Javier Salvatierra
Las ventas de la cadena de supermercados cayeron un 11% y cierra el año con un patrimonio neto negativo de 166 millones.
Fachada de una tienda Dia, en Madrid. DAVID G. FOLGUEIRAS
La cadena de supermercados Dia cerró en 2018 su peor año, con unas pérdidas de 352 millones, frente a los beneficios de 101,2 del año anterior, y con un patrimonio neto negativo de 166 millones. Es decir: está en situación de quiebra técnica. Las ventas, además, cayeron un 11,3%, hasta los 7.288,8 millones, frente a los 8.217,6 del año pasado (en su día informó de 8.620,6 millones). Tras estos resultados, la cadena ha anunciado que despedirá a 2.100 empleados en España y cerrará 600 tiendas, 300 de ellas este mismo año. Actualmente cuenta con 40.384 empleados directos entre España, Portugal, Argentina y Brasil, a los que se suman otros miles contratados a través de franquicias.
La cadena de supermercados está inmersa en una grave crisis financiera y de negocio. El actual consejo de administración, capitaneado por Borja de la Cierva, y el máximo accionista, el fondo Letterone del magnate ruso Mijaíl Fridman (que ha lanzado una opa) se disputan el control de la empresa y pretenden reflotarla con sendos planes, que incluyen ampliaciones de capital por 600 y 500 millones, respectivamente. Los gestores de Dia han especificado hoy otros detalles de su plan estratégico: pasa por tener más productos frescos, menos surtido y más marcas blancas.
Como la propia cadena anticipó en octubre, los resultados económicos de 2018 son muy malos, probablemente peores de lo que se vislumbraba cuando entonces lanzó un profit warning (revisión a la baja de las perspectivas) que recortaba drásticamente sus previsiones. Era octubre de 2018, la acción se hundió en Bolsa y ya se intuyó entonces que la cadena entraría en pérdidas. Pero no se sabía el montante. Este ha sido finalmente de 352,6 millones de euros, un abismo frente a los 109 millones que dijo haber ganado en 2017 (en las cuentas de este año revisa esa cifra y la deja en 101,1 millones). Sin ajustes, sería incluso peor: 246 millones, un 46% menos.
También anunció en octubre que el resultado de explotación (ebitda) ajustado se quedaría en una horquilla entre 350 y 400 millones. Finalmente, se ha quedado en 337,9 millones, un 34,8% menos que hace un año.
LLEVARÁ A LA FISCALÍA LAS IRREGULARIDADES CONTABLES
Tras presentar sus resultados, Dia ha informado de que en los últimos meses ha llevado a cabo una investigación forense sobre las cuentas de 2017. Dicha investigación halló indicios de fraude, como ha adelantado hoy el diario Cinco Días. Como consecuencia de esa investigación, afloró un deterioro contable multimillonario que obligó a reexpresar las cuentas de 2017.
La empresa ha anunciado asimismo que llevará a la Fiscalía sus averiguaciones. "La compañía ha procedido a presentar una denuncia ante la fiscalía continuando con el ejercicio de diligencia, responsabilidad y máxima transparencia desde el momento en el que tuvo conocimiento de los ajustes contables", afirma en un comunicado.
Fuerte caída de las ventas
Dia también registra una importante caída de las ventas, hasta 7.288,8 millones, un 11,3% menos que hace un año. Las ventas en España cayeron un 3,6% (161 millones menos) y un 5,2% en Portugal (34,4 millones menos), pero sobre todo se vieron afectadas por un fuerte efecto divisa en Argentina y Brasil, donde los ingresos se redujeron un 30,3% y un 18,1%, respectivamente. Según la empresa, sin el efecto divisa, las ventas netas habrían crecido globalmente un 7,4%.
Entre la bajada de ingresos, las pérdidas y las provisiones que ha tenido que hacer por deterioro de activos, como avisó en octubre, su patrimonio neto es ahora mismo negativo, en 166 millones, lo que sitúa la empresa en situación de quiebra técnica y necesitada de una inyección de dinero para dar la vuelta a esa cifra. Y, además, la deuda neta ha aumentado en un año un 53,5%, de 945 a 1.451 millones de euros, lo que sitúa la proporción entre el ebitda y la deuda en 4,3 veces.
