Álvaro Soto
Recreación de un desembarco vikingo en Escocia. /
El autor danés Lasse Holm recrea en la novela 'Saqueo' las peripecias de los guerreros nórdicos en la península ibérica.
Desde Asturias hasta Al-Mariya (Almería), pasando por Shaluqa (Sanlúcar), y desde Mundaka hasta Turtusha (Tortosa), visitando Maiorica (Mallorca), conquistando Ishbiliya (Sevilla) y llegando a las puertas de Qurtuba (Córdoba), la capital del Califato Omeya, el viaje de los vikingos por España durante los siglos IX, X y XI es un recorrido apasionante a la caza de riquezas, territorios y esclavos. El escritor danés Lasse Holm (1968), autor de novelas históricas también sobre Grecia y Roma, recrea las peripecias de estos guerreros nórdicos por la península ibérica en la novela 'Saqueo' (Espasa), la segunda parte de la serie que cuenta las aventuras de los hijos de Ragnar, el primer rey vikingo, y que comenzó con 'Venganza'.
En esta ocasión, los fieros luchadores escandinavos se adentran en Al-Andalus para poner en jaque al potente ejército musulmán. La historia cuenta que los vikingos llegaron en varias oleadas a España. Primero desembarcaron en Asturias y Galicia, luego viajaron al sur y saquearon y quemaron Al-Yazira (la actual Algeciras) y consiguieron entrar en Sevilla (844 y 859), entre otros hitos, y, en fin, recorrieron la costa meditérranea y remontaron el Ebro para llegar con un desvío hasta Pamplona, de la mano del temible rey Björn Ragnarsson, llamado Björn Costado de Hierro.
Holm recrea ese enfrentamiento entre dos ejércitos poderosos, el vikingo y el musulmán. «Fueron batallas brutales. Cuando los vikingos llegan por primera vez a Galicia y después viajan hacia el sur, los musulmanes no están preparados porque llevaban mucho tiempo sin luchar contra un enemigo así. Además, los vikingos estaban advertidos de la fuerza de los musulmanes. Pero después, los musulmanes se rearman y consiguen repelerles», explica Holm, que visitó las ciudades españolas de la novela para dar verosimilitud a la narración.
En el 862, el estrecho de Gibraltar fue testigo de una gran batalla en la que los musulmanes utilizaron la tecnología de guerra más avanzada de la época: tanques que lanzaban aceite hirviendo, naves rápidas... «Los vikingos volvían tras recorrer el Mediterráneo y ahí se asustaron», sonríe Holm. De los 60 barcos nórdicos que intentaron regresar a sus cuarteles de invierno en Francia, apenas 20 consiguieron escapar de los ataques moros. Eso sí, los que lo lograron iban bien cargados de tesoros.
«En sus expediciones por España y el sur de Europa, los vikingos buscaban dinero y esclavos para vender. Y hubo muchos que se hicieron ricos», cuenta el escritor. Pero también se exponían a muchos peligros. Aquellos que sobrevivían a las batallas eran convertidos en prisioneros y en la mayoría de los casos, ejecutados. Tan sólo una mínima parte eran perdonados y, en ese caso, se convertían al islam y acababan sus días como granjeros a miles de kilómetros de la tierra que los había visto nacer.
«Los musulmanes también utilizaban a los prisioneros vikingos para construir sus flotas. Sabían que eran muy buenos navegantes y buscaban beneficiarse de esos conocimientos», explica Holm, que aventura que, en España, los vikingos dejaron una larga descendencia. «La mayoría de ellos eran altos, musculosos, rubios y de ojos azules. Cuidaban mucho su aspecto físico y sus costumbres respecto a la higiene eran muy superiores a las de otros grupos. No resulta extraño pensar que tuvieron mucho éxito entre las mujeres locales», asegura.
La serie de televisión 'Vikingos' y los libros de Holm son nuevos ejemplos de que la fascinación por estos guerreros nórdicos nunca pasa de moda. Las guerras con Carlomagno enseñaron a los vikingos, un pueblo pobre, que en otros territorios la gente pasaba menos penurias que ellos. «Podían comerciar, pero preferían robar», ironiza Holm, así que se convirtieron en expertos marinos y guerreros que dejaron su huella en las islas británicas, en París, en América del Norte y en todo el Mediterráneo, tanto en su orilla norte como en la sur.
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