César Cervera
En varias ocasiones fueron empleados para combatir como fuerza de infantería, como ocurrió en los combates de Possad a finales del otoño de 1941.
División Azul en el frente del Voljov, 1942, por Augusto Ferrer Dalmau
En junio de 1941, Alemania inició la invasión de Rusia y el régimen franquista anunció inmediatamente el envío de un contingente de voluntarios con el objetivo de combatir al comunismo, pero sin cambiar la postura de no beligerancia de España en la II Guerra Mundial: la División Azul. Entre las tropas españolas destinadas en el frente Este, estaba incluido curiosamente un grupo de agentes de la Guardia Civil para realizar funciones de policía militar y custodiar el traslado de los divisionarios por el corazón de Europa.
La División Azul fue una unidad de voluntarios españoles, por donde pasaron cerca de 47.000 hombres, que combatió encuadrada en la «Wehrmacht» alemana en el Frente Oriental. Pese a que las exigencias alemanas pasaban porque el contingente estuviera formado íntegramente por soldados profesionales, se acordó finalmente que el grueso estuviera alimentado por voluntarios civiles, pero comandados por oficiales experimentados del Ejército español como Agustín Muñoz Grandes o Emilio Esteban-Infantes. La buena disposición al combate y la sobriedad española concentraron los elogios de los oficiales nazis.
Para asistir a los divisionarios en las tareas no estrictamente militares, el Estado Mayor Central dictó las oportunas instrucciones sobre la organización de las unidades tácticas y de apoyo. La Guardia Civil, que desde su época fundacional había desempeñado misiones similares en apoyo de los ejércitos españoles que habían combatido en el exterior, fue designada a modo de policía militar. Las primeras previsiones del estado mayor pasaban por el envío de 31 guardias civiles (un oficial, dos suboficiales y 28 guardias). Sin embargo, el número de efectivos no tardó en subir frente a las enormes necesidades de la operación.
«Tenga a bien comunicar con la urgencia posible las Unidades que deba organizar el Cuerpo de la Guardia Civil para prestar sus servicios peculiares en la Gran Unidad Expedicionaria del Ejército que se organice», contestó el General de División Eliseo Álvarez Arenas, Director General de la Guardia Civil en ese momento, cuando le fue comunicada la decisión del Ministerio del Ejército. Así, la distribución final de los agentes en la primera expedición de divisionarios estaba compuesta por 54 hombres.
El 14 de julio de 1941, la unidad partió en dirección a Europa oriental desde la Estación Norte de Madrid. El general Agustín Muñoz Grandes, primer jefe de la División Azul, relató al ministro del Ejército en un informe con fecha del 29 de julio de 1941 que los guardias civiles tuvieron que hacer uso de sus pistolas para defender algunos de los trenes a su paso por la Francia ocupada por los alemanes, ya que eran los únicos divisionarios que portaban armas desde su salida de España. Llegando al campamento alemán de Grafenwöhr el 18 de julio, los efectivos se hicieron cargo del tráfico de vehículos en el interior del campamento y del control de acceso al recinto. El capitán de la Guardia Civil Pedro Martínez de Tudela García desembarcó al poco tiempo con el objeto de organizar y dirigir el Servicio de Información Interna (SII), que dependía directamente de la 2ª Sección del Estado Mayor (Información) de la División.
Originalmente, todos los agentes de la Guardia Civil pasaron a formar parte de la policía militar alemana, vistiendo su mismo uniforme, que se distinguía de los demás cuerpos por una cinta con la leyenda «Feldgendarmerie» (la Gendarmería de Campaña) que debían portar en el hombro izquierda y en el emblema de dicha unidad, de hilo anaranjado, que mostraban sobre el mismo hombro y en el lado izquierdo del casco. Además, cuando se encontraban de servicio exhibían en el cuello una gola metálica de grandes dimensiones con idéntica leyenda. Para proteger la amplia red logística que respaldaba a los divisionarios, otros efectivos de la Benemérita fueron integrados posteriormente en el denominado Servicio de Patrulla o «Heerestreifendienste».
Empleados como infantería de combate
Los efectivos de la Guardia Civil acabaron realizando labores más allá de tareas policiales. En varias ocasiones fueron empleados para combatir como fuerza de infantería, como ocurrió en los combates de Possad a finales del otoño de 1941, cuando las reservas divisionarias estaban prácticamente agotadas. En uno de esos enfrentamientos contra el enemigo, en diciembre de 1941, resultó herido el capitán Pedro Martínez de Tudela, que fue evacuado a una zona segura. Precisamente, el elevado número de bajas en todas las unidades obligó al Ministerio del Ejército a enviar un nuevo contingente el 9 de marzo de 1942, seleccionándose a siete tenientes, siete sargentos, 14 cabos y 40 guardias, todos ellos con conocimiento de la lengua alemana, bajo el mando del capitán Enrique Serra Algarra, también poseedor de la Cruz Laureada de San Fernando y que en el futuro sería Subdirector General del Cuerpo.
Tras el regreso a España de la División Azul y hasta el 12 de abril de 1944, en que llegó oficialmente a España el último contingente de la denominada «Legión Azul», en la zona de combate permaneció un pequeño grupo de la Guardia Civil al mando del capitán Ángel Ramos Patiño. En total, por la División y la «Legión Azul» pasaron cinco capitanes, 16 tenientes y 320 suboficiales y guardias civiles.
En lo respectivo al armamento, los efectivos policiales españoles iban equipados con los Máuser K-98 de calibre 7’92 milímetros y algunos subfusiles MP-40 de 9 milímetros Parabellum, aunque también conservaban sus pistolas STAR de 9 milímetros largo, de los modelos 1922 y 1940 adjudicadas en España. Al igual que el resto de la «Feldgendarmerie», la unidad de la benemérita fue motorizada y dotada para el cumplimiento de sus misiones de 7 vehículos ligeros tipo Kübelwagen, cinco motocicletas tipo Zundapp y una camioneta tipo Horch.
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