Ángeles García
Una serie completa del pintor, 'Jacob y sus 12 hijos', se expone por vez primera en Estados Unidos.
'Reuben', de Zurbarán, realizado entre 1640 y 1645. ROBERT LAPRELLE AUCKLAND CASTLE TRUST/ZURBARÁN TRUST
Francisco de Zurbarán (1598–1664) pintó los 13 cuadros que integran la serie Jacob y sus doce hijos hacia 1640, en su taller sevillano. De grandes dimensiones, 1,98 por 1,02 metros, se narra la historia de las bendiciones que imparte Jacob a cada uno de sus hijos desde el lecho de muerte y predice el destino de sus tribus. No se sabe quien fue el cliente que encargó esta serie al artista extremeño, aunque todo apunta a que el destino era América. Se cree que en el viaje desde Sevilla a través del Atlántico el barco que trasladaba las pinturas fue interceptado por piratas. No se vuelven a tener noticias hasta 1720, en Londres, cuando una familia judía pone a la venta los 13 cuadros. Richard Trevor, obispo de Durham adquiere 12 cuadros (el presupuesto no le llega para más) y los instala en el comedor de Auckland Castle, al noroeste de Inglaterra, para transmitir al mundo un mensaje de la comprensión entre judíos y cristianos en el Reino Unido. La serie al completo es la base de la exposición que desde hoy sábado y hasta el próximo 7 de enero se puede ver el Meadows Museum de Dallas, una pinacoteca privada especializada en arte español que recibe al año alrededor de 60.000 visitantes. La muestra se verá en la Frick Collection de Nueva York a partir del 31 de enero y volverán a su sede permanente, Auckland, en mayo de 2018.
La llegada de la obra del artista extremeño a lo que se considera como un pequeño museo del Prado en Texas ha revolucionado las vísperas de la apertura una ciudad famosa por muchas cosas (ganado, petróleo, vaqueros), por ser el escenario del asesinato del presidente Kennedy y porque durante los últimos años los arquitectos más conocidos están dejando su sello en espectaculares edificios. Además de Renzo Piano, I. M. Pei o Rem Koolhaas, el valenciano Santiago Calatrava se encontraba ayer en la ciudad para negociar sobre una nueva obra que se añadirá al puente que ya inauguró en 2012.
Pero, espectáculos arquitectónicos aparte, el acontecimiento de la temporada es la llegada de Zurbarán con todas las leyendas posibles en torno a su famosísima serie. Mark A. Roglán, director del Meadows recuerda que de Zurbarán solo se conserva una serie completa, en la sacristía del Monasterio de Guadalupe. Allí se guarda, en la misma ubicación y rodeada del mismo mobiliario y accesorios desde que fue pintada. “La serie que aquí exponemos completa (a los 12 cuadros de Auckland Castle se ha conseguido añadir el préstamo de la pieza que faltaba) se puede ver fuera de Inglaterra gracias a las obras de restauración que están haciendo en el castillo. A mediados de los noventa se mostró en el Prado, pero difícilmente volverán a salir de su sede”. Roglán explica que el significado de diálogo religioso que contiene la serie le da un valor añadido especial a la contemplación de Jacob y sus 12 hijos. “No tengo dudas de que el arzobispo compró los cuadros porque creía que el mundo no se entendía sin el judaísmo”, añade el director del museo. "En el comedor en el que los ubicó, por el que pasaban los representantes de todos los poderes de Inglaterra, él enfatizaba su postura mostrando los cuadros. El mensaje era claro”.
Roglán reconoce que no hay certezas definitivas de que esta serie fuera un encargo americano hecho a Zurbarán. “Trabajaba para América y para Europa. Yo quiero creer que es cierto que estas pinturas viajaban a Buenos Aires o a Lima. De ser así, ahora se estaría produciendo un importante reencuentro con América".
DE LA MANO DE EL PRADO
Desde su fundación en abril de 1965 gracias al filántropo tejano encaprichado con el Prado Algur H. Meadows (1899- 1978), el museo no ha parado de crecer en obras expuestas y en número de visitantes. A las más de 200 piezas de primer orden donadas por el fundador General American Oil Company de Texas se han ido añadiendo otras vertidas más en el arte contemporáneo. Su director, Mark A. Roglán, ha logrado que a base de exposiciones de tirón popular (Las colecciones de Abelló y Koplovich, Ribera, Picasso o ahora Zurbarán) el público estadounidense se deje seducir por el arte español. “En el Prado tenemos nuestro principal modelo y colaborador. Hemos colaborado con ellos en muchas exposiciones y ellos nos ayudan a nosotros en todo lo posible. La relación no puede ser mejor”.
Las 13 pinturas se muestran en una gran sala en la que se ha querido reproducir el comedor original del castillo de Auckland, con las mismas paredes verdes y la misma disposición. Junto a las pinturas se exhiben también las principales conclusiones de los análisis que a lo largo de un año se han hecho sobre esta tanda de pinturas. El resultado logrado a base de radiografías de rayos X, reflectografía infrarroja y análisis bajo luz natural y ultravioleta han permitido conocer con exactitud el tipo de lienzo que utilizaba, la tierra arcillosa sevillana de las dobles capas que usaba para preparar la superficie o los múltiples arrepentimientos y cambios de idea que surgían durante la ejecución de la obra. Claire Barry, directora de Conservación del Kimbell Art Museum y coordinadora de esta investigación explicaba ayer que durante el proceso se ha podido determinan que Zurbarán participó activamente en la creación de las obras, en lugar de limitarse a delegar su realización a su taller, como hacían muchos otros artistas. “Estas obras hablan ahora incluso con mayor claridad acerca de su creatividad e ingenuidad como artista, desde la manera en que transmitió las cualidades táctiles de los ropajes de las figuras hasta la expresividad del carácter y de la pose de cada personaje”.
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