Pablo R. Suanzes
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, y la ministra de Economía, Nadia Calviño. EFE
Algo pasa cuando tras 22 trimestres consecutivos de crecimiento, tras crear nueve millones de empleos desde el inicio de la recuperación, cuando estamos en el punto más alto de inversión en una década y cuando el presidente del BCE mandando mensajes de tranquilidad sobre el capital de los bancos para que el debate público en la Eurozona gire más estos días en torno a palabras como "desaceleración" o "recesión" que sobre reformas, un Presupuesto del euro o la esperada conclusión de la Unión Bancaria.
El Eurogrupo se ha reunido hoy en Bruselas sin nada en la agenda que tuviera que ver oficialmente sobre la coyuntura, el crecimiento o la estabilidad, y sin embargo, las instituciones comunitarias han tenido que tirar de datos y optimismo, o al menos de prudencia, para descartar que, aunque algún país flirtee con los números rojos, estemos a las puertas de una recesión. "No hay ningún economista que prevea ningún tipo de recesión en la Unión Europea o en la Eurozona. Hay un claro consenso de que estamos ante una ralentización, pero eso no supone ninguna amenaza de recesión", ha asegurado el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
A pesar de los números, Europa no se acerca ni de lejos al espíritu previo a 2008. Hay demasiadas cicatrices y dudas y planea, aunque muchos países quieran relativizarlo, el hecho de que no estamos siquiera de cerca de completar todas las reformas prometidas y que tantas veces han dicho los líderes comunitarios que son esenciales para evitar que se repita una depresión generalizada cuando llegue la próxima crisis. Porque llegará.
Los 19, más que los 28 en estos temas, ven nubarrones en el horizonte, pero todos ellos políticos. "Los fundamentales de la economía son mucho más fuertes de lo que eran en el periodo anterior a la crisis. Hay riesgos que se acumulan, pero son la mayoría políticos. Los políticos tomamos decisiones, así que es hora de que empezamos a reducir, rebajar esos riesgos", ha explicado tras la reunión el presidente del Eurogrupo, Mario Centeno. Entre ellos, los ministros y responsables han apuntado al Brexit, las guerras comerciales y, claro está, las tensiones nacionales.
La situación de Francia e Italia
"Las políticas nacionales son un ingrediente importante para el crecimiento. No quiero hablar de países concretos, no lo hemos discutido hoy. Pero no hay cabida para la complacencia", ha indicado el portugués. "Hay incertidumbres, o tensiones, sin mencionar países específicos", ha coincidido el francés, apuntando como había hecho horas antes al caso clarísimo de Francia e Italia. "El clima en Europa es un debate entre populismo y la voluntad de profundizar la construcción europea. Es una observación particularmente relevante ahora", ha añadido.
Las últimas previsiones macroeconómicas de la Comisión Europea confirman la desaceleración. No hay duda alguna al respecto. Y aunque todavía no suenan las señales de alarmas, Bruselas pide "actuar". "Mantengamos la calma pero también actuemos para tener lo que esperamos: un rebote en el segundo semestre de 2019 y un mejor año en 2020. No especulemos, no nos planteemos la revisión de esta u otra política, mantengamos la mente fría y actuemos con decisión", ha pedido el socialista galo, en declaraciones recogidas por Europa Press.
Las instituciones son conscientes de que aunque los indicadores macro resisten, la voluntad política, a pocos meses de elecciones europeas, se evapora. Las capitales se distraen en cuestiones nacionales, disputas entre vecinos, y las cuestiones de la reforma de la arquitectura y gobernanza Eurozona se diluye. Una vez más. "Es realmente una llamada para actuar, tenemos mucho que hacer", ha avisado Centeno. El apetito, sin embargo, es muy escaso, y ningún elemento hace pensar en que vaya a haber cambios de calado, ninguna profundización, de aquí a verano. Y a estas alturas, y con el bagaje de una década, resulta increíble, decepcionante y peligroso. Pero sobre todo irresponsable.
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