Como consecuencia de estos resultados negativos, la empresa anuncia que habrá despidos. En un hecho relevante enviado esta mañana poco después de presentar los resultados, informa de que despedirá a "un máximo de 2.100" empleados de Dia y Twins, una de sus filiales, todos ellos en España. El grupo contaba, a cierre de 2018, con 40.384 empleados directos en los cuatro países en los que opera (España, Portugal, Brasil y Argentina), 1.170 menos que el año pasado. El grueso del empleo se concentra en España (más de 26.000 trabajadores), ya que en América Latina las franquicias tienen más peso.
Ampliación de capital
Pese a la situación de quiebra técnica, la cadena puede seguir operando. Por el momento, cuenta con el apoyo de los bancos acreedores, que le han garantizado liquidez hasta mayo. Pero necesita sí o sí una ampliación de capital. El consejo actual tiene en mente una de 600 millones, asegurada por Morgan Stanley, que debe ser aprobada por la junta de accionistas, prevista para marzo.
Los accionistas tendrán que elegir entre este plan y el del fondo Letterone —ausente del consejo desde diciembre pese a tener el 29% de las acciones—, que planea la suya propia, de 500 millones como condicionada al éxito de una opa voluntaria por el 70,9% de acciones que no posee.
Se duplica la partida de remuneraciones del consejo
En un año convulso, la peor crisis en la historia de la empresa, la cadena duplicó el gasto en remuneraciones del consejo. De los dos millones de euros que se repartieron los consejeros en 2017, se ha pasado a casi cuatro millones (3,97 millones). La causa hay que buscarla en el despido en agosto del entonces consejero delegado, Ricardo Currás, en un movimiento que auguró la tormenta que vino después. Currás se llevó consigo, además de un sueldo de casi medio millón de euros, una indemnización de 1,64 millones, con lo que a cierre del ejercicio su remuneración ascendió a 2,15 millones. A eso hay que añadir otros 404.000 euros en otros conceptos, entre ellos una "retribución por incumplimiento del periodo de preaviso" de su despido. Así, en total percibió más de dos millones y medio de euros.
Su remuneración anual multiplicó por ocho los 260.000 euros que recibió en el ejercicio el siguiente de la lista, Antonio Coto, que sustituyó a Currás en agosto y apenas duró hasta diciembre, cuando fue relevado por Borja de la Cierva.
En todo caso, la empresa abre la puerta a reclamarles parte de sus emolumentos, aplicando las cláusulas clawback sobre el dinero percibido. En todo caso, informará de esas reclamaciones, si las hay, en el informe de remuneraciones del ejercicio 2019.
¿CÓMO HA LLEGADO DIA A ESTA SITUACIÓN? UN AÑO DE TURBULENCIAS
La crisis de Dia se ha fraguado a fuego lento y lleva meses siendo cada vez más profunda. Las primeras señales empezaron a asomar hace justo un año, en febrero de 2018. El magnate ruso Fridman se acababa de hacer con el 25% de los títulos cuando la empresa presentó sus resultados de 2017: ganó un 37% menos por la caída de ventas en España. Los resultados hasta marzo fueron todavía peores, con una caída de sus ganancias del 74%, que hizo que en Bolsa ya se desplomara un 9%.
Desde entonces, ha ido cuesta abajo y sin frenos: en agosto, por sorpresa, la cadena despidió al consejero delegado, Ricardo Currás. El socio ruso Fridman elevó su participación al 29% y se recuperó en Bolsa, ante la perspectiva de una posible opa. Sin embargo, el 15 de octubre la empresa anunció que reducía su previsión de resultados de 2018. Y el varapalo en el parqué fue de récord: bajó el 42,2% en un día. Las caídas se han sucedido desde entonces, agudizadas después de que las agencias de calificación rebajaran la nota a bono basura.
Los problemas han seguido después: corrigió sus cuentas en octubre para aflorar facturas, rechazó publicar su cifra de beneficios hasta septiembre y el presidente interino, Stephan DuCharme, dimitió del cargo para trabajar desde fuera "en un plan" de sostenibilidad. Dia tuvo que abandonar el Ibex. Ya no está entre las grandes cotizadas españolas. Y ese nuevo golpe alargó su viacrucis bursátil. Borja de la Cierva tomó los mandos como consejero delegado. Anunció que estaban revisando las cuentas, que su objetivo era hacer una ampliación de capital en marzo de 600 millones y que estaba preparando un plan para reflotar la empresa. A principios de esta semana, cuando estaba ya a punto de ver la luz, el ruso Fridman lanzó una opa de bajo coste. Tiene su propio plan de salvamento. El consejo y el inversor ruso pugnan ahora por el control.
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