miércoles, 19 de junio de 2019

El episodio más oscuro de la leyenda negra de los Borgia

ABC HISTORIA
Irene Mira

El banquete de las Castañas ha pasado a la historia como la más pervertida cena que los Borgia festejaron en Roma. Un episodio más de las mentiras que propagó la Leyenda Negra española.

Detalle de la «Resurrección» del Pinturicchio, con el retrato del Papa Alejandro VI (1492-1495)


El 31 de octubre de 1501, víspera del día de Todos los Santos, la Santa Sede vivió una de las noches más extravagantes y mórbidas que jamás ha registrado la Historia de la Santa Sede. Este capítulo es conocido como «El Banquete de las Castañas» o, «Baile de las Castañas», y fue protagonizado por algunos miembros de la «polémica» y conocida familia Borgia. Un episodio que daría mucho que hablar durante siglos.
Sus anfitriones, el Papa Alejandro VI y su hijo César Borgia organizaron en el palacio del segundo una gran fiesta, a la que fueron invitados varios obispos y cardenales, y algunas de las autoridades más importantes de Roma. Según la tradición, la velada comenzó con un esplendido y lujoso banquete, con gran cantidad de comida y bebida para los presentes. La noche iba transcurriendo con total normalidad, todos disfrutaban de los manjares que se habían preparado para la ocasión. Una vez terminaron de comer, el pontífice ordenó que se retiraran las mesas y colocaran los candelabros en el suelo. Nadie podía imaginar lo que estaba a punto de pasar.
Acto seguido, entraron en la habitación varias cortesanas (lo que hoy se denominaría prostitutas de lujo), unas cincuenta en total. Éstas empezaron a bailar en torno a los asistentes mientras iban deshaciéndose de la ropa lentamente, al compás de la música, hasta quedarse completamente desnudas. El ambiente se iba acalorando poco a poco para lo que iba a venir a continuación. César mandó que se derramara un grapado de castañas por el suelo junto a los candelabros, y que las prostitutas, con las manos atadas a la espalda, empezaran a recogerlas con la boca. Comenzó entonces una auténtica orgía, en la que participaron todos, hasta obispos y cardenales, y que duró hasta bien entrada la madrugada. Tanto se alargó que al día siguiente el Papa no fue capaz de asistir al oficio del Día de Todos los Santos.
Imagen del capítulo «El Banquete de las Castañas», de la serie estadounidense «The Borgias» (2011)
Imagen del capítulo «El Banquete de las Castañas», de la serie estadounidense «The Borgias» (2011)
Un acontecimiento bastante escandaloso para la Santa Sede que, por fortuna, solo es una completa fábula. Son muy pocas las fuentes que pueden verificar los hechos, tal y como afirma José Catalán Deus en su libro « El príncipe del Renacimiento: vida y obra de César Borgia» (Ed. Debate, 2008): «Se ha demostrado que está inspirado en un episodio histórico muy lejano a los Borgia». Únicamente se ha conservado el diario «Liber Notarum» del sacerdote y maestro de ceremonias del Vaticano Johann Burchard, donde registraba todas las celebraciones papales, incluso esta. Su veracidad es más que dudosa, sobre todo porque Burchard era un declarado enemigo de los Borgia. Es por ello que, más bien, debemos buscar el origen de esta fábula en la Leyenda Negra que implica a tantos españoles de aquel periodo.

Los españoles no son bienvenidos

Los Borgia fue una de las dinastías más odiadas de la historia pontificia. No hay escándalo que no se les haya atribuido: orgías, hijos ilegítimos, incesto, corruptelas de toda clase, envenenamientos enigmáticos, etc. La vida inmoral y el excesivo nepotismo del Papa Alejandro VI valieron a sus enemigos para fabular todo tipo de acusaciones y mentiras. Sin embargo, este no es un caso aislado, pues otros Papas también cometieron escándalos similares de corrupción y contra el celibato. Siendo esto así, ¿por qué motivo pesan más estos actos sobre la familia Borgia?
Los Borgia fueron un episodio más de la Leyenda Negra española que se dedicó a difundir las mentiras del Imperio español
Su origen español fue lo que elevó estas prácticas habituales en Roma a la condición de algo imperdonable. A diferencia de otros Papas, los Borgia no eran italianos. La elección de Calixto II y Alejandro VI como Pontífices fue visto con desconfianza en Roma y en toda Italia, por lo que cualquier defecto se magnificaba.
Los Borgia fueron, además, un episodio añadido de laLeyenda Negra española que se dedicó a difundir las mentiras del Imperio Español. Esta deformación del relato histórico tiene precisamente su antecedente durante la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, a finales del siglo XIV y principios del XV. El origen de las hostilidades italianas contra los españoles se dio por la importancia que adquirieron los comerciantes aragoneses en el Mediterráneo y por el hecho de que esta corona dominaba varios territorios de la península itálica. Por ello, cuando una familia de origen valenciano accedió a la silla de San Pedro, se abrió una ola de indignación contra ellos, especialmente porque pertenecían al territorio aragonés.
Cuando el valenciano Calixto II fue designado Papa en 1455, hubo quien le calificó de «bárbaro y de catalán». No en vano, fue con el ascenso papal de Alejandro VI cuando se intensificaron los rencores entre las más importantes familias italiana. Los Médici, los Sforza, los Orsini y los Colonna no toleraban del todo que un extranjerohubiese accedido al papado. Consideraban el Vaticano como su propiedad familiar, y no estaban dispuestos a permitir que les arrebatase el poder territorial y político que poseían en Italia y en Roma. No tardaron en surgir los rumores sobre el nuevo Papa, afirmando que se había valido del soborno y chantajes para ascender. Algo que, aunque fuera cierto, no suponía ninguna novedad en la carrera hacia la sede papal.

