EL PAÍS MundoGlobal
Xavier Fontdeglòria
El programa, que dura una semana y ha sido aplicado a 14 chicas de entre 15 y 17 años, pretende luchar contra el acoso, un problema creciente en el país.
Una niña, en un aula de una escuela de la provincia china de Fujian. REUTERS
Un tribunal del distrito de Tongzhou, en el este de Pekín, ha obligado a varios menores de edad culpables de acoso escolar a participar en un programa piloto que tiene por objetivo corregir su comportamiento a base de disciplina militar. El llamado "curso de reeducación", organizado por la propia corte y una escuela local, dura una semana y, si sus resultados son positivos, se podría expandir a otros adolescentes que cometan una ofensa similar.
El nuevo método lo probaron por primera vez esta semana 14 chicas de entre 15 y 17 años que fueron declaradas culpables, por los mismos jueces, de "insultos y abusos" en su centro educativo por casos de bullying cuyos detalles no trascendieron. Las penas variaron entre la sanción administrativa hasta una condena de un año y diez meses de cárcel en el caso más grave, aunque esta última pena fue suspendida dos años de forma temporal y solamente se aplicará en caso de reincidencia.
Las adolescentes, acompañadas por sus padres, comenzaron el pasado lunes este particular cursillo bajo disciplina militar, que incluye también clases sobre la ley china en este ámbito y atención psicológica. También realizaron varias horas de trabajos sociales en una residencia de ancianos. "Esperamos que las chicas puedan abrir su mente y se den cuenta de lo inadecuado de su comportamiento anterior, y que aprendan a comunicarse mejor con los demás", aseguró Wei Dan, juez del tribunal criminal del distrito, al periódico local Legal Evening News.
Es la primera vez, según este medio, que adolescentes culpables de bullyingreciben una educación especial fuera de sus centros y bajo tutela de los jueces. Una vez terminado el curso, las chicas que "cumplan con los requisitos" podrán volver a la escuela. Todas ellas, según Wei, han mostrado su voluntad de que así sea, y los institutos también aceptaron su vuelta.
El acoso escolar es un problema creciente en China. El país no cuenta con una ley específica al respecto y la normativa que protege a los menores se limita a los casos de violencia por parte de los adultos, pero no entre ellos. Los que no han cumplido los 16 años raramente se enfrentan a castigos severos, excepto si cometen crímenes tan graves como el asesinato. El número de casos que se denuncian es irrisorio, porque por lo general tanto los padres como los centros optan por minimizar el problema. Algunos estudios hechos en el ámbito provincial arrojan que uno de cada cinco niños de la escuela secundaria ha estado vinculado de una forma u otra en episodios de acoso, sea como víctima o verdugo.
El problema ha ganado cierta notoriedad en los últimos años al hacerse virales en las redes sociales algunos vídeos de agresiones violentas o maltrato psicológico grabados por los propios alumnos con sus teléfonos. En 2016, un grupo de delegados de la Asamblea Nacional Popular, el órgano legislativo del país, presentó una propuesta al respecto que sigue en trámite.
Los pocos estudios realizados sobre la materia indican que algunos de los factores que contribuyen al bullying entre los jóvenes son una situación familiar poco estable, la inseguridad en uno mismo y estar enganchado a Internet. "La principal razón por la cual estas chicas hirieron a otras personas es que los padres no viven en Pekín con ellas, sino que están trabajando en otras ciudades. A pesar de tener dinero, cuidan a sus hijas de una forma espiritualmente hueca. Pagan su matrícula, les dan el mejor teléfono móvil,... pero no reciben una educación por parte de sus padres y crecen demasiado mimadas. Después se ven afectadas por contenidos impropios que ven en Internet y deciden intimidar a sus compañeros de clase para tratar de liberar sus emociones", explicó Wei.
Los internautas, por lo general, dudan que unos pocos días de entrenamiento militar ayude a corregir la actitud de los jóvenes y piden una reforma de la normativa. "¿Por qué hay tantos casos de abuso en las aulas? Es simple, los castigos no son graves", comentaba un usuario en Weibo. "Creo que es muy difícil cambiar el pensamiento de estos chicos. Lo más probable es que después de este cursillo, e incluso si terminan expulsados de la escuela, se vuelvan aún más rebeldes", decía otro.
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