué enfermedad se escondía tras su locura? ¿Alzheimer? ¿Un trastorno bipolar como su padre? Los acercamientos psiquiátricos al caso han planteado tradicionalmente la hipótesis de que lo que empezó como «un trastorno de adaptación con sintomatología depresiva reactivo a la muerte de su mujer» derivó en un trastorno depresivo mayor. Sin embargo, en una investigación realizada por Santiago Fernández-Menéndez (Hospital Universitario Central de Asturias), José M. González-González (Área Asistencial de Gijón), Víctor Álvarez-Antuña (Área de Historia de la Medicina) Julio Bobes (CIBERSAM), se concluye que el empeoramiento grave de su clínica, la decadencia funcional que eso acarréo, se tiene que explicar por causas que van más allá de una depresión o un trastorno bipolar. «Una demencia rápidamente progresiva cuyos síntomas hayan pasado desapercibidos al coincidir con la agonía y la muerte de la Reina explicaría mejor todo el proceso clínico».
El Alzheimer, barajado por otros autores, resulta improbable para estos investigadores dada «la edad del paciente, la rápida progresión clínica, la ausencia inicial de déficits de la memoria episódica y la gravedad de los síntomas conductuales».
En «La demencia del Rey Fernando VI y el año sin rey», este grupo de investigadores reconstruye el historial clínico del Rey a partir de ese verano. El mismo día que falleció la Reina, sin esperarse al funeral, Fernando se refugiara en el castillo de Villaviciosa de Odón, donde salió a cazar y se mostró contento los primeros días. Sin embargo, a principios de septiembre el Rey empezó a mostrarse agresivo, de ánimo deprimido y surgió en su mente la obsesión por la muerte. Apunta Andrés Piquer, un médico del periodo: «Padecía unos temores sumos, creyendo que cada momento se moría, ya porque se sentía ahogar, ya porque le destrozaban interiormente, ya porque le iba a dar un accidente [...]».
Otros síntomas hicieron aparición en las siguientes semanas: apatía, insomnio, abandono en la higiene personal y en las obligaciones religiosas... Compartiendo algunas extravagancias con su padre, Fernando se empecinó en añadir nuevos disparates a la vida cortesana. Le dio por morder a la gente y fingir que estaba muerto o era un fantasma. Sus asistentes eran constantemente agredidos y tenían miedo de su propia integridad física. Sobre esto, Andrés Piquer refiere: «Se enfurecía con vehemencia, airándose hasta el punto de ejecutar cosas muy impropias a su bondad y a su carácter». Además de correr o bailar en ropa interior, le gustaba reírse de sus asistentes y se negaba a dormir sobre su cama, de modo que improvisaba cada noche una camilla con dos sillas y un taburete.
El año sin Rey
Y si a Felipe V le calmaba la voz de un castrati, a Fernando VI le relajaba el opio. Nada que sirviera más que para calmarlo, pero no para revertir su situación. Hacia finales de ese año, la vida de Fernando VI parecía llegar a su fin y se dispuso un testamento el 10 de diciembre de 1758 que ni dictó ni firmó, pero al que dijo que estaba de acuerdo cuando le enseñaron las cláusulas dictadas por el Conde de Valparaíso. En los siguientes meses al parecer registró varios intentos de suicidio, uno de ellos al amagar con ahorcarse con las cintas que tenía en la camisa.
Lo retorcido del asunto es que, siendo el Rey, resultaba complicado llevarle la contrario o responder a las agresiones. Desde Italia, el futuro Carlos III pidió con insistencia utilizar «violencia respetuosa» para reducir al enfermo. He aquí la cuestión, sin respuesta aparente, de qué es exactamente la violencia respetuosa ante a un hombre que te acaba de moder la nariz.
No obstante, a partir del nuevo año cada vez fue menos necesaria esta «violencia» porque el Rey quedó encamado y cada vez más débil. A partir de la primavera la demencia afectó a su habla, hasta el extremo de que apenas era capaz de articular un discurso desordenado. Los problemas digestivos y respiratorios aceleraron su deterioro en poco tiempo. En julio se describió la aparición de sangre en los esputos.
A esas alturas, su larga ausencia había inquietado al pueblo hasta el punto de que unos versos satíricos corrían furiosos por Madrid:
«Si el Rey no tiene cura
¿a qué esperáis o qué hacéis?
Muy presto cumplirá un año
Que sin ver a vuestro rey
Os sujetáis a una ley
Hijo de un continuo engaño»
Finalmente Fernando murió el 10 de agosto de 1759 a los 46 años. La salud del Monarca había alcanzado niveles críticos para entonces, sobre todo a causa de su desnutrición y sus problemas respiratorios. Su hermano Carlos III, hijo de Isabel de Farnesio, herederó el reino. Era el tercer hijo de Felipe V que reinaba en España.
Según los analistas, el mercado «agradece» el comienzo del proceso y confía en unas negociaciones abiertas.
La divisa británica caerá más si se negocia un Brexit duro - EFE
La libra se apreciaba hoy frente al euro, la divisa europea, y caía frente al dólar después de que el Gobierno británico activara el Brexit, lo que sorprendentemente también empujó al alza a la Bolsa de Londres.
La libra esterlina se mantenía sólida frente al euro y subía un 0,23%, hasta 1,1538 euros a cierre del mercado, después de haberse apreciado un 0,67% ante la moneda comunitaria justo después de la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa. La libra bajaba no obstante frente al dólar estadounidense, un 0,20%, hasta 1,242 dólares.
La Bolsa de Valores de Londres ha cerrado finalmente al alza después de registrar leves pérdidas durante toda la sesión. El FTSE-100 cerró con una subida del 0,41%, hasta los 7.373 puntos enteros.
Según los analistas, los mercados agradecen por una parte el inicio del proceso negociador y, por otra, están pendientes de los detalles y el tono, conciliador o agresivo, que tome la negociación con Bruselas. La evolución de la libra dependerá de lo «desafiante» que sea la posición del Reino Unido, ha declarado el analista de mercados de ETX Capital Neil Wilson, que advierte de que existe además la amenaza de un segundo referéndum de independencia en Escocia.
El Ayuntamiento de la «City» de Londres, que representa los intereses del distrito financiero, afirmó hoy que el Gobierno de la primera ministra, Theresa May, debe negociar un acuerdo comercial con la UE «lo más parecido a la situación actual» y con «acceso recíproco a los mercados».
El presidente del departamento de política de la City of London Corporation, Mark Boleat, dijo que es "esencial" que el Ejecutivo de la primera ministra, Theresa May, «obtenga un acuerdo transitorio lo antes posible en las negociaciones para ofrecer claridad y garantías a las empresas y los consumidores» británicos y de la UE.
May anunció hoy ante el Parlamento británico que ha activado el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que inicia el periodo de dos años de negociaciones con la Comisión Europea, y dijo que planea negociar un acuerdo que beneficie «a todo el Reino Unido».