Míkel López Iturriaga
Cada vez hay más evidencias de que los comestibles ultraprocesados son perjudiciales para la salud. ¿Qué políticas se podrían poner en marcha para desincentivar su consumo?
La conciencia de que los comestibles ultraprocesados -refrescos y bebidas energéticas, snacks, galletas, bollería industrial, lácteos azucarados, helados, precocinados y demás parientes- no son lo mejor para la salud va calando poco a poco en los consumidores, a la vez que las evidencias sobre los graves perjuicios de su consumo parecen cada vez más claras.
¿Qué hacen nuestros gobernantes al respecto? Poco -siendo optimistas- o nada. Y no es que no existan medidas que se puedan poner en marcha, porque muchos otros países ya están moviendo el cucu para frenar una plaga que genera obesidad, cáncer, enfermedades vasculares y, en definitiva, una mayor mortalidad. ¿Hablamos de prohibiciones? No. ¿De iniciativas para desincentivar que la gente los compre, similares a las del alcohol o el tabaco? Por ahí va la cosa. Si quieres enterarte bien de qué va el asunto, echa un ojo al vídeo de arriba.
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