Ricard González
Otra quincena de personas ha sido condenada a penas de cárcel de entre 6 meses y 16 años por los atentados en los que hubo 60 víctimas mortales, la mayoría turistas europeos.
La policía tunecina asegura, en marzo de 2015, la zona atacada. FETHI BELAID AFP
La justicia tunecina ha condenado este sábado a siete personas a cadena perpetua y a otra quincena a penas de cárcel de entre 6 meses y 16 años por su participación en los atentados del Museo del Bardo y de la playa de Susa, según ha informado Sofian Sliti, portavoz de la fiscalía. Reivindicados por grupos afiliados al autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), los ataques tuvieron lugar en 2015 y se saldaron con la muerte de 60 personas, la mayoría turistas europeos, entre ellos un matrimonio catalán. Todos los acusados en los dos procesos, que se han prolongado durante más de un año y han culminado el mismo día, eran tunecinos, y 27 de ellos han sido absueltos.
Varios de los acusados han señalado a una misma persona como el cerebro detrás de los atentados terroristas: Chamsedín Sandi, que habría muerto en 2016 como consecuencia de un bombardeo estadounidense contra posiciones yihadistas en Libia, de acuerdo con los medios tunecinos. Los dos autores materiales del atentado contra el Museo del Bardo, en marzo de 2015, murieron en un tiroteo con las fuerzas de seguridad. Durante el juicio se ha revelado que en el cuerpo de uno de ellos, Yasín Laabidi, nacido en 1990, había restos de metaanfetaminas.
En el caso del ataque de Susa, acaecido tres meses después, hubo un solo tirador, Seifedín Rezgui, también abatido por la policía. A raíz este último asalto, la policía tunecina recibió duras críticas, pues tardó aproximadamente media hora en acudir al lugar donde el yihadista disparaba indiscriminadamente contra los usuarios de un hotel y los bañistas de la playa colindante. El caso está siendo también juzgado en un tribunal de Londres, pues 30 de las 38 víctimas mortales eran de nacionalidad británica.
“El proceso ha sido despachado en una condiciones inverosímiles que no nos han permitido en ningún momento comprender la solidez de la acusación, el móvil de las personas juzgadas y, de forma real, quién ha hecho qué”, ha declarado a la agencia AFP Gerard Chemla, uno de los abogados de las cuatro víctimas de nacionalidad francesa, que se manifestó satisfecho porque ninguno de los acusados fuera condenado a la pena de muerte, legal en Túnez pero bajo una moratoria desde el año 1991. Varios de los condenados han confesado sus convicciones yihadistas, y uno de ellos reconoció haber dibujado los planos del museo del Bardo durante la fase de preparación del atentado.
A finales de 2015, un verdadero annus horribilis para Túnez, un atentado suicida también reivindicado por el ISIS segó la vida de doce miembros de la guardia presidencial. Desde entonces, el país magrebí se halla bajo el estado de emergencia, que el presidente Béji Caïd Essebsi renueva cada mes. En los últimos tres años, y gracias al apoyo de varios países occidentales, las fuerzas de seguridad han sido capaces de mejorar sus capacidades en la lucha antiterrorista y han desarticulado decenas de presuntas células terroristas. De hecho, desde 2016 no se ha producido ningún otro atentado mortal en los grandes centros de población o complejos turísticos, y la amenaza terrorista permanece contenida en la zona montañosa fronteriza con Argelia. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos han criticado la existencia habitual de abusos en la lucha antiterrorista.
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