La familia que alimentó la leyenda

Alejandro VI sostuvo numerosas relaciones amorosas, la más conocida de ellas con Vannozza Cattanei. Una aventura que dio lugar al nacimiento de César, Juan, Lucrecia y Jofre Borgia, los únicos hijos reconocidos del Papa. El Pontifice practicó todo tipo de maniobras oscuras para situar a todos ellos dentro de las grandes esferas de la Iglesia Católica. Finalmente consiguió que los cuatro jugaran un papel protagonista durante su consolidación en el poder eclesiástico: Por un lado, Juan como comandante en jefe de los Ejércitos Papales; César elegido como cardenal; y Lucrecia como herramienta política mediante alianzas matrimoniales, al igual que Jofre.
Serían las vidas de César y Lucrecia las más populares entre lasdifamaciones de sus enemigos. El primero, convencido de que su vocación no era la Iglesia, renunció a ser cardenal. Se dedicó entonces a los asuntos políticos del Vaticano, urdiendo toda clase de intrigas con el fin de asegurar el poder de los Borgia. Para ello, no dudaría en utilizar cualquier medio posible, desde la traición hasta el asesinato de aquellos que se le opusieran. Se le acusó, incluso, de asesinar al segundo marido de su hermana. Sus excentridades, junto con las de su padre, dieron pie a sus enemigos para inventar y propagar escenas tan explícitas como el «Banquete de las Castañas». La compleja personalidad de este personaje inspiraría, en parte, a Maquiavelo en su tratado político «El Príncipe».
Retrato de una mujer, de Bartolomeo Veneto. Tradicionalmente asumido a Lucrecia Borgia
Retrato de una mujer, de Bartolomeo Veneto. Tradicionalmente asumido a Lucrecia Borgia
Pero, sin duda, Lucrecia Borgia fue el miembro familiar más castigado por la leyenda negra. Considerada una mujer de gran belleza, pero también cruel y depravada, se le acusó de todo tipo de atrocidades y de ser una maestra en envenenamientos. Las tres veces que se casó supuso para su familia una nueva alianza que, políticamente, la hizo más poderosa. Pero, según las habladurías, cuando estas uniones dejaban de ser convenientes se recurría, incluso, al asesinato. La enigmática muerte de su segundo marido, Alfonso de Aragón, fue un episodio que le persiguió durante toda su vida.

Bulos y noticias falsas

La leyenda negra de los Borgia ha encontrado acomodo en todo tipo de ficciones. Alejandro VI y su familia fueron el blanco perfecto para extender el odio hacia el Papado durante la Reforma Protestante. La obra «El Pacto con el Diablo», del alemán Barnabe Barnes (1607) puso de manifiesto el odio que los Borgia ya habían adquirido durante esa época.
Años más tarde, novelistas, poetas y dramaturgos propagaron la deshonra de la familia. Victor Hugo con la dramática obra teatral «Lucrecia Borgia» (1833), donde la hija del Papa es una gran duquesa que vive del placer y del adulterio, además de ser una auténtica asesina. Alexandre Dumas, otro de los grandes autores del momento, dedicaría una novela a los Borgia dentro de su colección «Crímenes Celebres» (1839-1841): «Los Borgia. Una familia indomable y ambiciosa», que detalla todos los actos criminales de la familia para alcanzar el poder. De esta manera, la familia española se situó en los espacios más destacados de la ficción marcados con el sinónimo de criminales. Nada pudo hacer el valenciano Vicente Blasco Ibáñez en su intento de eliminar la narrativa perversa con que se retrataba a sus paisanos. En 1962 escribió «A los pies de Venus. Los Borgia», donde se empeñó en defender a la familia del Papa.
Jeremy Irons representando al Papa Alejandro VI en la serie americana «The Borgias»
Jeremy Irons representando al Papa Alejandro VI en la serie americana «The Borgias»
Las narraciones venden más si están llenas de detalles macabros y morbosos. A nadie le interesa redirigir la historia hacia argumentos veraces y poco llamativos. Pese a los esfuerzos de algunos historiadores por barrer esa percepción negativa de los Borgia, el mundo del cine y la televisión se resisten a cambiar de idea. A lo largo de los últimos años, la leyenda negra del linaje español se ha ido acomodando en la pequeña pantalla, desde producciones estadounidense, alemana y francesa, hasta una en España. Todas ellas con una trama basada en el erotismo y la conspiración.
La serie americana «The Borgias» (2011) tituló a uno de sus capítulos «El banquete de las castañas», donde relataba la escena del guateque. No obstante, en ella no se aprecia la participación de ningún miembro de la familia, contrariando así la versión de Burchard donde padre e hijo eran los anfitriones. La mayor parte de los historiadores rechazan la historia de las cortesanas, pero no descartan que haya podido existir un banquete, pues era bien conocido que las cenas y fiestas eran continuas en la sede papal durante la estancia de los Borgia.

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