domingo, 3 de febrero de 2019

András Forgách: "Mi madre fue espía comunista e informó de mí y de mis amigos". 4º ESO

EL MUNDO Secciones
Rebeca Yanke

De izquierda a derecha, Bruria, espía durante la Guerra Fría, y su hijo, el escritor húngaro András Forgach. FOTOGRAFÍA CEDIDA POR EL AUTOR


Una madre toca la puerta de la casa de su hijo a horas intempestivas. Él aparece en calzoncillos, con el pelo revuelto, algo confundido: «¡Mamá!, ¿tan temprano?». En una mano, un cubo, en la otra viandas varias y algunas latas. Todo muy maternal, bastante normal, pero esta historia es cualquier cosa menos común. La madre, además de ejercer de ello, es la señora Pápai, una espía de los servicios secretos de su país, Hungría.
El hijo, entonces, formaba ya parte de la contracultura húngara, eran los 80 del siglo XX y la señora Pápai no acudía como madre sino como agente secreto: dentro de la casa de su hijo se estaba quedando, unos días, un poeta que estaba siendo investigado.
«Acordamos que si la señora Pápai se enteraba de que su hijo iba a estar fuera del piso durante un buen rato, nos avisaría para tener el acceso libre. En último caso, haríamos el trabajo necesario el 20 de diciembre de 1983, mientras ella hacía la limpieza del piso».
Éste es un extracto de aquellos archivos secretos que, ahora, están en manos deAndrás Forgách (Budapest, 1952), novelista y traductor al que no dejan de llegarle nuevos documentos periódicamente, según él mismo ha relatado a este diario, y a quien la editorial Anagrama acaba de publicar en España El expediente de mi madre, una novela en tres partes y en varios estilos que se ha traducido ya a 14 idiomas.
Hay vidas de película y, si resulta que quien la afronta es escritor, ponerla por escrito es el primer paso para entender la propia existencia. Imagínese el cuadro: una mañana de 2013 Forgách se despierta como aquella mañana en que su madre, según dijo, quería limpiarle la casa. Un bibliotecario que está revisando documentos se topa con el nombre del novelista y decide informarle de que aparece en los archivos secretos del país, porque su progenitora, Bruria, había trabajado para la dictadura de János Kádar y continuó transmitiendo información también tras su muerte.
«Como te podrás imaginar, escribir este libro ha sido complicado. A medida que leía el expediente de mi madre intentaba voces distintas que me permitieran sobrellevar mis inhibiciones, pero ciñéndome lo más posible a la realidad. Me importaba ser irónico, casi sarcástico en ocasiones. Más allá de que mi madre fuera la persona más bella que yo haya conocido en toda mi vida, quería también mostrar los aspectos mitológicos de la historia, porque si una historia no es mitológica entonces no merece la pena escribirla».
Así describe Forgách este proceso de intromisión y revelación que, al cabo, coloca a su madre bajo los focos. Lo hace por escrito pocos días antes de llegar a Barcelona donde, ayer por la tarde, participó en los encuentros del Festival BCNegra.

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