Representación de los dos agujeros, situados en la galaxia «0402+379», a 750 millones de años de la Tierra - Joshua Valenzuela/UNM
Han detectado a dos agujeros negros supermasivos que orbitan entre sí. Esto ayudará a entender el proceso de fusión de galaxias.
Si el amor es capaz de unir lo que parece imposible, la gravedad no se queda atrás. Gracias a ella, el Universo está lleno de galaxias en colisión, estrellas binarias, planetas rodeados de lunas o incluso asteroides formados por parejas o tríos. Recientemente, las ondas gravitacionales han demostrado que los agujeros negros se fusionan y generan un intenso colapso que resuena por el cosmos. Ahora, por primera vez, los investigadores han observado la interacción entre dos agujeros negros supermasivos cercanos, al menos en la escala de la Astrofísica. Sus observaciones han sido publicadas recientemente en la revista The Astrophysical Journal, y son muy importantes porque permitirán entender mejor a estos grandes objetos y su influencia en la evolución de las galaxias en colisión.
«Durante mucho tiempo, hemos estado tratando de encontrar una pareja de agujeros negros supermasivos en órbita como consecuencia de la fusión de dos galaxias», ha explicado Greg Taylor, investigador en la Universidad de Nuevo México (Estados Unidos) y coautor del estudio. Aunque los modelos habían predicho que algo así debía de existir, hasta ahora no se había podido ver.
Pero ahora, gracias a esta última investigación, los científicos aprenderán cosas nuevas sobre cómo un evento es capaz de alterar el espacio-tiempo e influir en la evolución de las galaxias.
15.000 millones de soles
Los dos agujeros negros, situados en la galaxia «0402+379», están a 750 millones de años luz de la Tierra y, según los científicos, tienen una masa de 15.000 millones de soles. Los agujeros negros son tan masivos, que tardan en completar una vuelta completa respecto al otro alrededor de 24.000 años.
La distancia que les separa de la Tierra hace que sea extremadamente difícil poder medir su movimiento. «Si imaginas una uña en el planeta recientemente descubierto en Proxima Centauri, a 4,2 años luz de la Tierra, que se mueva a un centímetro por segundo en su superficie, obtienes el mismo movimiento que estamos resolviendo con esta pareja de agujeros», ha explicado Roger W. romani, investigador de la Universidad de Stanford y coatuor del estudio. Por eso, en su opinión, lo que han logrado es «todo un triunfo tecnológico».
Según los autores, esta observación permite aprender mucho sobre el Universo y sobre la evolución de las galaxias. «Las órbitas de las estrellas nos proporcionaron unos importantes conocimientos sobre las estrellas», ha dicho Bob Zavala, otro de los coautores. «Ahora podremos usar las mismas técnicas para entender cómo son los agujeros negros supermasivos y las galaxias en las que residen».
De hecho, esta investigación podría ayudar a entender mejor cómo va a evolucionar la propia Vía Láctea, puesto que en cuestión de miles de millones de años «chocará» con la galaxia Andrómeda.
«Los agujeros negros supermasivos tienen una gran influencia sobre las estrellas de sus alrededores y sobre el crecimiento y la evolución de la galaxia», ha explicado Taylor. «Así que entenderlos un poco mejor y comprender qué ocurre cuando se fusionan podría ser importante para nuestra comprensión del Universo».
Estos investigadores observarán este sistema durante los próximos tres o cuatro años para afinar su estimación de la órbita, y confían en que otros investigadores traten de hacer estudios similares sobre posibles agujeros negros supermasivos en fusión.
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