EL PAÍS ECONOMÍA
Íñigo de Barrón
El exgobernador sostiene que no tenía herramientas para cortar los excesos de la banca en la crisis y que los primeros culpables son los gestores.
El exgobernador del Banco de España, Jaime Caruana, conversa hoy con la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, en el Congreso.EFE/Ballesteros EFE
Todos los portavoces de los partidos han coincidido en criticar la inacción de Jaime Caruana, gobernador del Banco de España entre el 2000 y el 2006, los años en los que se gestó la burbuja inmobiliaria. Especialmente severo ha sido Ramón Aguirre, del PP, que negó el argumento defensivo de Caruana, que sostuvo que el supervisor no tenía herramientas suficientes para atajar los excesos de los bancos. Caruana fue un alto cargo en el Tesoro y luego aupado al Banco de España bajo los mandatos de José María Aznar.
Existía expectación sobre la comparecencia de Caruana porque el actual gobernador, Luis Linde, en su reciente participación en esta Comisión de Investigación de la crisis financiera, afirmó que hubo falta de previsión en sus antecesores en el cargo. El exgobernador Caruana no fue por ese camino y dibujó un panorama en el que los bancos cumplían la normativa de capital y provisiones y que gracias a las provisiones anti cíclicas que se crearon bajo su mandato, "las entidades retrasaron uno o dos años el efecto de la crisis. El sector estaba preparado para problemas en una situación normal , pero se unieron dos crisis, una global y otra del euro, imposibles de predecir, que superaron todas las líneas de defensa. Nadie predijo que se secarían los mercados".
También recordó que los primeros responsables de la crisis de una entidad "son sus gestores por delante de cualquier supervisor. El Banco de España no concede los créditos, sí los supervisábamos y los provisionaban cuando no eran adecuados. La supervisión era meticulosa. La gobernanza de las cajas fue claramente deficiente, aunque en algunos casos respondieron bien a la crisis".
Insistió en los problemas de la falta de normas adecuadas: "La contabilidad tiene un límite y la estiramos a tope". "El Banco de España hizo lo que podía hacer con la normativa que tenía" y, en relación con el papel de las cajas de ahorros, recordó "que tenían una dependencia con las Comunidades Autónomas".
La portada de EL PAÍS
Sobre las preferentes, apuntó que el problema fue cómo se comercializaron, no tanto el producto en sí y que no las podían prohibir. Además, reconoció que "la banca tiene que cambiar la ética y es algo que se estudia en foros internacionales. En eso estoy de acuerdo", admitió ante las preguntas de los parlamentarios, pero resumió que el problema de fondo de la crisis fue que hubiera sido necesario aplicar medidas macroprudenciales "y no se disponía de ellas. Este es el único remedio capaz de aplacar crisis generales como estas". Recomendó prudencia cuando hay bajos tipos de interés y gran acceso a la liquidez y pidió que los organismos se preparen para choques mayores de los programados, "lo que se traduce en más capital para los bancos".
Las palabras del directivo, que tampoco advirtió la crisis internacional desde el FMI a donde fue de la mano de Rodrigo Rato hasta 2008, no convencieron a nadie. Todos los portavoces de los partidos criticaron su inacción y, sobre todo, no haber denunciado con más firmeza la creación de la burbuja y haber pedido al Gobierno las normas necesarias para actuar. “Sí lo denuncié, y hubo una portada de EL PAÍS en 2003 que hablaba de un informe del Banco de España que decía que la sobrevaloración de precios de la vivienda era del 20%”.
Pero esos avisos no parecieron rotundos a los diputados, que le preguntaron por las presiones políticas que recibió en su cargo para negar la existencia de una burbuja. Caruana negó cualquier tipo de injerencia política por parte de Rodrigo Rato o Pedro Solbes, vicepresidentes con el PP y el PSOE respectivamente. "Trabajé con los dos Gobiernos sin ninguna injerencia", aseguró. Caruana afirmó que, cuando dejó la institución, dada la situación económica y la del sector financiero, el futuro podía haber sido otro diferente del que fue, dejando en el aire si se refería a la banca o a la marcha de la economía en general.
Pedro Saura, del PSOE, también rechazó la actitud de Caruana "y su falta absoluta de autocrítica en un periodo clave para la gestión de la crisis". Saura consideró que los propios documentos del Banco de España se reflejaban los problemas que gestaron la crisis, "y no hizo nada por impedirlo. Actuó con complacencia", afirmó. Los representantes de Podemos, Ciudadanos, PNV y Esquerra Republicana de Catalunya coincidieron en el tono duro y crítico con el papel de Caruana al que acusaron de no pinchar la burbuja aunque estaba en su mano. Le recordaron que el propio Luis Linde, actual gobernador, habló en la comparecencia anterior, de la inacción del supervisor en la época de Caruana. Yolanda Díaz, de En Marea Unidos Podemos, dijo que era “responsable por omisión de esta crisis, que no ha llegado como si fuera una catástrofe natural”. Francisco de la Torre, de Ciudadanos, le recordó que los inspectores ya anticiparon la burbuja de crédito en los bancos. Tras cuatro horas, Caruana se marchó sin convencer a nadie.
Carta de los inspectores
Todos tomaron argumentos de una carta que los inspectores escribieron a Solbes en mayo de 2006 en la que advirtieron de algunos riesgos que posteriormente se cumplieron, como la sobrevaloración inmobiliaria. El exgobernador respondió argumentando que también fallaron en otros pronósticos de esa misma carta y alabó su labor en la crisis. El PP desgranó las medidas que, en su opinión, podía haber tomado el supervisor y no lo hizo, en relación con el control de la expansión del crédito inmobiliario, de las tasadoras y del negocio inmobiliario en general.
El exgobernador, en su turno de réplica, dijo que sí había hecho autocrítica al admitir que no había instrumentos suficientes. Admitió, en respuesta a Saura, que las provisiones se frenaron una vez que se habían puesto en marcha, "por la presiones, pero las mayores vinieron de fuera". Incluso afirmó que si hubieran elevado más estas provisiones, los bancos internacionales que cotizaban en Estados Unidos, el BBVA y el Santander, podían haber sido suspendidos de cotización.
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