EL PAÍS ECONOMÍA
Manuel V. Gómez
El 91,4% de los casi cuatro millones de trabajadores eventuales preferirían ser fijos, frente al 62% de la media europea.
España siempre ha destacado en la Unión Europea por la alta temporalidad del empleo. Y también despunta por ser el país donde más se trabaja con un contrato eventual no por voluntad, sino porque no se ha podido encontrar un contrato indefinido: el 91,4% de los casi cuatro millones de trabajadores se encontraba en esta situación en 2016, según el servicio estadístico de Eurostat. Solo Chipre tiene un porcentaje más alto, el 92,2%, otro de los Estados que ha sufrido con saña la dureza de la crisis financiera.
Un camarero sirve en una terraza de Madrid. CARLOS ROSILLO
Un empleo a jornada completa e indefinido. En bastantes lugares ese sigue siendo el anhelo de quienes trabajan a tiempo parcial y temporalmente. Y lo es principalmente en España, donde la mayoría de que quienes tienen una ocupación de estas características quiere otra más estable y por más horas. Al fin y al cabo, el sueldo es más alto a jornada completa.
Entre los que trabajan a media jornada, el 62% preferiría completarla; y entre quienes tienen un contrato con fecha de caducidad, el 91,4% se decantaría por uno de duración indefinida. Como Laura Martínez, de 26 años, que pese a haber acabado psicología y dominar el inglés trabaja de teleoperadora para un proveedor de Vodafone. “Está claro que me gustaría tener una estabilidad superior a los dos meses, el tiempo que dura mi contrato actual”, admite. Por descontado, en una ocupación que tuviese más relación con sus estudios.
Como ella piensan miles de españoles cuyo descontento se ha ampliado con la crisis. Si antes del estallido de la burbuja el 85% de los temporales estaba disconforme con su situación, ahora el porcentaje se acerca al 92%, lo que supera en más de 30 puntos la media del conjunto de la Unión Europa y de la zona euro, ambas en el 62%.
Las causas de esta situación, que afecta a 3,62 millones de personas, hay que buscarlas en la propia estructura del mercado laboral. La eventualidad, como ocurre con el elevado nivel de desempleo, es otro de los dudosos honores que le corresponden a España en las comparaciones laborales internacionales. Los ciclos son perversos: esa es la vía por la que se crea empleo a una velocidad muy alta cuando la economía crece, como ocurre ahora, y que recorre el camino inverso —y a un ritmo igual o superior— cuando llegan las crisis.
El caso de Polonia
La encuesta de población activa europea, fuente de la que se toman los datos, calcula que durante el año pasado una media del 26% de asalariados españoles tenía un contrato temporal. Las últimas cifras elevan este porcentaje en la primavera de este año hasta el 26,8%. En los últimos ejercicios solo Polonia se ha situado por encima de España en este punto, con alrededor del 27%. En cambio, en Polonia el deseo de un contrato indefinido es mucho menor: solo lo 62,6% lo firmaría si pudiese. Esta gran diferencia puede estar muy relacionada con los niveles de desempleo en un país y en otro.
En España el paro rondó el 20% en 2016 y en Polonia apenas superaba el 6%. Tener un empleo estable es muy valioso cuando al perder un trabajo puede pasar mucho tiempo sin encontrar otro. Y al revés, si se puede saltar de una ocupación temporal a otra con facilidad, el anhelo de ser fijo se diluye.
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