Iñaki Gil
Macron saluda a Steinmeier, ayer, antes del concierto en Estrasburgo por el aniversario de Armisticio. REUTERS
- El presidente francés realiza una gira en busca de apoyos con motivo del centenario del fin de la Gran Guerra.
Conmemorar el final de la Primera Guerra Mundial... Y calentar el mensaje de cara a las elecciones europeas. Visitar el este deprimido de Francia... Y remontar en los sondeos. Saludar la reconciliación con Alemania... Y mostrar 'la grandeur' (la grandeza) de Francia con una supercumbre.
Todo eso va a hacer esta semana el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, con una gira que le llevará a 17 ciudades. Un 'road show' político innovador y superlativo.
Siete días en los que el presidente no dormirá en el Palacio del Elíseo y y visitará localidades rurales y ciudades pequeñas. La excepción, Estrasburgo, donde ayer tarde arrancó la "itinerancia", nombre oficial del camino de peregrino que va a recorrer un Macron, penitente en los sondeos. Las opiniones positivas sobre el presidente han caído entre el 21% (Europa1) y el 26% (Le Figaro), un nivel similar al de su denostado predecesor, el socialista François Hollande.
Su primer ministro, Edouard Philippe, cotiza unos cinco puntos más alto. Se unirá en algún momento al tour. Por ejemplo, el miércoles cuando el Consejo de Ministros se reúna excepcionalmente en Charleville, una ciudad de unos 100.000 habitantes. Otro mensaje: el presidente de las grandes ciudades quiere mostrar su empatía con esa Francia rural y de pequeños núcleos de población que le ha abandonado en las encuestas.
El subtítulo del programa es explícito: "Durante siete días, en el corazón de Francia, el presidente de la República, honrará la memoria del ayer y los territorios de hoy". El este de Francia, antaño bastión del partido comunista es hoy coto de caza del Frente Nacional.
Obviamente, el 'leitmotiv' es el recuerdo del desastre de la Primera Guerra Mundial, el suicidio colectivo de Europa en el que los aliados perdieron más de cinco millones de soldados y las potencias centrales, 3,5 millones. Francia tuvo 1.384. 000 muertos, más que en la Segunda Guerra Mundial. Cifras de Martin Gilbert en su historia de 'La Primera Guerra Mundial' (La Esfera).
La carnicería sacrificó 5.600 soldados al día. De promedio. Y así durante cuatro años. Por ello, las visitas y homenajes a los caídos son hitos del programa. Verdún por ejemplo.
La reconciliación con Alemania, base sobre la que se levantó, primero, el Mercado Común, luego, la Comunidad Económica Europea (CEE) y que hoy encarna la Unión Europea, queda patente en la presencia de las máximas autoridades alemanas.
Ayer domingo, la itinerancia arrancó en Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo. Macron recibió al presidente de Alemania, Frank Walter Steinmeier, y juntos escucharon un concierto. El sábado, será el turno de la canciller Angela Merkel. Ambos líderes conmemorarán el centenario del fin de las hostilidades, en el mismo lugar donde se firmó, el claro del Armisticio, en Compiège.
El domingo la tradicional ofrenda floral ante la tumba del soldado desconocido, bajo el Arco del Triunfo en París, será acompañada de una cumbre sobre la paz. Entre los 70 jefes de Estado y de Gobierno invitados, estarán los presidentes de EEUU, Donald Trump, y Rusia, Vladimir Putin, así como el Rey Felipe VI de España.
El programa incluye también la visita de la primera ministra del Reino Unido, Theresa May. La 'entente cordiale' no pasa por sus mejores momentos, por culpa del Brexit. Pero el recuerdo de su lucha conjunta y de la amistad entre ambos pueblos unirá a los dos mandatarios en el recuerdo de los soldados británicos y franceses caídos.
Todos esos recuerdos de las heridas del pasado, de los héroes caídos en los campos de amapolas, estarán presente en los numerosos discursos de Macron. Habrá que ver en ellos, en la crítica al nacionalismo que llevó a Europa al matadero, las referencias a la lucha política actual.
Macron está empeñado en convertir las elecciones europeas de mayo, que tendrán valor de test sobre su acción de Gobierno, en una pelea entre Europa y el nacionalismo carca. Está clara la jugada: Marine Le Pen, dentro de Francia, y Matteo Salvini, a escala continental, son ahora el enemigo. Una manera además de centrifugar hacia sus siglas todo el voto de derecha, centro e izquierda que se sienta liberal y europeo.
Una semana intensa y mediática entre el recuerdo del ayer (homenaje a las tropas negras, en compañía del presidente de Mali) y la realidad de hoy (visita la fábrica de Renault en Maubeuge). Macron quiere recuperar la iniciativa. Y lo va a hacer a su manera. Con bellos discursos, contacto con la ciudadanía en la calle y profusión de símbolos. En una palabra, a lo grande.
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