EL PAÍS INTERNACIONAL
Natalia Sancha
Fuerzas insurgentes y yihadistas sorprendieron el domingo con un fuerte ataque en el noreste.
Un integrante de una formación rebelde, durante los combates de este domingo en el barrio de Jobar (Damasco) AMER ALMOHIBANY AFP
En la periferia de la capital Siria, combatientes armados y tropas regulares reproducen hoy el mismo patrón adoptado previamente en Alepo y Homs. En la sitiada localidad de Qabun, en la periferia noreste de Damasco, unos 2.000 combatientes armados lanzaron este domingo una inesperada ofensiva contra posiciones del Ejército sirio. Con ello pretenden abrir una vía de acceso hacia la más amplia Guta Oriental, también cercada y bajo control insurrecto. Allí, El Ejército sirio alterna desde hace años entre operaciones militares para reforzar el asedio sobre los insurrectos, con negociaciones para sellar una evacuación de los armados. La proximidad de esta localidad con el corazón del país y bastión del Gobierno, expuesto al alcance de sus morteros, confiere a los armados un mayor peso a la hora de negociar.
“'Aun podemos haceros daño así que tenéis que sentaros a negociar', es el mensaje que los insurrectos han lanzado al Gobierno de El Asad”, valora al teléfono y desde Turquía, Nawar Oliver, experto militar del Centro de Estudios Omran de Estambul. Tras tres años puntuados por acuerdos y esporádicos combates entre sendos bandos, el Ejército sirio reanudó las operaciones militares un mes atrás en un intento de debilitar a los insurrectos de Qabun al separarlos de Guta Oriental. Entremedias, unos 70.000 civiles han quedado atrapados con escaso acceso a alimentos y servicios médicos. La apertura de una ruta que les conecte con la Guta Oriental permitiría a los armados evacuar a los civiles y recibir refuerzos. Para Oliver, la opción de ataques aéreos es una limitada para el Gobierno de El Asad dada la proximidad en el frente entre posiciones leales e insurrectas. La agencia estatal de noticias siria, Sana, informó en la tarde del lunes la recuperación a manos del Ejército sirio de todas las posiciones arrebatadas por los armados el día anterior.
Son tres los grupos que se han sumado en esta ofensiva insurrecta: Faylaq al Rahman y Ahrar al Sham son dos de las facciones islamistas más importantes. Al tándem se une la coalición Tahrir al Sham, recientemente creada bajo iniciativa de Fatá al Sham y filial de Al Qaeda en el país. En los combates han muerto 26 miembros de las fuerzas leales al presidente sirio, y 21 combatientes islamistas, según el recuento que hace el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sito en Londres. En el ataque sorpresa, los insurrectos han llevado a cabo varias operaciones suicidas contra posiciones del Ejército sirio.
El Ejército sirio ha recurrido a los cercos como estrategia de guerra desde el inicio de la contienda, que los insurrectos han replicado. Este ha sido el escenario en Al Waer, último barrio bajo control insurrecto en Homs capital. Tras tres años de negociaciones, la semana pasada se reanudó una nueva fase de evacuación que habrá de trasladar a unos 2.000 armados y otros 10.000-15.000 civiles hacia la campiña. El mismo escenario se reprodujo también en el Alepo occidental el pasado mes de diciembre donde 7.000 insurrectos y 23.000 civiles fueron trasladados a la rebelde Idlib, y otros 60.000 civiles optaron por desplazarse a zonas gubernamentales.
Previendo un mismo destino que sus filiales en Homs y Alepo, la coyuntural coalición islamista intenta evitar una evacuación forzada y para ello contrataca al régimen sirio en su propia capital. La tensión es patente entre los seis millones de habitantes— más de la mitad de ellos desplazados de otras regiones del país— que acoge Damasco, objetivo de recientes atentados terroristas y sobre cuyas cabezas truenan desde este domingo los cazas de combate.
Crecientes divisiones en el bando insurrecto
Sin embargo, las escaramuzas entre facciones mayoritarias mantienen el frente insurrecto dividido en Guta Oriental. Jeish el Islam, el único de estos grupos que ha participado en el proceso de negociaciones políticas bajo patrocinio de terceras potencias no lo ha hecho en esta ofensiva. Dentro del cerco se enfrenta a tanto los hombres de Faylaq al Rahman como a los de la filial de Al Qaeda. “Para Jeish el Islam un acuerdo con el Gobierno para ser evacuados a Idlib no es una opción, porque serían diezmados por Al Qaeda quien controla la región y les supera en número de combatientes”, recalca Oliver.
Entrando en el séptimo año de guerra, los grupos de corte islamista y yihadista aglutinan hoy a la mayoría de los efectivos insurrectos frente al menguante Ejército Libre Sirio. Las luchas intestinas por hacerse con depósitos de armas, engrosar sus filas con combatientes de otros grupos o recibir apoyo regional han exarcebado los enfrentamientos internos en bastiones insurrectos como Idlib o la periferia de Damasco. Una división que las tropas regulares sirias intentan aprovechar para expulsar mediante acuerdos a las bolsas opositoras de la Siria útil: las principales urbes del país y las arterias que las conectan entre sí.
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