EL MUNDO INTERNACIONAL
Un miembro del ejército israelí, entre las ruinas del centro de Mosul. THAIER AL-SUDANIREUTERS
La lucha por ocupar el vacío del IS, la insurgencia yihadista, las relaciones entre suníes y chiíes o el puzzle tribal, los desafíos de la segunda ciudad de Irak.
En las ruinas de Mosul, con los últimos rescoldos aún calientes, se fragua ya la próxima contienda. Una batalla repleta de obstáculos e interrogantes con un endiablado puzzle de fuerzas rivales y viejas rencillas tribales y sectarias para la que se carece de receta cierta. "El verdadero problema es la ocupación estadounidense e iraní y sus aliados, que han traído el terrorismo y han creado a los grupos radicales para usarlos como pretexto con el propósito de destruir, matar y desplazar a la población", señala en una conversación con Nureddin Naqashbandi, portavoz del Ejército de los Hombres de la Cofradía (sufí) Al Naqshbandia, una organización clandestina que trata de ocupar el hueco que el Estado Islámico ha dejado en la segunda ciudad de Irak.
EL REGRESO DE LOS HOMBRES DE SADAM. La milicia, fundada en 2007 tras la ejecución en la horca de Sadam, flirteó con los yihadistas cuando irrumpieron en Mosul hace tres años pero terminó retirándoles el apoyo. "Nos pidieron lealtad absoluta y trabajar bajo la bandera del Daesh. Decidimos dejar las armas y no abrir más batallas", reconoce Naqashbandi. El grupo está integrado por veteranos del ejército iraquí de Sadam y ex miembros del partido Baaz afectados por la 'desbaazificación' impulsada tras la invasión del país en 2003 que despojó de trabajo a decenas de miles de funcionarios y abonó el terreno a la insurgencia. "Tenemos la fuerza militar preparada en Mosul y capacidad para actuar en cuanto lo ordene la cúpula de nuestro ejército", agrega el dirigente. El movimiento, que lideró las protestas surgidas en 2013 en las zonas de mayoría suní contra la hegemonía chií en Bagdad, lleva meses preparando el terreno y presentándose como la alternativa entre el terror del IS y el de un ejército iraquí al que acusan de servir a los intereses chiíes y efectuar un profundo cambio demográfico.
LOS ÚLTIMOS DEL IS. La liberación de la ciudad, proclamada el 9 de julio, no acalló el ruido de los bombardeos y las escaramuzas. Desde entonces las tareas de limpieza de las fuerzas de seguridad han tratado de cazar a los últimos combatientes y abortar una constelación de células durmientes repartidas por toda la ciudad. Su aniquilación está muy lejos. "El IS se está replegando a lo que fue antes de 2014. Han perdido su protoestado pero continuarán como movimiento insurgente", advierte a este diario el analista iraquí Fanar al Hadad, investigador de la universidad nacional de Singapur. A partir de ahora, su estrategia consistirá en explotar las fallas de seguridad y gobierno en Mosul lanzando ataques desperdigados por la geografía de las provincias de Nínive, Saladino o Al Anbar, aprovechando las tensiones entre las fuerzas que hasta ahora han batallado contra el IS y abonando el terreno para su mutación.
ANSIAS DE AUTONOMÍA. Uno de los antídotos contra la reinvención del IS o el regreso al pasado baazista es precisamente dirimir el estatus político de Mosul y sus alrededores. La constitución que surgió del ocaso de Sadam recoge la configuración de un Irak federal y democrático, capaz de satisfacer a un complejo tapiz de etnias y minorías religiosas. Una aspiración que, sin embargo, nunca se ha desarrollado, aplastada por el liderazgo chií en la capital. "Hemos iniciado una campaña en el parlamento para reivindicar una autonomía similar a la del Kurdistán. Un régimen de autogobierno con parlamento y policías propios que debería ser aprobado por el pueblo en referéndum", avanza a este diario Salem Shabak, diputado en el Hemiciclo iraquí. El modelo aliviaría el sentimiento de alienación y sometimiento a los dictados chiíes que llevó a muchos vecinos de Mosul a festejar la entrada en escena del IS.
TENSIONES TRIBALES. En el intrincado mapa tribal de Mosul, las lealtades y sus mudanzas se pagan. La colaboración con el IS y la sed de venganza han desatado una caza de brujas que aleja cualquier escenario de reconciliación. "Es urgente que todas las tribus entreguen a la justicia a todos sus miembros que sean terroristas y hayan atemorizado a la población local", dispara Shabak, representante de una de las minorías religiosas que pueblan el norte de Irak. Un componente que condiciona el proceso de estabilización. Hasihd Ashairi, las milicias tribales que han participado en la campaña para recuperar Mosul, se enfrentan ahora a un futuro incierto en el que su papel no ha sido abordado.
SECTARISMO EXPLOSIVO. La lucha entre suníes y chiíes ha desangrado Irak desde 2003. A pesar de los enormes recelos que suscitó su presencia entre los suníes, las milicias chiíes de Hashid Shaabi (Movilización popular, en árabe) participaron en la ofensiva de Mosul y se han diseminado por el norte del país. El grupo, sin embargo, no es un bloque homogéneo. Sus 40 unidades y 60.000 hombres, integrados recientemente en el organigrama de seguridad gubernamental, tienen diversos liderazgos y distintos grados de vinculación con Irán y su proyecto de crear un corredor desde Teherán a caballo de Irak, Siria y Líbano. "En este momento las cuestiones intrasectarias suponen una amenaza mayor que las relaciones entre suníes y chiíes. Y eso se aplica tanto a los polos que compiten en el seno de la élite política chií como entre los líderes y grupos suníes y las maniobras políticas que siguen a la caída del califato", subraya Al Hadad.
SIN PLAN DE FUTURO. Unos de los aspectos más desconcertantes de la largamente esperada operación para liberar Mosul es la ausencia de un plan detallado sobre el escenario que debía suceder al colapso de los yihadistas. El comité de alto nivel formado por funcionarios kurdos, el Gobierno iraquí y la coalición internacional liderada por Estados Unidos para trazar la estrategia política no ha cosechado avances. Una falta de planificación y de líderes suníes en Mosul que puede alimentar las causas que allanaron el camino al ascenso del IS. "Con el trasfondo de Mosul existe una oportunidad de construir un marco más sostenible para las relaciones entre suníes y chiíes. Durante el curso de esta guerra ha crecido un grado de buena voluntad y cooperación que los lideres políticos no deberían desperdiciar", agrega el politólogo.
TERRITORIOS DISPUTADOS. En dos meses el norte de Irak se enfrenta a otra cita que modelará su futuro. La región autónoma del Kurdistán ha anunciado la celebración de un referéndum de independencia el próximo 25 de septiembre. La cita tiene como acicate el destino de los territorios disputados históricamente por iraquíes y kurdos sobre los que Erbil ha extendido su control en los últimos tres años tras la espantada de las fuerzas de seguridad iraquíes y la aparición del IS. Zonas como la petrolera Kirkuk, Sinyar o plazas de la provincia de Nínive han sido anexionadas de facto a territorio kurdo profundizando las cuitas nunca resueltas entre árabes y kurdos.
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