Lluis Miquel Hurtado
Un hombre permanece sentado en un banco bajo un letrero en el que aparece la palabra "Paz" en una calle en Nicosia (Chipre). KATIA CHRISTODOULOUEFE
Chipriotas griegos y turcos se reúnen para nuevas negociaciones sobre la reunificación de la isla, dividida desde hace 40 años
Una línea de sacos terreros, alambres de espino y casas destartaladas perforadas por las balas, coronadas por banderas griegas y turcas a uno y otro lado, parte el núcleo medieval de Nicosia. Su desaparición depende de una decisión que se debate a 2.500 Km de distancia a partir de este miércoles. El presidente de la República de ChipreNicos Anastasiades, y el líder de la entidad turcochipriota del norte sólo reconocida por Turquía, Mustafa Akinci, se reúnen en Suiza para derribar el último muro europeo y 50 años de aversión entre dos comunidades vecinas.
Mientras tanto, la mayoría de ciudadanos de la isla dividida se toma con apatía, y un punto de desidia, lo que el jefe negociador turcochipriota ha definido como "el último esfuerzo" pacificador de la generación que experimentó la convivencia previa al estallido de violencia intercomunal de la década de los 60. "La reunificación le interesa apenas al treinta por ciento de chipriotas de uno y otro lado", explica la periodista turcochipriota Sevgul Uludag mientras se toma un café frente al antiguo hotel Ledra Palace, base de la fuerza de la ONU que vela para que los disparos no regresen a la línea verde.
43 años después de la Operación Atila, que llevó al ejército turco a ocupar el norte de Chipre alegando el deber de proteger a la minoría turcochipriota de los paramilitares golpistas de la organización grecochipriota EOKA-B, las dos comunidades se han acostumbrado a vivir dándose la espalda. El nacionalismo fratricida que todavía impregna las escuelas, y la conveniencia para las élites aupadas tras la ruptura de 1974, han contribuido a un statu quo con el que la población parece cómoda, pero que resulta distópico para cualquier turista que, paseando a lo largo de la céntrica calle Ledra, se topa con lo más parecido a una aduana.
Los intentos para reconciliar a los chipriotas empezaron poco después de la ruptura, que provocó más de dos mil muertos y cerca de 200.000 desplazados. Pero tras seis secretarios generales de Naciones Unidas, 25 enviados especiales de la ONU e incontables esfuerzos por parte de varios países, esta tarea sisífica sigue inconclusa. Por eso, el conflicto chipriota ya es conocido como "la tumba de los diplomáticos". Y por eso, muchos analistas creen que el encuentro en Suiza de Anastasiades y Akinci, dos moderados que han manifestado su disposición a negociar hasta el final, supone una oportunidad única y crucial.
El escenario del encuentro es Crans-Montana, un complejo alpino recóndito elegido a propósito para aislar a los negociadores todo lo posible. Ambos líderes, así como los ministros de Exteriores de Grecia, Turquía y el Reino Unido - poderes garantes de la isla - fueron llegando al lugar a lo largo de la mañana del miércoles. También acudieron los observadores: Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, y la alta representante comunitaria para Exteriores y Seguridad Federica Mogherini.
El consejero especial de la ONU para Chipre, Espen Barth Eide, anunció este martes que la negociación se desarrollará en dos "mesas" separadas, en cada una de las cuales se discutirá uno de los dos temas más espinosos de la cuestión chipriota: seguridad y garantes, y asuntos bicomunales como gobierno y reparto de poder. "Ambos procesos irán por separado pero serán interdependientes", añadió Barth Eide, quien reconoció que las posturas iniciales son "diametralmente opuestas" pero que "no es extraño".
¿Hacia una república federal bizonal y bicomunitaria?
Por este motivo, ni se espera un resultado inminente ni hay una fecha límite, si bien se estima el 7 de julio como última jornada de la actual ronda. El mayor temor es que uno de los interlocutores se levante de la mesa como ocurrió el pasado febrero. Furiosos por la decisión del sur de conmemorar en las escuelas el referéndum de 1950 sobre la Enosis - unión de Chipre con Grecia - Akinci se retiró. A la par, Anastasiades se enrocó en el debate sobre el estatus de los ciudadanos de Turquía en la Chipre reunificada.
Pese a la aparentemente profunda división de posturas, los dos dirigentes tuvieron entonces tiempo de discutir algunas de las bases de una futura república federal bizonal y bicomunitaria, que es el punto de destino común más aceptado, y llegaron a intercambiarse mapas con sus respectivas propuestas de repartición territorial. El periodista grecochipriota Andreas Paraskos asegura que la mayor parte de los seis ejes de la negociación, incluido el complejo capítulo de compensaciones para quienes tuvieron que huir de sus hogares en el pasado, está casi resuelta. Falta un apartado crucial: "Jamás se ha discutido sobre seguridad y garantes", indica. "El jugador que tiene que pronunciarse sobre ello es Turquía".
Se estima que las Fuerzas Armadas Turcas (TSK) tienen desplegadas en el norte chipriota un máximo de 35.000 soldados. Su presencia es la punta de lanza de un proceso de "turquificación" - así lo llegan a denominar los mismos turcochipriotas - que, complementado con la transferencia de población turca al norte de Chipre y la monopolización de servicios y medios de producción, complica los esfuerzos para resolver el conflicto únicamente entre actores chipriotas. Paraskos cree que el anuncio de un calendario para el repliegue facilitaría sobremanera un resultado positivo en Crans-Montana.
"Los turcochipriotas dicen que necesitan a las tropas turcas porque no se sienten seguros tras lo ocurrido en el pasado. Los griegos dicen que no las necesitan, porque precisamente su ocupación trajo más muerte. ¿Qué fuerza debería asegurar la resolución? Lo más probable, puesto que somos un país europeo, sería contar con una fuerza europea", concluye Paraskos. El periodista pone por ejemplo la posibilidad de recibir tropas de países europeos, bajo mandato de la ONU, durante la forja de un ejército bicomunal chipriota.
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