El final de la campaña navideña en el comercio y la reducción del consumo en bares y restaurantes en enero, también la finalización masiva de contratos vinculados al año natural, suelen convertir el primer mes del año en un periodo negro para el mercado laboral español. Así ha sido también en 2019. Esas dos ramas de afiliación han sido las que más cotizantes han perdido: una media de 44.505 en hostelería y otros 42.501 en comercio.
Tampoco ramas vinculadas al sector público tuvieron un buen comportamiento. En la de Administración pública y defensa el retroceso fue de 36.642 afiliados, una caída que multiplica por seis la del mismo mes del año anterior. Otra, como la sanitaria, perdió 10.074 asalariados frente a una ligera ganancia de 246 el año pasado.
Aunque menor que en estas actividades, la reducción de la afiliación afectó a casi todas las ramas. Solo aumentó en el sector inmobiliario —no en la construcción— y entre los asalariados del sector agrícola.
La evolución del mercado laboral este año se observará con lupa, más si cabe que hasta ahora, por la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) del 22,3%. Este mes ha sido el primero con el suelo legal de las remuneraciones en 900 euros mensuales y, por ahora, parece pronto para sacar conclusiones, porque los datos de enero lanzan señales contradictorias.
Es cierto que la caída del empleo ha sorprendido negativamente en los servicios, donde se pagan menores salarios y, por tanto, podría tener más incidencia ese aumento. Pero dentro de los servicios ha sido la rama del empleo público una de las que más ha empeorado respecto al mismo mes del año anterior, duplicando la reducción de entonces (12.750 en 2019 frente a 6.181 en 2018). Y en la Administración los sueldos de los trabajadores peor pagados son más altos que en otras ramas del sector servicios. Y por lo tanto están menos afectados por el aumento del SMI. En cambio, hostelería y comercio han tenido una evolución similar a la de 2018, pese a que esa medida sí tiene más impacto en estas actividades.
También entre los asalariados del sector agrícola, donde la incidencia del salario mínimo es alta, el empleo ha tenido mejor comportamiento en enero de 2019 que un año atrás. Esto podría interpretarse como una señal de incidencia nula o escasa.
Superando el análisis de lo sucedido en un mes y yendo a la tendencia de fondo, puede concluirse que se mantiene una evolución muy positiva. La afiliación creció un 2,94% en un año y la cifra de cotizantes sigue subiendo por encima del medio millón al año. Lo mismo apuntan los datos desestacionalizados, donde se eliminan los altibajos de campañas comerciales y agrícolas o temporadas turísticas. Siguiendo este parámetro, la afiliación subió en 38.179 personas.
Lo sucedido en enero parece contradictorio con los datos de la encuesta de población activa (EPA) divulgados la semana pasada. Pero solo es eso, apariencia. Las cifras de la EPA fueron bastante positivas en términos generales, sin embargo, observaban lo sucedido en el último trimestre de 2018, mientras que la del Ministerio de Trabajo se referían al primer mes de 2019. Además, el origen de estos números es muy diferente. La EPA es una encuesta que se hace en decenas de miles de hogares de forma ininterrumpida durante 13 semanas cada trimestre. El paro registrado, en cambio, es un registro en el que solo tienen la obligación de estar inscritos los desempleados que cobran ayudas o los que pretenden acceder a algún tipo de servicio (cursos de formación). Por su parte, los datos de afiliación a la Seguridad Social proceden de la Tesorería de este organismo, encargado de recaudar las cotizaciones sociales.
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