David Cordero
El negocio bancario y la aportación de BPI mejoran los resultados de la entidad financiera.
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, junto al presidente, Jordi Gual, esta mañana en Valencia. MÒNICA TORRES EL PAÍS
El beneficio neto de CaixaBank creció el año pasado un 17,8% y se situó en 1.985 millones de euros. Es el mejor resultado en la historia de la entidad que preside Jordi Gual y se explica, en parte, por una mejora del margen bruto de la entidad (6,6%) impulsada por el negocio meramente bancario, y por los mayores ingresos generados por las participadas del banco, especialmente su banco portugués BPI.
Sin embargo, los inversores han recibido con mucho pesimismo los resultados: las acciones bajan más del 7% en Bolsa y convierten a CaixaBank en el peor valor del Ibex en lo que va de jornada. Gual ha quitado hierro a esa valoración y ha señalado que la caída responde a las "expectativas" que tenía el mercado, mientras que el objetivo del banco se plantea "a largo plazo".
BPI aportó a la cuenta de resultados de CaixaBank un total de 262 millones de euros, más del doble que en 2017. Por su parte, los ingresos por comisiones experimentaron un alza del 3,4%, hasta situarse en los 2.583 millones de euros. Aunque las comisiones bancarias se contrajeron un 2,2%, las que se cobran por la gestión de fondos de inversión, carteras y sicavs aumentaron un 12,6%.
Los resultados comunicados hoy a la CNMV, que marcan una rentabilidad del 9,3%, abren la puerta al Plan Estratégico 2019-21, que señalan unos objetivos de rentabilidad anual para el final del periodo del 12% --reducida al 10% en el caso de que los tipos de interés se mantuvieran estables en los próximos cuatro años-- y un objetivo de pago de dividendos superior al 50%.Tanto Gual como el consejero delegado, Gonzalo Gortázar, han advertido durante la rueda de prensa de presentación de resultados celebrada esta mañana que se abre un entorno "complejo" para el sector bancario y han subrayado en diversas ocasiones el horizonte de estabilidad en los bajos tipos de interés. Han asegurado que ya han concluido la fase de desinversiones con la venta de participadas practicada en el último año y que su crecimiento será "orgánico".
El planteamiento de esa estrategia a medio plazo está también detrás de la reestructuración de plantilla que la dirección del banco negocia con los representantes de los trabajadores y que prevé un recorte de plantilla que afectará a 2.157 trabajadores para cambiar la estrategia del grupo: cierre de 793 sucursales, modernización de las restantes (el banco ha anunciado hoy que invertirá 250 millones de euros para reconvertir oficinas en las denominadas stores) y apuesta por el canal digital.
Los sindicatos han denunciado que la entidad plantea esos despidos en el mismo ejercicio que obtiene los mejores resultados de la historia y las negociaciones están encalladas tras cuatro reuniones. El consejero delegado del banco, Gonzalo Gortázar, ha reclamado a los miembros de la representantes sindicales que sean "realistas" y "se dejen la piel" en la negociación y que "ellos [los negociadores sindicales] también hagan lo posible y lo imposible" en el marco de la negociación.
Al cierre del ejercicio pasado, CaixaBank contabilizaba 37.440 empleados (468 más que un año antes) y un total de 5.103 oficinas, lo que supone que ya se produjo un recorte de 276 sucursales en su red.
Participadas
Las participadas reportaron a CaixaBank 972 millones de ganancias, sobre todo por la presencia en el capital de Telefónica. Pese a esos resultados, CaixaBank se tuvo que apuntar unas pérdidas de 453 millones de euros por la venta de su paquete de acciones de Repsol, a las que se añaden otros 139 millones por la reclasificación del banco angoleño BFA (en el que CaixaBank tiene el 48% del capital) y otros 252 millones por la venta de la cartera crediticia a lonestar, de la que la entidad tiene un 20%.
En el hecho relevante comunicado, CaixaBank señala que su ratio de morosidad se reduce hasta el 4,7% y que los saldos dudosos, después de las ventas de activos tóxicos durante el año pasado, se situó en los 11.195 millones de euros.
BBVA
Pese a las preguntas formuladas al respecto, Jordi Gual ha evitado referirse a la crisis en BBVA por los pagos al excomisario de Policía José Villarejo. En su presentación de los resultados, sí que ha apuntado a la necesidad de que el sector afronte el reto de "reparar la reputación dañada, que es esencial.
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