martes, 19 de febrero de 2019

Hallan en un rastro los planos perdidos de la Alhambra. 2º ESO

ABC CULTURA
Francisco Griñán


Un coleccionista encuentra en un mercadillo malagueño documentos originales del monumento atribuidos a Gómez-Moreno.


El coleccionista José Fernández Molina, con los documentos sobre la Alhambra atribuidos a Gómez-Moreno - MIGUEL FERNÁNDEZ



No se tuvo que ir muy lejos. Apenas a unos metros de su casa, enMálaga, se monta cada semana el rastro de Arroyo de la Miel y en uno de sus paseos rutinarios se detuvo en un puesto de libros antiguos a echar un vistazo. Nada captó su interés hasta que se fijó en una carpeta antigua. La abrió y encontró unos planos del recinto amurallado de la Alhambra con anotaciones a lápiz.
«En ese momento no tenía ni idea de su valor», reconoce el coleccionista, investigador  y perito judicial en antigüedades José Antonio Fernández Molina, que no dudó en adquirir los documentos, que venían acompañados de la esquela de Manuel Gómez-Moreno, arqueólogo, pintor y presidente del patronato del monumento granadino.
Con los planos sobre la mesa y leyendo la cuidada caligrafía del autor, el experto reparó en el timbre seco de estos documentosoficiales de finales del siglo XIX que levantan acta de la transformación de las murallas de la Alhambra desde la reconquista y que se realizaron previamente al gran incendio de 1890.
«Cuando llegué a casa, me puse a investigar y comprobé que se trataba de unos planos originales», explica este perito en arqueología, calígrafo y tasador de antigüedades y obras de arte, que sometió los documentos a la luz ultravioleta para comprobar su origen. Una prueba que repite durante esta entrevista al situar un moderno folio en blanco junto a las amarillentas láminas adquiridas en el rastro.
En el momento en el que ilumina ambas superficies explica cómo la hoja actual «reacciona, mientras que la antigua no emite brillo alguno porque es anterior a 1945, que es cuando se empiezan a utilizar químicos para fabricar papel», señala Fernández, que tenía dudas sobre el autor de este plano ya que Gómez-Moreno tuvo un hijo de igual nombre que también fue un destacado arqueólogo.
DIARIO SUR/Francisco Griñán

El coleccionista José Antonio Fernández Molina encuentra en un rastro documentos originales del monumento del siglo XIX

