viernes, 24 de febrero de 2017

CRISIS DEL LAGO CHAD: “Si Nigeria fracasa, África fracasa. 4º ESO”

EL PAÍS INTERNACIONAL
África no es un PAÍS
Jamie Drummond (One Foundation)


La conferencia de donantes de Oslo intenta paliar la situación de los afectados por Boko Haram.

Una madre junto a su hija, recibiendo asistencia por quemaduras en un centro sanitario del Estado de Borno (Nigeria), tras los combates entre el Ejército y los islamistas de Boko Haram la pasada semana.  AFP PHOTO

Los delegados van llegando ya este jueves a la cumbre de emergencia de Oslo sobre el norte de Nigeria y la región del lago Chad que se celebra este viernes 24, pero ¿por qué debería preocuparse la gente de la UE de personas que viven en lugar tan lejano?
Dejando de lado la moralidad, he aquí la razón del por qué: esta región está trágicamente infestada por enfermedades que devastan el cuerpo y por ideologías enfermas que hacen que las personas cometan actos terroristas extremistas. Ebola, zika y malaria se alimentan de los desnutridos; Boko Haram o el Estado islámico captan a los que son vulnerables porque carecen de educación básica o acceso a oportunidades.
Tal vez no esté usted interesado en estas aflicciones lejanas, pero ellas sí están interesadas en usted. Ese fue el mensaje profundo, poderoso y presagioso de Bono y Bill Gates en la Conferencia de Seguridad de Munich la semana pasada, el mismo que debemos llevar a la cumbre de emergencia de esta semana [Conferencia Humanitaria de Oslo].
Una mordedura de insecto y una bala de Boko Haram podría parecer que no tienen relación alguna pero pueden tener la misma consecuencia mortal en regiones inestables del mundo. El Estado de Borno, en el noreste de Nigeria, se encuentra en el epicentro de estos desafíos y de los "tres extremos": extrema pobreza, clima extremo e ideología extrema.
Este trío ha destruido millones de hogares, miles de escuelas, clínicas cerradas, carreteras y puentes, destruyó granjas y causó el desplazamiento de 2,5 millones de personas. La pérdida de esta infraestructura vital y su desplazamiento forzoso significa que están en riesgo de hambruna. Antes del infierno de Boko Haram y de la resistencia armada en su contra, décadas de negligencia y corrupción desenfrenada ya habían empobrecido a los ciudadanos.
La desesperación, el descontento y la frustración aumentaron gradualmente, especialmente entre los jóvenes. No hay mejor campaña de reclutamiento para los extremistas violentos que las comunidades empobrecidas y las élites corruptas - y así Boko Haram aumentó sus filas con hombres jóvenes y desesperados. Débil como era la zona ya antes de la aparición del extremismo, la batalla por la estabilidad y el desarrollo quedó atrás. Podemos y debemos invertir esta tendencia.
Cuando hace unos meses conocí en Borno a Amina, de 20 años, madre de seis hijos su marido se había perdido con Boko Haram. Cuando Amina necesita ayuda, ¿a quién se dirige? ¿Seremos nosotros, trabajando con la sociedad civil local y con buenos actores en el gobierno, con nuestra promesa de estabilidad, o le dejaremos esta tarea a ellos, a Boko Haram, con su mensaje de extremismo violento?
Esa es la dura elección a las que nos enfrentamos. Si Nigeria fracasa, África fracasa. Y si África fracasa, ¿podrá Europa asumirlo? Hemos visto lo sucedido con la guerra civil de Siria, y la población de Nigeria y del Sahel es 30 veces mayor.
Europa ha luchado para hacer frente a la afluencia de personas. Pero si no actuamos ahora, los extremistas no sufrirán escasez de reclutas. La población de la región se duplicará en las próximas décadas, y la población de África en su conjunto se duplicará para 2050, de 1.200 millones de habitantes a 2.500 millones.
En lugar de aumentar la miseria y amenazar la estabilidad, este boom de la población debe, sin embargo, ser una oportunidad para la región y el mundo. Los economistas lo llaman un dividendo demográfico - crecimiento económico acelerado porque hay una mayor proporción de la población en edad de trabajar disponible para contribuir al crecimiento de la economía.
Madre e hijo, en una clínica de UNICEF cerca del campo de refugiados en Dikwa, Estado de Borno (Nigeria).  AFP PHOTO
Sin embargo, para conseguir ese dividendo, las inversiones deben ser en educación, empleo y empoderamiento. Actualmente, en regiones como el noreste de Nigeria, estas no existen: millones de niños están fuera de la escuela, la mayoría niñas. Educar a los hijos de Amina no sólo les brindará oportunidades para toda la vida, sino que los protegerá de amenazas como Boko Haram.
Mandarlos a la escuela enviará una señal de la intención global de derrotar al terror. Después de todo, traducido, Boko Haram significa "la educación occidental está prohibida". Pero la educación por sí sola no es suficiente. Debe ir acompañada de oportunidades de empleo y de empoderamiento de los ciudadanos. Se necesita coordinación empresarial, gubernamental y cívica con un sector de seguridad responsable. El sector privado debe ser incentivado para invertir en infraestructura. Se deben mejorar los servicios básicos de salud y nutrición que los ciudadanos necesitan urgentemente. Importante es que las organizaciones locales de la sociedad civil sean apoyadas para que puedan tener en cuenta a quienes se les promete estas mejoras.
Debemos impulsar las leyes contra la corrupción, como las que exigen información sobre la propiedad de las compañías y fideicomisos anónimos actualmente disponibles. Esto ayudará a los excelentes activistas locales y mundiales contra la corrupción a "seguir el dinero" a través del sistema para asegurar que nuestra ayuda y los impuestos locales aumentan realmente los servicios de salud, nutrición y educación. Todo esto costará. Pero no hacer estas inversiones costará decenas de miles de millones más, millones de vidas perdidas, y aumentará las amenazas a la seguridad global.
Así que en Oslo los delegados deben aportar su impulso para la financiación de un acuerdo que responda a la necesidad humanitaria a corto plazo y al desarrollo a largo plazo. Si a la región del Lago Chad se le niegan estos fondos, el mundo tendrá que lidiar con una tragedia humanitaria mucho peor y con un riesgo para la seguridad mayor de lo que hemos presenciado hasta ahora. Amina vive en esa línea del frente que separa la humanidad de la inhumanidad. Debemos asociarnos con ella para criar a sus hijos, o aceptar que esa línea se acercará cada vez más a nosotros, viva usted en Bruselas o en Lagos.



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