Ángeles Espinosa
La medida coincide con la convocatoria a manifestarse lanzada por un grupo de opositores en el exilio.
Seguidores de Arabia Saudí sostienen fotos del rey Salman bin Abdulaziz durante un partido de fútbol en Yeda. FAISAL AL NASSER REUTERS
Las autoridades saudíes están pidiendo a sus ciudadanos que informen de cualquier actividad subversiva que encuentren en las redes sociales. La medida se produce en vísperas de una convocatoria para manifestarse contra el Gobierno el próximo viernes, lanzada por un grupo de opositores en el exilio. Junto a la reciente detención de varios clérigos muy populares en Internet, pone de relieve el creciente nerviosismo de las autoridades ante la menor crítica. Las manifestaciones están prohibidas en Arabia Saudí.
“Cuando te encuentres una cuenta en las redes sociales que publique ideas terroristas o extremistas, por favor informa inmediatamente a través de la aplicación #Todos_somos_la_seguridad”, anima el mensaje lanzado a través de Twitter por el Ministerio del Interior. Se refiere a un programa para móvileslanzado el año pasado para facilitar la denuncia de infracciones de tráfico, robos y otros delitos, cuyo alcance parece haberse ampliado.
El problema se plantea con lo que las autoridades saudíes consideran extremista o subversivo. La ley antiterrorista que entró en vigor a principios de 2014 no sólo considera terroristas a quienes utilizan la violencia con fines políticos, sino también a los grupos islamistas críticos con el Gobierno como los Hermanos Musulmanes, quienes defienden la monarquía constitucional, los liberales o los reformistas, es decir, cualquiera contrario a la familia real.
Para que no quede ninguna duda sobre el objetivo del llamamiento del Ministerio del Interior, el fiscal general tuiteó poco después un párrafo de dicha ley que establece como delitos de terrorismo “poner en peligro la unidad nacional, obstaculizar la Ley Básica o alguno de sus artículos, y dañar la reputación o el estatus del Estado”. Las organizaciones de derechos humanos ya tacharon en su día esa legislación de “asalto a las libertades”.
“Es la reacción más fuerte de los Al Saud ante la posibilidad de una protesta, que yo recuerde”, declara a EL PAÍS Ali al Ahmed, director del Instituto para Asuntos del Golfo, en Washington, y conocido opositor chií a la monarquía saudí.
La convocatoria, bajo la etiqueta #حراك_15_سبتمبر (#movilización_15_septiembre), no parte de esa comunidad sino de un grupo de islamistas suníes próximos ideológicamente a los Hermanos Musulmanes, organización ilegal en Arabia Saudí. El difuso descontento que el Reino del Desierto ha logrado silenciar hasta ahora ha catalizado en torno a Ghanem al Dosari, un activista de los derechos humanos que utiliza el humor para criticar a la monarquía saudí a través de YouTube.
“Tiene un enorme seguimiento”, admite Al Ahmed quien, a pesar de la brecha confesional que existe en su país, asegura que la comunidad chií también apoya el llamamiento.
Además, Al Ahmed apunta que la actual crisis con Qatar ha permitido a los opositores obtener un apoyo con el que nunca antes habían contado. Tal vez sea esa la causa del nerviosismo de las autoridades. Los clérigos detenidos, al menos cuatro confirmados y hasta una veintena según fuentes de la oposición, no sólo se habían mostrado favorables a Doha, sino que tienen un gran seguimiento en las redes sociales. De ahí que se temiera su eventual apoyo a la manifestación.
Desde la llamada primavera árabe, las detenciones, la censura y las unidades de vigilancia de internet han llevado a los activistas a la clandestinidad incluso en las propias redes. Los responsables saudíes han comprendido que no pueden controlar a quienes se ocultan tras alias, VPN (redes virtuales que impiden identificar donde se realiza la conexión) y, sobre todo, servicios de mensajería encriptados, así que han decidido convertir a todos los ciudadanos en ciberpolicías.
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