lunes, 25 de septiembre de 2017

Referéndum de independencia en el Kurdistán iraquí: "No compartiremos techo con Bagdad". 4º ESO

EL MUNDO Internacional
Francisco Carrión

Referéndum independentista en el Kurdistán iraquí. FRANCISCO CARRIÓN



La capital del Kurdistán iraquí muestra músculo con un mitin a favor de un referéndum de independencia rechazado por la comunidad internacional

Heidi nació cuatro años antes de que, derrotadas y disueltas sus tropas, Sadam Husein abandonara palacio y se fugara a una madriguera de su Tikrit natal. Para este joven kurdo, sin embargo, el dictador es apenas un nombre en boca de sus mayores. "Irak ya no significa nada para nosotros. Sólo he pisado Bagdad una vez en toda mi vida y recuerdo que me sentí un extranjero", confesaba ayer rodeado de amigos en el estadio Franso Hariri de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. Como muchos de sus coetáneos, por olvidar ha extraviado hasta la lengua árabe. Heidi fue una de las 40.000 personas que, envueltas en banderas kurdas y extasiadas por una interminable ristra de cánticos nacionalistas, festejaron el referéndum de independencia que la región celebra el próximo lunes pese a las amenazas lanzadas por los vecinos Turquía e Irán y el rechazo unánime de la comunidad internacional. Durante horas, bajo un sol de justicia y un calor sofocante, una multitud - en su mayoría jóvenes - danzó, se fotografió a golpe de 'selfie', bufó vuvuzelas en mano y aguardó las palabras del líder, el presidente kurdo Masud Barzani. "Lo que vamos a decidir es si queremos seguir estando en manos del enemigo o ser libres para siempre", clamó desde la tribuna instalada en los palcos del coliseo quien aspira a ser el padre de un Estado que carece aún de hoja de ruta.
"No es tiempo de amenazas pero, si Irán, Turquía o Hashid Shaabi [las milicias chiíes iraquíes apoyadas por Teherán] atacan, nos defenderemos. Ya lo hicimos con el Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] y vencimos", murmuró Yaser Rushbayani, un capitán 'peshmerga' (el ejército "de facto" del Kurdistán iraquí) guarecido bajo la delgada sombra de uno de los estrados reservados a las cámaras de televisión. A unos metros, encaramado en la cima del graderío, un escueto mensaje colgaba de un cartel: "Adiós, adiós Irak". "Hemos luchado por este sueño y estamos cerca de lograrlo", agregó el uniformado de 38 años que enterró a diecisiete camaradas durante los cuatro años de batalla contra las huestes del califato. "Éste es sólo el principio. Luego nuestros hermanos kurdos de Siria, Irán y Turquía secundarán nuestro ejemplo", balbuceó exultante. En otro rincón del césped, Sahera Latif, de 40 años, compartía dosis de ardor guerrero con su hija. "Tengo familia en Alemania y Holanda pero quiero vivir aquí, en un Kurdistán independiente. Los 'peshmerga' son invencibles", esbozó la mujer.
Entre el gentío que abarrotó el coso no hubo el más leve atisbo de disidencia. Dos partidos locales - entre ellos, Gorran (Cambio, en kurdo), la segunda formación de un Parlamento en suspenso durante los últimos dos años - rechazan la celebración del plebiscito alegando una coyuntura marcada por la trifulca política interna y una severa crisis económica. "Son partidos que trabajan a las órdenes de iraníes y turcos", zanjó Ayi Ahmed, un forofo del referéndum enfundado en uniforme militar, poco antes de que Barzani deslizara un rumor similar. "Me resulta extraño ver que hay algunos entre nosotros que no ansían la independencia. Es nuestro momento. No podemos seguir compartiendo techo con Bagdad", comentó el caudillo entre un electrizante mar de banderas ondeantes.
Atosigado por una escena internacional que le exige la suspensión de la consulta, Barzani denunció "las llamadas y amenazas" que recibe "día y noche". "En 2003 Bagdad nos ofreció un país federal, democrático y secular pero nunca cumplieron sus promesas. (...) El referéndum ya no está en mis manos ni en las de los partidos políticos. Está en las vuestras, en las del pueblo del Kurdistán", arguyó para despachar la enésima negativa a detener un proceso al que están convocadas varias zonas fronterizas cuya soberanía se disputan históricamente árabes y kurdos.
El jolgorio continuó ya entrada la noche desparramándose por las amplias avenidas de Erbil, entre destellos de pirotecnia, caravanas de vehículos y tumulto de cláxones. Como si fuera la jornada de la victoria y la independencia, para la que la élite política rehúsa proporcionar fecha mientras repite el mantra de las "conversaciones" con Bagdad del día después- se acariciase con los dedos. "Desde pequeño he luchado contra enemigos que nos pisoteaban, como el partido Baaz de Sadam. Jamás dejé de soñar. Hoy estamos más cerca que nunca de vivir en nuestro propio país", alardeó el veterano Ashd Ahmed, de 64 años, llevándose las manos a la testa.

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