No se tuvo que ir muy lejos. Apenas a unos metros de su casa se monta cada semana el rastro de Arroyo de la Miel y en uno de sus paseos rutinarios se detuvo en un puesto de libros antiguos a echar un vistazo. Nada captó su interés hasta que se fijó en una carpeta antigua. La abrió y encontró unos planos del recinto amurallado de la Alhambra con anotaciones a lápiz. «En ese momento no tenía ni idea de su valor», reconoce el coleccionista, investigador  y perito judicial en antigüedades José Antonio Fernández Molina, que no dudó en adquirir los documentos, que venían acompañados de la esquela de Manuel Gómez-Moreno González, arqueólogo, pintor y presidente del patronato del monumento granadino. Con los planos sobre la mesa y leyendo la cuidada caligrafía del autor, el experto reparó en el timbre seco de estos documentos oficiales de finales del siglo XIX que levantan acta de la transformación de las murallas de la Alhambra desde la reconquista y que se realizaron previamente al gran incendio de 1890.
«Cuando llegué a casa, me puse a investigar y comprobé que se trataba de unos planos originales», explica este perito en arqueología, calígrafo y tasador de antigüedades y obras de arte, que sometió los documentos a la luz ultravioleta para comprobar su origen. Una prueba que repite durante esta entrevista al situar un moderno folio en blanco junto a las amarillentas láminas adquiridas en el rastro. En el momento en el que ilumina ambas superficies explica como la hoja actual «reacciona, mientras que la antigua no emite brillo alguno porque es anterior a 1945 que es cuando se empiezan a utilizar químicos para fabricar papel», señala Fernández, que tenía dudas sobre el autor de este plano ya que Manuel Gómez-Moreno tuvo un hijo de igual nombre que también fue un destacado arqueólogo.
Los manuscritos fueron realizados por el arqueólogo Manuel Gómez-Moreno y serán donados por el experto al patronato del palacio
El título de estos originales informan de que los planos detallan los 'Nombres que han tenido las torres de la Alhambra desde la conquista. 1886'. Entonces, Fernández Molina saca una lupa para aumentar el sello seco impreso en cada uno de los cuatro documentos de esta serie que confirman que son oficiales ya que se acompañan de la inscripción «timbre del Estado» y confirma la fecha de 1886 como los de su realización. «¡Esto pertenece a Manuel Gómez-Moreno padre!», reconoce con satisfacción el experto, que añade que este arqueólogo y artista ha sido todo un descubrimiento para él mismo ya que, pese a que es su nombre no es popular más allá de los límites de Granada, su labor fue «trascendental» para la conservación y restauración de la Alhambra, además de ser considerado el padre de los museos Arqueológico y Bellas Artes de la capital nazarí.
Este hallazgo de Fernández Molina no es el primero de su trayectoria, ya que hace un par de años dio en un rastro con un casco de aviador británico de la II Guerra Mundial bien conservado que perteneció al héroe y piloto de la RAF John Braham. «Los tesoros existen, pero siempre te encuentran ellos… si vas buscando uno, seguro que nunca aparece», asegura el investigador, que no se atreve a especular sobre cómo llegaron los documentos y la esquela de Manuel Gómez-Moreno desde Granada al rastro benalmadense del Parque de la Paloma. «Muchas veces, estas piezas proceden del cubo de la basura, de mudanzas o desalojos que acaban eliminando mucho material sin saber el valor real de los objetos», explica.

Arriba Fernández Molina analiza con luz ultravioleta los planos. Abajo, sello seco que incluye la fecha de 1886 y la esquela de Manuel Gómez-Moreno, autor de los documentos / MIGUE FERNÁNDEZ
Es el caso del plano y documentos sobre la Alhambra que reproduce todo el recinto amurallado del centenario palacio-fortaleza, enumerando y dibujando el perímetro y todas sus torres, diferenciando las defensas de época árabe de las posteriores cristianas y describiendo una por una sus nombres y los cambios de denominación, según las épocas. Las anotaciones especifican que, en época de la ocupación francesa, once torres fueron «voladas» en la huida de los soldados galos e incluso señala las personas que habitaron estos torreones.
«Es admirable la caligrafía y la letra pequeña de todas las anotaciones», aprecia José Antonio Fernández, que también es perito caligráfico y considera que es fácil comprobar el origen de estos documentos si se compara con otros manuscritos de Manuel Gómez-Moreno. De hecho, el coleccionista considera que estos documentos tienen todavía mucho por descubrir por lo que va a donarlos a los que considera sus legítimos propietarios para que lo ponga al alcance de los investigadores para su estudio. «Esto tiene que volver a la Alhambra y a su archivo, por lo que ya he hablado con el Patronato para formalizar la cesión y, si es posible, que se exponga», considera el coleccionista, que invirtió cien euros en adquirir estos antiguos documentos que ahora tienen una cotización mayor. No se atreve a dar una cifra, ya que considera que su gran valor no es el económico, sino el histórico y documental. Y eso, como aquel anuncio, no tiene precio.
Un museo británico se interesa por el casco de John Braham
Mientras cuenta toda la historia de los planos de la Alhambra, el coleccionista José Antonio Fernández tiene a apenas dos metros el caso de aviador de la RAF que compró en un rastro hace ahora dos años y que incluía en su interior la documentación del héroe y piloto británico de la II Guerra Mundial, John Braham. Tras la publicación de este hallazgo en SUR, numerosos coleccionistas le han tentado para su venta e incluso el Museo de la Guerra de Londres se ha interesado por su adquisición. «Pero no tengo ninguna intención de vender», avisa.

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